íngel Fernández.-
El 14 de marzo se cumplen 45 años desde que “La Cosa Nostra” se presentara en las salas de cine. Sería precisamente en 1972 cuando el público escucharía por primera vez el nombre de El Padrino, para quedar posteriormente como una joya indiscutible del cine. No es broma decir que este es el largometraje más grande jamás visto en la historia del cine, o uno de los más grandes acompañado de cintas como Citizen Kane o Wizard of Oz.
Fue este un éxito que se desprendió más allá del dinero, pues la crítica y los galardones también hablaron por si solos. Para los premios Oscar la cinta se alzaría con el merecidísimo premio de mejor actor para Marlon Brando, el premio al mejor guión adaptado para Mario Puzzo y Francis Ford Coppola, y el pez gordo de la noche para el director Coppola, el premio a la mejor película.
La década en la que El Padrino salió al aire estaba caracterizada por una crítica grandilocuente hacia la sociedad perfecta y accesible que se había vendido antes, cinematográficamente hablando. Los años 70 se definen globalmente para el cine como una mirada escéptica, definida por la pregunta: ¿este mundo es uno donde realmente se puede vivir en paz?
El cine del choque con las realidades no solo se constituyó por la obra de Coppola, sino que además contó con obras maestras en el trayecto de la época, tales como La Naranja Mecánica de Stanley Kubrick; Chinatown de Roman Polanski; El Cazador de Michael Cimino; o la inolvidable Taxi Driver, que se encargó de enaltecer la figura de Michael Scorsese.
Todas y cada una de estas obras venden dentro de un común denominador los diferentes matices que hacen al mundo un lugar inseguro, sombrío y desagradable, los que representan una patada en las partes nobles al cine idealista de la década pasada. Kubrick muestra la parte más oscura de la naturaleza y psicología del ser; Polanski refleja cómo la corrupción puede sobreponerse de forma reiterativa a la justicia o al deber ser; y Scorsese resalta al anti héroe demacrado que representa la intolerancia hacia la realidad interna y externa más miserable de las calles más oscuras de Nueva York.
La obra de Coppola durante esta época de escepticismo desmedido no sólo entra como anillo al dedo, sino que además termina cumpliendo con un lado iluminado dentro de su ejecución más allá de la dominante oscuridad de la historia. Es por esto principalmente por lo que es una de las historias que sobrevivió al paso del tiempo, pues su mensaje moralista que se temía por muchos diera prestigio a las mafias no hizo otra cosa sino elevar a un plano superior el valor de la familia.
En 1971 Paramount Pictures tenía pensado iniciar el rodaje de la cinta bajo la tutela de Arthur Penn o Elia Kazan, directores de renombre sobre todo por la obra maestra del segundo A streetcar named desire. Kazan ya había trabajado con Brando en la cinta mencionada, por lo que se podía facilitar el trabajo actoral por parte del director.
La idea de contratar a Coppola surgió del guionista y escritor original de la novela Mario Puzo, pues como italoamericano entendía que debían confiar el proyecto a uno de su misma nacionalidad y costumbres, alguien que entendiera esa cultura en Estados Unidos y las diferentes vivencias que pudieran respaldar el proyecto. Como dijeron algunos de los dirigentes, “el olor a espagueti debía salir de la pantalla”.
Más allá de las dudas que generaba la contratación por el miedo a que se vieran enaltecidas positivamente las ideas de lo que era la mafia en Estados Unidos, se cedió primero por las garantías de que esto no sería así, y en segundo lugar que la contratación del joven Coppola era económica por su corta experiencia en el negocio. Punto que hace grande al director, precisamente por el logro descomunal que significó el proyecto respecto a su escasa trayectoria para el momento.
Haciendo un esbozo general a la impronta de Coppola, se ven muchos rasgos en la cinta de cine noir por las noches, como los gestos de claroscuro en sitios de poca luz, donde rostros y expresiones en medio de diálogos se ven opacados parcial o totalmente por sombras predominantes ante el poco apoyo de la iluminación, imprimiéndole una lectura de la psicología de los diversos personajes.
También bebe el director del cinema verité, donde hay diferentes usos de cámara que le dan un rasgo documental especial a la obra, con lo que se podría definir a la película como como un álbum de fotos familiares de principio a fin.
