Varinia Arraiz: “El teatro es un vicio”

La actriz aspira a que se mantengan las técnicas virtuales al volver al teatro. Considera que esta profesión exige sacrificio personal y afecta emocionalmente

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Las emociones asumen el control sobre las tablas, según la actriz

Marí­a Laura León.-

De pasar de ser “la niña más tí­mida del planeta” a una actriz con 20 años de carrera en el teatro venezolano, Varinia Arraiz profundiza, separando cada nivel de intimidad con un cigarro, sobre su experiencia, poniéndose en los zapatos de más de 20 personajes, lo que también es su historia de vida y según la artista, un vicio.

Rodeada de los árboles que se encuentran en el área común de la residencia donde vive actualmente y encendiendo el primer cigarrillo, la actriz habla de cómo su familia siempre ha tenido una vena artí­stica, lo que la impulsó a ella a involucrarse en las artes a corta edad.

“Mi papá siempre estaba con esa inquietud de que nosotros hiciéramos algo en las artes”.

Sin embargo, durante su infancia Arraiz dice no haber tenido mucho contacto con las artes profesionales ya que, a diferencia de sus hermanos, no estudió música e intentó practicar ballet, pero lo dejó porque una profesora le dijo que no tení­a tobillo para el baile y luego sus padres intentaron, infructuosamente, inscribirla en teatro.

“Me gustarí­a que se mezclaran las dos cosas: el teatro con las transmisiones en vivo, porque hemos crecido en este tema”

“A mí­ me llevaron a los 8 años al teatro universitario para niños “El Chichón”, me llevaron y me inscribieron, pero yo nunca entré a clases porque era la niña más tí­mida de este planeta, me escondí­a en los baños y en los sótanos porque me daba pánico y me sacaron”, aseguró entre risas la hoy actriz.

Fue a los 17 años cuando decidió comenzar en el mundo artí­stico. “En esa encrucijada que tenemos todos de qué voy a hacer con mi vida porque voy a salir de bachiller, dije esto es una buena opción”, afirmó Arraiz. Tras realizar audiciones de canto, baile y cuentacuentos en “El Chichón” quedó en la agrupación y comenzó su carrera que ahora cumple 20 años.

¿Algún personaje con el que te identificas?

Hay varios, uno es Mayra de la obra “Weekend en Bahí­a”. Ella es una mujer que se va de Cuba a Nueva York y regresa por el amor, por las promesas y por su paí­s y me identifico con ella por el amor, porque ella ama como solo ella puede amar. Solamente el regresarte 19 años después para ver a tu primer amor no es algo que haga todo el mundo.

 Otro personaje al que le tengo muchí­simo amor, porque me ha tocado hacerlo bastante y espero que siga así­, es Rafaela de la obra “Si no me acuerdo no pasó”,  esa vieja es entrañable, tiene cosas tan divertidas por dentro y es tan querible que es muy sabroso hacerla. Es un personaje que disfruto mucho porque, en medio de su alzheimer, no es tonta, ella sabe muchas cosas y yo creo incluso que se aprovecha de su condición.

Arraiz se siente plenamente identificada con sus compañeros de trabajo

Mientras rememora a Rafaela la actriz sonrí­e. Los gestos de Varinia refuerzan sus palabras y al igual que al hablar de Rafaela, la actriz describe los rituales que realizan algunos de sus compañeros antes de entrar a escena.

“En el laboratorio teatral Ana Julia Rojas, la directora Carmen hace una jarra de malojillo por los nervios, entonces ves a todo el mundo con los vasitos tomando malojillo como loco”, dice Arraiz mientras sacude las manos. 

 Arraiz opina que emocionalmente el actuar es “una montaña rusa” porque tienen que estar pendientes de todo lo que sucede en la escena, con el personaje y hasta con ellos mismos. “Es como prepararse para ir a la guerra, porque no sabes de dónde te salta algo”, afirma mientras abre las manos indicando la forma en la que se abren los sentidos.

