Ilusiones juveniles corren libres al ritmo de un balón
Rafael Rodríguez Vargas.- Recuerdo la última vez que pisé la cancha sin mirar atrás. Me despedí no solo de mis compañeros, sino de ella. Agachándome por un momento. Sintiéndola en mis yemas. Era oficial: estaría dispuesto a dejar media vida entera, aún demasiado corta, dedicada a correr y patear balones tres días a la semana…