Mario Puzo cumplió con la tarea de escribir un guión de 163 páginas junto a Coppola, admirable objetivo alcanzado después de haber escrito una novela sobre la misma historia de 477 páginas.
El guión de El Padrino es cátedra en lo que se refiere a escrituras de este formato, se denota un dominio del tema o idea controladora completo. Cada una de las tramas que derivan de la principal giran en torno a las circunstancias de una familia, haciendo referencia a este cómo la espina dorsal que motiva las acciones. Todo es por la familia. Se resalta una maestría en el manejo del género dramático, en lo que atiende al uso de las convenciones y los arquetipos base respectivos, evadiendo siempre todo tipo de clichés.
Dentro de lo que forma el sistema de imágenes en el universo narrativo hay múltiples simbolismos que le dan una solidez especial a la historia. Las banderas e insignias patrias de la nación estadounidense son reiterativos y de una forma u otra permiten entender que no hay muchas diferencias entre los políticos con la mafia italoamericana.
El escenario principal es Nueva York, una ciudad que queda como representación de oscuridades dominantes de noche y luces saturadas en los días. Se presenta como un sitio peligroso más allá de sus lujos y comodidades obvias entre las tantas que puede presumir la familia Corleone. Siempre los entornos están estructurados por la puesta de escena como lugares seguros para los personajes cuando hay plenitud de gente en la toma y todo lo contrario cuando encontramos a un personaje en soledad. Casos memorables de esto en la trama son incontables. Desde Santino al momento de vengar el maltrato hacia Connie por parte de Carlo, hasta los momentos en los que Michael desde el baño tiene un asesinato por ejecutar que pesa y gobierna sus pensamientos. Son estos algunos de los momentos en los que la vulnerabilidad es latente.
Al final es este un mundo gobernado por políticas injustas, uno que invita a pensar que mafia o políticos entran en el mismo paquete. Un mundo de valores buenos dentro de la unión que a su vez se rodea con claras evidencias de una oscuridad ascendente y cada vez más nauseabunda.
Conociendo a la familia
La variedad y cualidades multifacéticas entre los variopintos personajes viene a ser otra proeza de esta gran aventura, personajes que lucen completos desde sus cualidades internas y externas, caracterizaciones que los hacen únicos y diversos conflictos que vienen a ser reveladores de sus personalidades al momento de tomar decisiones, todo dentro de los tres niveles básicos que componen los conflictos, que vendrían a ser los niveles privados, personales y profesionales.
Cada uno de los personajes dentro de la historia cuentan con ese algo especial, en este caso es preferible mencionar primero a los que no se mencionan frecuentemente, para luego señalar a los protagonistas.
Sollozzo: antagonismo perfecto
Dentro de lo que representa una fuerza antagónica en las historias, es reglamentario sin dudas que ésta represente todo lo que detesta el protagonista, y que además sea una contracara de este. Podríamos decir entonces que Virgil Sollozzo, interpretado por Al Lettieri, para la primera mitad de la cinta hasta su ejecución en el punto medio, cumple con todas las cualidades del villano que deberíamos recordar. Su imponente figura alta de ropas oscuras y su mirada que parece una mezcla de odio y enferma ambición son ingredientes suficientes para su complejidad. Su afán por jugar sucio y por corromper la paz entre las cinco familias, además de amañarse a tomar parte de la seguridad y protección de los Corleone, permite ver una faceta similar a lo que resultaría del reflejo de Don Vito en un espejo roto. Por esto que “El turco” es uno de los personajes más importantes para este drama.
Santino “Sonny” Corleone: memorias de un personaje colérico brillante
Después de Michael, es este el hermano más interesante dentro de la familia. Está desarrollado a tal nivel de maestría que más allá de sus malas actitudes terminamos extrañándolo al verlo morir acribillado. Santino, el encarado caminante de barbilla en alto, siempre con una postura de estar listo para propinar palizas a quien lo saque de sus casillas. Incontenible al momento de sentirse ofendido con las palabras o las acciones, es una clara representación de lo que sería quebrantar la regla de oro de la familia. “Nunca confundas negocios con algo personal”.