“Me llevaron y me inscribieron en El Chichón, pero yo nunca entré a clases porque era la niña más tí­mida de este planeta”

 “El estar en el escenario es mágico, pero también es un trabajo muy duro y puede ser peligroso (…) porque estás jugando con tus emociones, con tu cuerpo y tu psicologí­a”, explica la actriz, quien también dictó este año un curso sobre la empatí­a con el personaje, método que ella utiliza para expresar las emociones que aparecen en el guion.

 También comentó que aprovechando la flexibilización tuvo la oportunidad de reencontrarse con un grupo de baile, “sientes que vuelves a la vida”, expresa mientras suspira con alivio y posteriormente enciende el segundo cigarrillo

¿Cómo fue el llevar el teatro a la virtualidad?

Es complicado, pero es sabroso porque hemos encontrado otra forma. Descubrimos cosas técnicas que no tení­amos antes, que no hací­amos antes porque nosotros estábamos haciendo teatro y eso es parecido al cine y televisión. Este año hicimos una función de la obra “Te querré infinito”.

 Muchos de los comentarios que nos hicieron es que se sentí­a como si estuviéramos ahí­, emocionalmente el transmitir las emociones en la pantalla y nos sorprendimos. Pero yo estaba preocupada de que se cayera el internet, pendiente del texto, la luz y era como: ¿De verdad me estás diciendo que lloraste?¡Gracias, Dios mí­o!

 Hemos tenido conversaciones de si esto va a seguir así­ o de si esto es teatro y yo digo que sí­ ¿por qué no? Incluso me gustarí­a que se mezclaran las dos cosas, el teatro con las transmisiones en vivo porque creo que hemos crecido en ese tema, creo que se amplí­a más el panorama al nivel teatral y artí­stico.

¿Cómo es la relación con el público?

 Es una relación amor-odio, porque está el público necio, hay gente que entra a hablar por teléfono y a molestar. Y está el otro público que te escucha, entiende y te siente todo y tú dices ¡esta es la gente que yo quiero a mi lado toda la vida! A mí­ me pasó con el público del interior del paí­s, que me encanta porque es muy agradecido y te recibe muy bien.

De una joven tí­mida a una mujer que vibra sobre las tablas.

¿Quién es tu modelo a seguir?

 Son varios, porque son muchos los que han estado conmigo a lo largo del tiempo. El primero fue mi primo Carlos Arraiz, luego José Simón Escalona y su hermana Angélica Escalona, Carmen Giménez la directora del laboratorio y Carmen Ortiz, a quien yo adopté como mi maestra de bail

¿Cómo es trabajar las artes en Venezuela?

 Dificilí­simo, porque todaví­a somos considerados el último eslabón de la cadena, a pesar del interés por el micro-teatro, la gente todaví­a no le tiene respeto a las artes como deberí­a.

 Ese fue uno de los temas que se comentó mucho en la pandemia, por la gente que no está trabajando. Nosotros somos tu entretenimiento, tu cultura y a veces hasta tu conocimiento..

 La actriz habla sobre cómo las personas que se dedican a las artes tienen que sacrificar momentos de la vida privada: “Mientras están de vacaciones yo estoy trabajando y nos perdemos cumpleaños y reuniones familiares por estar en ensayo o presentando”.

 A medida que se acerca la noche Arraiz prende el último cigarro y comenta cómo luego de estar en escena a muchos actores les dan noticias sobre muertes de familiares, lo que les afecta emocionalmente, así­ describió la muerte de su tí­a y como durante el velorio se encontraba en una obra infantil “Estaba neurótica ese dí­a”.

¿Cuál ha sido tu momento más difí­cil en tu carrera?

 Creo que el 2011, fue un año particularmente duro. Ese año fuimos a Cuba con la obra “Manteca” y artí­sticamente fue un logro. Pero en lo personal ese año falleció mi papá, mi abuela, mi tí­a y mi suegra. Era el estar disfrutando artí­sticamente y por otro lado pensar ¡dame tregua! El pensar, estoy haciendo lo que amo pero a qué costo.

¿En qué estás trabajando actualmente?

 En mí­, porque tení­a muchas deudas emocionales con las que lidiar y que la pandemia me sacó a flote. Artí­sticamente nada todaví­a, pero que si se vienen porque pronto nos reunimos con “Las tres compañí­as” para planificar el 2021.

*Marí­a Laura León es estudiante de la Universidad Monteávila

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