Yanuacelis Aure.-
Las inmigraciones en Estados Unidos no son un fenómeno del siglo XXI, tienen años de historia. La visión que el presidente Donald Trump tiene de los inmigrantes no es exclusiva de él, ya que ha sido compartida por muchos estadounidenses desde hace varios años. No todos los padres fundadores estuvieron de acuerdo con aquel lema en latín E pluribus unum, que predicaba “unidad en la diversidad”. A pesar de que sabían que los inmigrantes eran necesarios para poblar la nación, algunos, como Benjamin Franklin, quien temía la llegada de alemanes, tuvieron sus reservas con esto.
Para el año 1798 se crearía la ley de Alien and Seditions Acts, la cual le hacía más difícil a los extranjeros el conseguir la nacionalidad, pero más fácil la deportación de estos si eran considerados peligrosos. Un siglo después aparecería en el escenario estadounidense Know Nothing, un partido creado por el temor hacia la llegada de alemanes e irlandeses católicos entre los años 1840 y 1850.
Pero de todos los inmigrantes que han llegado a este país los que sufrirían más serían los chinos, a pesar de que fueron de gran importancia en la construcción de ferrocarriles. En 1868 China y Estados Unidos firmaron el Tratado de Burlingame, que permitía la libre inmigración entre los ciudadanos de ambos países, pero los estadounidenses incumplirían este acuerdo con la Chinese Exclusion Act, la cual fue aprobada por el Congreso en 1882. Con esta no solo se prohibía la entrada a los chinos, sino también la posibilidad de solicitar la ciudadanía.
Solo el presidente Franklin Roosevelt abogaría por ellos ante el congreso en el año 1943, expresando que “debemos ser lo suficientemente grandes para reconocer nuestros errores del pasado y corregirlos” y pidiendo la eliminación de “esos anacronismos en nuestras leyes que prohíben la inmigración de chinos».
En el año 1917, debido a las migraciones de judíos e italianos, se aprobó una ley que establecía hacer un examen de lectura y escritura a los extranjeros.
Tras la crisis económica, social y política que afronta Venezuela, Estados Unidos se ha convertido en uno de los principales destinos de los nacidos en ese país sudamericano.
Andrea Ocando, estudiante en la Universidad de Minnesota, explica las razones de su elección: “Escogí Estados Unidos porque en el momento sentí que no sería un cambio tan drástico, ya que somos países de un mismo continente. También lo escogí porque siento que es un país lleno de muchas oportunidades y la educación universitaria es reconocida mundialmente”.
En cuanto a la experiencia como inmigrante, María Beatriz Goncálvez, una estudiante venezolana que reside en Georgia, reconoce que “ha sido difícil, pero yo creo que todas las experiencias de inmigración no son fáciles. Es difícil para cualquiera el asimilarse a una nueva cultura, temperatura y a la sociedad que uno conoce al llegar a otro país.”
Ocando asegura que  “en este país existen muchos estereotipos sobre los inmigrantes y los distintos grupos de personas en general. Si uno dice que es latino, lo más probable es que piensen que eres de México y que te gusta la comida picante. Como hay también mucha inmigración asiática, el impacto de decir que uno es de un país asiático no es igual a decir que uno es de cualquier otro país.”
Con la llegada de Donald Trump a la presidencia muchos sintieron que el trato hacia ellos cambió. Este fue el caso Goncálvez, quien afirm que “ha habido, lo que llaman aquí, crímenes de odio, pero más en el sur. A la gente que no tiene problemas con los inmigrantes se le hace más difícil mostrarlo en escenarios públicos, como en mi trabajo de la librería. A algunos les fastidia y me llaman con nombres no muy cordiales o me hacen señas feas.”
“Ser inmigrante se vería para muchos como algo negativo por lo que dice Trump, pero yo he usado ese mismo miedo de no ser suficiente para mostrar que yo soy una persona que sí aporta al país. Ahora me piden que sea tutora en la librería y ayudo con programas a niños y familias hispanas para que puedan hablar inglés o viceversa. Incluso tengo beca en la universidad por tener buenas notas. Aparte de todo eso, compro en locales que ayudan a los granjeros de las zonas cercanas y apoyo a mi gobierno local y a los shelters en el área cerca de la librería para que, los que no tienen suficiente, puedan dormir en camas buenas y visitar la librería para ampliar sus intelectos”, agrega.
A pesar del incierto panorama, Ocando recalca que hay que rescatar los aspectos positivos que derivan de esta situación. “Mucha gente ahora se preocupa por preguntarte cómo te ves afectado con todo esto o se preocupan por saber mucho más sobre tu cultura. La gente ha mostrado mucha solidaridad, sobre todo con aquellos inmigrantes que están ilegales en el país.”
Sin embargo, reconoce que también hay elementos negativos que tornan más imprecisa la situación “En muchos estados donde la mayoría de la población votó por él (Trump) el trato hacia los inmigrantes ha sido de desprecio y se les ve como menos, simplemente por haber venido a este país y por ‘tomar sus trabajos”, añade.
Para aquellos que todavía hoy persiguen el “sueño americano”, Goncálvez aconseja “que se pongan los cinturones y que estén preparados para todo. Es como subir una montaña cuando uno está con sobrepeso. Al principio es difícil, pero uno se adapta y avanza poco a poco. Nada se da súper fácil sin un poco de trabajo”.
* Yanuacelis Aure es estudiante de Comunicación Social de la Universidad Monteávila.