Derecho y revés | ¿Cómo se redactó la Constitución de 1999? (I)

Carlos Garcí­a Soto.-

La Constitución de 1999 fue redactada por una Constituyente. Foto: Cortesí­a

En este año 2017 se cumplen 18 años desde que fue aprobada la Constitución de 1999.

Por ello muchos venezolanos adultos no fueron testigos de cómo se desarrolló ese proceso de redacción y aprobación de la Constitución.

Sin embargo, de ese proceso cabe aprender varias lecciones.

La Constitución ha sido parte importante del debate polí­tico, sobre todo en los últimos años, lo cual también es una buena razón para saber cómo se gestó y se redactó.

La crónica de la redacción y aprobación de la Constitución de 1999 está í­ntimamente vinculada con la historia reciente de Venezuela, porque la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente fue la principal oferta electoral del entonces candidato Hugo Chávez Frí­as.

Pero esa Asamblea Nacional Constituyente no sólo dio lugar a la Constitución de 1999, sino que fue el instrumento por el cual la mayorí­a polí­tica reflejada en esa Asamblea Nacional Constituyente se hizo con el control de buena parte del Estado venezolano. Toda la historia posterior del paí­s está directamente influenciada por los hechos ocurridos en 1999.

Por ello, a través de cuatro notas nos proponemos resumir el proceso a través del cual (i) se convocó la Asamblea Nacional Constituyente, (ii) se discutió la Constitución y (iii) se aprobó, sancionó y promulgó esa Constitución.

El proceso constituyente, como se señaló, no sólo dio lugar a la Constitución, sino que implicó que la Asamblea Nacional Constituyente asumiera el control de los poderes públicos. La redacción de la Constitución de 1999 y la toma del Estado venezolano a través de la Asamblea Nacional Constituyente se dio en paralelo. Estas cuatro notas se dedican sólo al proceso de redacción de la Constitución. La toma del Estado por esa Asamblea Nacional Constituyente es una historia distinta, que también convendrí­a relatar.

Para el momento en el cual el presidente Chávez asume la presidencia estaba vigente la Constitución de 1961. Esta Constitución habí­a sido producto del consenso entre las distintas fuerzas polí­ticas democráticas que hací­an vida luego del fin de la dictadura del General Marco Pérez Jiménez (1958). En buena medida la Constitución de 1961 está influenciada por otra Constitución también de consenso, la de 1947.

La Constitución de 1961 era la Constitución con mayor vigencia en la historia republicana de Venezuela, y fue la Constitución que rigió durante prácticamente todo el perí­odo democrático que se iniciarí­a en 1958.

Justo antes del golpe de Estado de 4 de febrero de 1992 se habí­a comenzado a plantear ante la opinión pública la necesidad de la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente como un instrumento para recomponer el sistema polí­tico. Con ocasión del golpe de Estado fallido del 4 de febrero de 1992 el planteamiento se harí­a más común.

En paralelo se intuye en varios sectores y personalidades la necesidad de discutir una reforma general a la Constitución de 1961. Para ello se conforma una comisión especial en el Senado de la República, presidida por la autoridad que significaba el expresidente Rafael Caldera.

Con ocasión de los trabajos desarrollados por la Comisión Presidencial para la Reforma del Estado (COPRE), se harí­an importantes planteamientos para una reforma de la Constitución.

Varios dirigentes polí­ticos e intelectuales plantearí­an a partir de 1992 al paí­s la conveniencia de ir a un proceso constituyente como una forma de legitimar el sistema polí­tico venezolano, ampliando los canales de participación y representación.

La principal promesa de Chávez fue convocar una Constituyente. Foto: photopin (license)

En todo caso, como se señaló, para la elección presidencial de 1998, en la que resultarí­a vencedor el candidato Chávez, la Constitución vigente era la de 1961, en la medida en la que ninguna de las iniciativas de reforma de la Constitución que se habí­an planteado llegó a término.

Si se quiere, la discusión sobre el proceso constituyente perdió un poco de fuerza a partir del inicio del segundo gobierno del presidente Caldera. Pero con ocasión de la campaña presidencial de 1998 retomarí­a interés, sobre todo a partir de su planteamiento por el candidato Chávez.

