Cine venezolano se debate entre crisis y oportunidades

Fernanda Julio.-

Desde allá, de Lorenzo Vigas, acumuló premios internacionales. Foto: Cortesí­a

En Venezuela hay dos corrientes que chocan: el talento que emerge a diario y la innegable crisis. El cine no se escapa de esta situación en un contexto en el que, según se quejan los realizadores, el Centro Nacional Autónomo de Cinematografí­a (CNAC) y Fondo de Promoción y Financiamiento del Cine (Fonprocine) no ofrecen el debido respaldo a aquellos que pretenden desarrollar el séptimo arte en el paí­s.

Sin embargo, el 2016 fue un año significativamente bueno para el cine nacional, a pesar del contexto que, por el ahorro eléctrico, obligó a cerrar muchas salas. Si los venezolanos no vieron cine nacional aquí­ sí­ se vio afuera, argumento que es válido ya que fue uno de los escasos productos de exportación.

Es posible notar ciertas diferencias en la cinematografí­a nacional. Astrid Pérez, productora de Cari Films, cataloga estos estilos como «guerrilla” o cine de bajo presupuesto; el respaldado por organismos como el CNAC y la Villa del Cine; así­ como el independiente, que busca fuentes alternas de financiamiento.

Como organismo rector de la cinematografí­a en Venezuela el CNAC, adscrito al Ministerio de Cultura, se encarga de financiar proyectos audiovisuales, ya sean largometrajes, cortometrajes y documentales, para los cuales establece precios, tarifas y costos promedios.

Para el 2017 elevaron la oferta. Al pedir financiamiento, en caso de que se apruebe la solicitud, el presupuesto final para una pelí­cula será de Bs.79.408.989,24; para un documental, Bs.35.224.194,31; y para un cortometraje Bs.4.580.998,25.

¿Se puede hacer cine con tales presupuestos? «Si van a hacer una pelí­cula con todas las de la ley por supuesto que no, si vas a apelar a un esquema de producción como el que tiene Carlos Malavé, sí­. Él tiene un esquema de producción muy particular: él tiene sus cámaras, tiene sus luces, tiene unos amigos que son sus técnicos. ¿Ese es el esquema con el que quieren trabajar y pueden trabajar? Entonces adelante», señaló Luis Bond, quien dirige, escribe y edita para su productora Tramoyeros Films y es profesor en la UMA, UCAB y USM.

No todas las producciones audiovisuales son financiadas en su totalidad por el CNAC. «Si en mi oficina mi jefe me pide un guión de alguno de mis estudiantes para producir un cortometraje y lo aprueban puede pasar muchas cosas: mi jefe puede ser el productor ejecutivo, puede dar el dinero o los equipos», argumentó Daniela Marquez, quien trabaja en el Departamento de Postproducción en Angostura Media  y es profesora de la UCAB.

Los tribunales sacaron de cartelera la pelí­cula El Inca, de Ignacio Castillo Cottin. Foto: Cortesí­a

El 2016 fue quizás, económicamente, uno de los peores años que el paí­s ha vivido. Sin embargo, la opera prima de Lorenzo Vigas, Desde Allá, fue preseleccionada para los premios Oscar en la categorí­a de Mejor Pelí­cula Extranjera. La producción, que estuvo a cargo de Rodolfo Cova, ha alcanzado lugares a las que pocas cintas nacionales han llegado. Fue un fracaso de taquilla en Venezuela pero un éxito en el Festival de Cine Venezolano en New York, obligando a tener una función extra. Es una esperanza tangible para los cineastas venezolanos.

«No es una cosa fortuita, es trabajo que se hace desde el principio y el hecho de que reciba reconocimiento internacional es avalar el trabajo que se hizo desde el inicio porque aquí­ se hace muy buen cine. Lo que pasa es que es difí­cil porque no hay recursos, la gente se va, no es fácil pero no es imposible. Igual todo depende de demasiados factores y depende de que esos factores estén cuando los necesites», indicó Marquez.

Los venezolanos cada vez se abren más a aceptar al cine nacional. En el 2016 se estrenaron 26 pelí­culas con una recepción que parece mejorar con los años. En más de 200 festivales internacionales un proyecto audiovisual venezolano estuvo presente, siendo Desde Allá la más premiada en otras latitudes, incluso ganando el León de Oro del Festival de Venecia, primera vez que un filme venezolano obtiene este reconocimiento en este evento.

Muchos venezolanos han llegado a Hollywood cada vez con más firmeza, como Alberto Arvelo, Jonathan Jakubowics, Gustavo Dudamel y Edgar Ramí­rez, ya sea actuando, dirigiendo o componiendo scores. «Quienes quieren hacer carrera en lo audiovisual no deben, no pueden esperar a graduarse. La cantidad de casas productoras nacionales que apoyan al talento joven son muchí­simas. Hay talento a nivel técnico y hay espacios en donde mejorarlos», aseveró Pérez.

Pero durante el 2016 también hubo tropiezos, como ocurrió con El Inca, de Ignacio Castillo Cottin, pelí­cula estrenada casi dos años después de ser terminada pero que fue censurada por orden de los tribunales, situación que genera una contradicción entre tantas oportunidades.

«La Villa del Cine tiene la tendencia a ‘engavetar’ proyectos», aseveró Marquez, quien hizo referencia al complejo cinematográfico fundado en el gobierno del presidente Hugo Chávez con aproximadamente 13 millones de dólares. En sus poco más de cuatro hectáreas resguarda equipos de primera calidad para cada etapa en una producción, preproducción, producción y postproducción. También funciona como instituto educativo y distribuidora de las pelí­culas o documentales que produce.

El cine, en general, vive un buen momento en el que no solo los europeos o estadounidense gobiernan la influencia mundial. La categorí­a de Mejor Fotografí­a en los Oscar ha sido ganada tres veces seguidas por un mexicano; cada vez más latinos abarcan mejores puestos en súper producciones como The Neon Demon, del reconocido director danés Nicolas Winding Refn, cuya directora de fotografí­a, Natasha Braier, es peruana.

* Fernanda Julio es estudiante de Comunicación Social de la Universidad Monteávila.

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