Tiene múltiples momentos de gloria este personaje interpretado por James Caan. Uno de los más recordados después del momento en el que cae abatido, es este donde decide buscar a Carlo a propinarle una paliza después de enterarse de lo que le hizo a Connie. Desencadena esto más adelante en un desenlace fatal para un personaje que muere por su propio temperamento y poca profesionalidad. En pocas palabras, este personaje es una de las obvias representaciones que encaran, como el mismo, al tema principal de la historia.
Tom Hagen: El silencio que pesa
El Consiglieri de la familia, el consejero del padrino que no podía pasar inadvertido. Es uno de los mejores personajes de la historia, se caracteriza por ser el hijo adoptado de Don Vito, aquél que termina afuera de su posición cuando Michael toma el poder y que durante el desempeño de su cargo es brillantemente representado por Robert Duvall como este personaje de pocas palabras pero acciones que dejan mucho de qué hablar. Siempre sentado y cobijado en los rincones oscuros de las tomas, desde los sitios abiertos o cerrados, siempre busca la oscuridad para resguardarse en el silencio, hasta que llega su momento de atacar cuando se siente amenazado.
Este personaje parece ser siempre el que trae cordura a la mesa cuando otros, como Clemenza o el propio Sonny, caen en tomar decisiones descerebradas. Es un personaje que tras su silencio y elegancia pulcra al vestir termina como la mente maestra que planifica los mejores movimientos posibles en las diferentes tareas que se presenten.
Vito Corleone: El rostro de un clásico
Con una prótesis mandibular y un gato postrado en su regazo, una rosa roja que más allá de hacer brillar el traje que lo viste termina expresando el valor que este personaje le da su propia sangre, muy por encima del concepto que tengan otros personajes. Este es por fuera Vito Corleone, el hombre que inicialmente le da nombre a la película, y que quedó excelentemente ejecutado a nivel actoral por parte de Marlon Brando. Todos los discursos y pensamientos que mantienen los valores positivos en la familia dentro de lo que cabe, su lento caminar y sus pausas al hablar, lo hacen un personaje más que carismático. El espectador sin dudas en la trampa de dejar de verlo como un jefe de la mafia para verlo, sin dudas, como un padre de familia.
Inicialmente se entiende su aprecio por todos sus hijos en el momento en concreto en el que decide no tomar una foto en la boda de su hija sino hasta la llegada de Michael. En otro pasaje vemos su llanto cuando se entera de la muerte de Santino. Entendemos mejor que con cualquier otro personaje el significado real de dar y recibir, un concepto que desde comienzo a fin hace que el espectador sienta un cariño especial con el mítico personaje.
Michael Corleone: La historia que se repite
Al Pacino finalmente representa al verdadero y gran protagonista de esta historia, Michael Corleone. Un hombre condecorado en la guerra llega a la boda de Connie con la moral muy alta, uniformado, junto a su novia Kay, sabe que como parte de su principal objetivo consciente que no quiere tener nada que ver con los negocios de su padre. El detalle o incidente incitador de esta historia es el tiroteo a Don Vito. Es aquí cuando se empieza a ver las contradicciones de Mike a sus propios principios, ejemplo y garantía de lo que es un protagonista en esencia, aquel personaje que cae en un abismo de expectativas y resultados que traen consigo conflictos en los diferentes niveles; y, principalmente, un cambio esencial.
Michael Corleone es un personaje que ve y entiende el mundo como uno que debe pasar por una limpieza urgente, el detalle es que este terminará seducido por la vía más rápida y ambiciosa, la cual sería trabajar con su padre. Todo esto consecuente de todos los males por los que su familia se ve amenazada.
Lo que termina ocurriendo es una historia que recuerda a la obra shakesperiana El Rey Lear, donde el hijo que menos se esperaba que tomaría el trono termina haciéndose con este.
Las Familias: cerrando ciclos para abrir los siguientes
Cerrando este viaje por este gran clásico acreditado y alabado por la crítica, no queda más sino recordar la última escena. Michael y Kay discuten sobre la ejecución de Carlo, y aquí se ve la transformación en Michael, en la que, de alguna forma u otra, el espectador logra entender que se ha convertido en su padre, cerrando así el ciclo que hace de esta una historia bien contada.
No es una casualidad que la historia empiece con una boda y terminé con un bautizo, pues esta es un oda dedicada a la fraternidad y a la familia, una que quedará eternamente en nuestras mentes y corazones.
* íngel Fernández es estudiante de Comunicación Social de la Universidad Monteávila.