La propuesta fundamental del candidato Chávez fue la convocatoria a una ANC que tuviera como objeto (i) refundar la República y (ii) crear un nuevo ordenamiento jurí­dico.

La propuesta de la Constituyente no implicaba una mera enmienda o reforma de la Constitución. Significaba nada menos que sustituir la Constitución de 1961 por una nueva Constitución.

Pero para asegurar un mí­nimo de institucionalidad, esa sustitución de la Constitución de 1961 debí­a implicar, al menos, dos aspectos: (i) por una parte, que la derogación de la Constitución de 1961 y su sustitución por una nueva se realizara según un cauce formal permitido por la propia Constitución de 1961; y (ii) que hasta que no se dictara una nueva Constitución, la Constitución de 1961 debí­a mantener í­ntegra su vigencia. Como luego veremos, ninguna de esas garantí­as institucionales mí­nimas se mantuvieron en el proceso constituyente venezolano de 1999.

La Constitución de 1961 sólo permití­a dos cauces formales para su modificación: (i) la enmienda, para modificaciones puntuales que no alteraran la estructura fundamental de la Constitución, y (ii) la reforma, para modificaciones que sí­ implicaran una alteración importante de la Constitución (artí­culos 245 al 248 de la Constitución de 1961). Por ello, la Constitución no podí­a ser modificada, derogada o sustituida por un mecanismo distinto a la enmienda o a la reforma. En ese sentido, si se querí­a incluir a la Asamblea Nacional Constituyente como un mecanismo para sustituir a la Constitución de 1961, primero habí­a que, precisamente, modificar la Constitución de 1961, para incluir en ella la figura de la Constituyente, lo cual implicaba que el electorado se pronunciara a favor de esa modificación de la Constitución (artí­culo 246 de la Constitución de 1961).

Desde ese punto de vista, entonces, en Venezuela no podí­a convocarse una Asamblea Nacional Constituyente, salvo que se modificara la Constitución, por la sencilla razón de que la misma Constitución señalaba los únicos mecanismos a través de los cuales podí­a ser modificada, y en esos mecanismos no estaba contemplada una Constituyente.

Ello, por supuesto, implicaba un serio obstáculo para la propuesta que impulsaba el entonces candidato Chávez: la Constituyente no era un mecanismo de sustitución de la Constitución previsto en la Constitución de 1961. Con lo cual, desde el punto de vista constitucional, no podí­a convocarse a un proceso constituyente bajo la vigencia de la Constitución de 1961, a menos que se modificara la Constitución de 1961.

El 6 de diciembre de 1998 el candidato Chávez ganarí­a la elección presidencial, obteniendo el 56,20% de los votos, sobre el 40% obtenido por el candidato Henrique Salas, con una abstención del 36,24%.

Para ese momento la discusión constitucional en torno a la Constituyente se manifestaba a través de dos posiciones: o era necesaria una reforma a la Constitución de 1961 para incluir en ella la figura de la Constituyente; o el pueblo convocado podí­a expresar su soberaní­a decidiendo directamente la convocatoria a una Constituyente, a pesar que ésta no estuviera prevista en la Constitución de 1961.

En relación con esta última posición se planteó acudir a la figura del referendo consultivo prevista en el artí­culo 181 de la Ley Orgánica del Sufragio y Participación Polí­tica de 1997. Conforme a esa norma, el presidente de la República en Consejo de Ministros; el Congreso de la República o un 10% de electores inscritos en el Registro Electoral tení­an la iniciativa para “convocar la celebración de un referendo con el objeto de consultar a los electores sobre decisiones de especial trascendencia nacional”.

Esta opción, es bueno aclararlo, partí­a de la base según la cual supuestamente si el pueblo se expresaba en un referendo consultivo a favor de la Constituyente, ésta podrí­a ser convocada para que sustituyera la Constitución de 1961, aun cuando esa Constitución no incluyera a la Asamblea Nacional Constituyente como uno de los mecanismos institucionales para su modificación.

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En la próxima nota corresponderá relatar cuál fue el papel de la Corte Suprema de Justicia en esta primera etapa del proceso constituyente.

* Carlos Garcí­a Soto es profesor de la Universidad Monteávila.

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