Alicia ílamo Bartolomé.-
Mi nombre ya lo tienes arriba. Mi edad no te la digo porque no me sigues leyendo, ya te la diré más adelante. Mi currículo tiene sus contrastes: soy arquitecto graduada en la Universidad Central de Venezuela (UCV) y ahí mismo recibí después el título de Licenciada en Periodismo, no se hablaba en esa época de comunicadores sociales. Trabajé como arquitecto en la Dirección de Urbanismo del Ministerio de Obras Públicas (MOP), hoy desaparecido como tal, en la Fundación de la Vivienda Popular y fui profesora de Humanidades en la Facultad de Arquitectura de la UCV. La vida me fue llevando por otros derroteros y soy actriz, promotora cultural y dramaturga. Fui directora de Cultura de la Universidad Metropolitana y de Extensión Universitaria en la Universidad Simón Bolívar (USB). También directora de Cultura de la Gobernación del Distrito Federal y presidenta ejecutiva de FUNDARTE. Llegué a la Universidad Monteávila como decana fundadora de la Facultad de Comunicación e Información y, en ésta, fui profesora de Oratoria y Teatro. Hoy conservo la única cátedra superviviente del extinto Programa de Formación de Profesores, denominada Momentos estelares del teatro universal, los viernes de 7.30 a 9 am. Esto es lo principal de mi currículo, me reservo mi obra periodística, teatral y literaria para no cansar.
Este primer párrafo te sirve para entender el nombre que le he dado a esta columna que los directores de Pluma gentilmente me invitaron a intentar: si mi vida profesional ha sido un abanico de caminos, igualmente los temas de mis artículos lo serán. Hablaré de todo pero en tono menor, porque, comprenderás, quien ha seguido tantos derroteros sabe de todo pero solo un poco y así hablaré de arte, cultura, ciencia, religión, educación, deporte y qué se yo, con más audacia que conocimiento de causa. De hecho, solo tengo una especialidad: la fantasía. Y un master en buen humor. Ambos adquiridos en la universidad de la vida.
Terminada mi presentación, debería entrar ya en un tema. ¿Qué tal el de la página en blanco y la palabra? Muchos la temen, yo dejé de temerla porque descubrí hace tiempo que, siendo la página -hoy la pantalla- la cuna de la palabra escrita, basta poner una frase, la que sea, para que la palabra se reproduzca y fluya el escrito. A lo mejor esa frase primigenia la eliminamos después –también puede que la dejemos y sea puntal o eje- pero ya cumplió su misión, fue semilla.
Hace poco leí un hermoso artículo de Rodolfo Izaguirre sobre la palabra, el verbo, donde destaca su valor como expresión humana imprescindible, su significado en la sociedad, en el mundo y el horror de quienes la deforman, la convierten en arma grosera y cobarde porque carecen de ideas, argumentos y razón.
Tan importante es la palabra hasta por su connotación religiosa:
Al principio era el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba al principio en Dios. Todas las cosas fueron hechas por Él, y sin Él no se hizo nada de cuanto ha sido hecho… (Jn 1, 1-3).
Es decir, la palabra como origen del misterio insondable de la Creación.
* Alicia ílamo Bartolomé es decana fundadora de la Facultad de Ciencias de la Comunicación e Información de la UMA.
Gracias, Alicia, por animarte a tener una columna en Pluma y por proponer una vÃa para superar la temida página en blanco.