Alicia ílamo Bartolomé.-
Celeste de la aurora, intenso del cielo matutino, cuando se cierra el ocaso, hermoso tono oscuro, azul eterno. Aparecen las estrellas, el luminoso Júpiter o la espléndida Arturo, el rojizo Marte o como describe el poeta Carlos Borges, es un lirio blanco Sirio, una rosa Aldebarán. Los astros acentúan ese color porque ellos están a miles y miles de años luz en el cuasi infinito universo. Cuasi, uno tiende a creer que este es infinito y, sin embargo, tuvo un inicio: para la ciencia, el misterioso Big-Bang; para la fe, el Verbo creador de Dios. Seguramente viene a ser lo mismo: tremendo trueno debe haber sido la palabra creadora.
Lo interesante es cómo los artistas y poetas manejan el azul. Hay pintores que tienen su época azul, como Picasso; otros jamás salen de este y hay quienes alternan, según el tema o la intención. Si quieren dar una impresión de elevación espiritual, de paz, de ascensión mística, el azul mancha en sus diferentes tonos la tela del cuadro. El azul trasciende.
Nuestro poeta, Cruz Salmerón Acosta, en su dolorosa soledad de leproso, en Manicuare, Península de Araya, frente a Cumaná, escribió su famoso soneto “Azul”: Azul de aquella cumbre tan lejana! / Hacia la cual mi pensamiento vuela / bajo la paz azul de la mañana, / ¡color que tantas cosas me revela! // Azul que del azul del cielo emana, / y azul de este gran mar que me consuela, / mientras diviso en él la ilusión vana / de la visión del ala de una vela. // Azul de lo paisajes abrileños, / triste azul de los líricos ensueños, / que me calman los íntimos hastíos. // Sólo me angustias cuando sufro antojos / de besar el azul de aquellos ojos / que nunca más contemplarán los míos.
No es fortuito que los grandes azules de la naturaleza, mar y cielo, se junten en el horizonte. Hay un mensaje divino allí y quizás una de las mejores interpretaciones de este la hizo un sacerdote santo: … En la línea del horizonte, hijos míos, parecen unirse el cielo y la tierra. Pero no, donde de verdad se juntan es en vuestros corazones cuando vivís santamente la vida ordinaria… (San Josemaría Escrivá, Amar al mundo apasionadamente, homilía pronunciada en el campus de la Universidad de Navarra El 8 de octubre de 1967).
Un arte, bastante antiguo -su origen debe estar en el mundo árabe- que se expande y embellece con caracteres propios, sobre todo en el sur de España, por la presencia de varios siglos de la cultura musulmana en la Península Ibérica, es el arte de los azulejos. Como su nombre, esta cerámica de pequeños mosaicos ornamentales, de vasos y ánforas, se afinca en el azul como color dominante y se embellece con agregados dorados y otros colores. Los palacios mozárabes son ricos en azulejos e igualmente los patios andaluces cuyos zócalos sirven de marco a las macetas floreadas.
Un azul único da título a este artículo. Es del extravagante y gran pintor contemporáneo Salvador Dalí. Figuras magistrales realistas, deformadas, deshaciéndose maleables o perforadas, las sumerge en espléndido azul daliniano. Fondo profundo, sin límites, que trasciende el tiempo. Ejemplos máximos: Crucifijo inspirado en un dibujo de San Juan de la Cruz, inusitado escorzo al revés, de arriba hacia abajo; Crucifixión, la perfecta figura de Gala, de precioso manto dorado, en el ángulo inferior izquierdo del cuadro, ve flotar la cruz en el espacio de un azul infinito.
¡Me faltó el azul musical!
* Alicia ílamo Bartolomé es decana fundadora de la Facultad de Ciencias de la Comunicación e Información de la UMA.