Didiana Patricia Archila.-
Los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (Clap) fueron implementados desde abril del presente año con la intención de garantizar “la correcta distribución y comercialización de alimentos y productos de primera necesidad”, medida que tras ser adoptada por el gobierno de Nicolás Maduro, ha generado críticas en sectores que consideran que no propicia una solución estructural al desabastecimiento que golpea a Venezuela.
Luis Vicente León, economista y director de Datanálisis, recalca la diferencia entre las medidas de orden social y las que tienen un trasfondo. Resalta que los Clap son mecanismos de apoyo para la población más necesitada y que, en ese contexto debería ser entendida como una política general, con impacto y penetración en sectores sociales afectados por la pérdida de ingresos y por la escasez.
Edison Mariño, economista y profesor de la Universidad Monteávila, estima que los Clap son una resolución aplicada con fines netamente políticos. “El efecto económico es marginal, es decir, que no tiene ninguna potencia sobre el país. Los Clap significa entregarle una serie de productos regulados a las personas, contradice totalmente lo que es el mercado. Los escasos recursos son distribuidos a un conjunto de personas para obtener beneficio político”, señala.
“El efecto económico de los Clap ha corrompido el sentido de actividades comerciales, el de la competencia y de la producción”, agrega.
León considera evidente el componente político que está detrás de los Clap, ya que, según apunta, hace creer a la población que el gobierno está resolviendo un problema y no compensándolo. Indicó que, además, esta figura también puede ser utilizada como un mecanismo de “chantaje social”.
 “Analizado desde el punto de vista de la política económica,
los Clap no son, para nada, mecanismos que vayan a resolver la situación de crisis. Es un compensador, un subsidio, pero no una solución para el tema de desabastecimiento y precios que presenta la economía venezolana. Es una distribución subsidiada. Venezuela tiene un problema grave de producción y estabilidad de precios, y ninguno de estos se soluciona con un Clap”, aseveró.
Mariño asegura que este tipo de políticas son nuevas en Venezuela, pero no en países con inspiración comunista, como la Unión Soviética, Cuba y Corea del Norte, o en la Alemania de la post-guerra.
El profesor de la UMA afirma que en todos los casos se genera resentimiento social por la percepción de injusticia, la pérdida de la libertad, no solo por la limitación a la elección de los productos, sino también al libre albedrío político.
* Didiana Patricia Archila es estudiante de Comunicación Social de la UMA.