Andrea Doval.-
Para poder adquirir la canasta alimentaria un trabajador debe invertir al menos 19 salarios mínimos, situación que, acorde con el director del Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas), Oscar Meza, no muestra indicios de mejorar en un país donde la inflación diariamente aumenta 1,5% y que, según sus estadísticas, para finales de diciembre podría situarse en 450%.
Meza explicó que la situación que viven los trabajadores es el resultado de las políticas aplicadas en el marco del “socialismo del siglo XXI”, ejecutor de las principales medidas económicas que a su juicio tienen su punto de culminación en un dólar que “pulveriza el salario mínimo de los trabajadores”.
Aseguró que la principal causa de la inflación es la impresión de dinero inorgánico, sin respaldo en las reservas internacionales, las cuales han disminuido debido al pago de la deuda externa. “Esto trae como consecuencia la reducción del 50% de las importaciones de los producto, lo que somete a la población a esta situación de hambre y escasez que sufrimos la mayoría los venezolanos”, enfatizó.
Según Meza, “la escasez es producto del modelo político cuya base es la expropiación de los medios de producción, que acabó con dos tercios de las empresas”.
Aseveró que para sustituir los bienes que producían esas empresas el gobierno realizaba importaciones que sufragaba con los altos ingresos petroleros existentes durante varios años. Argumentó que la escasez actual es el resultado del mal manejo de los ingresos petroleros y no de los actuales precios del crudo. Recordó que durante el gobierno de Rafael Caldera el barril alcanzó mínimos históricos sin que se registrara desabastecimiento.
Meza afirmó que el aumento salarial es un incremento nominal que causa una ilusión monetaria. “Es un fenómeno en donde la gente cree que aumentando los números del salario mínimo automáticamente también se recupera el poder adquisitivo”, puntualizó.
El director del Cendas indicó que el control de precios generó una distorsión que ha producido la desaparición de los productos junto con el cierre de empresas, porque los empresarios no pueden vender a pérdida, lo que, según remarcó, incrementa el desempleo.
“La diferencia entre los productos controlados y los precios de mercado es de 3.913,6%. Por ejemplo, el arroz está regulado en 120 bolívares y su precio real, en el mes de octubre, era de 2.436,34 bolívares, de manera que la diferencia entre ambos es de 1.930,6%”, ilustró.
Meza advirtió que en la medida en que el gobierno no sea capaz de reconocer que se requiere un cambio del modelo los niveles de inflación seguirán creciendo. “El daño irreversible que ha dejado esta revolución es moral: se acostumbró a una parte de la población a recibir viviendas, pensiones y recursos de parte de gobierno, bien sea por una misión o el empleo en la nómina”, agregó.
El director del Cendas explicó que a final de año los gobiernos buscan que haya abastecimiento, pero enfatizó que ahora ni siquiera se puede garantizar una especie de burbuja navideña. Alertó de las consecuencias para el 2017.
“Nos espera un primer cuatrimestre con una situación crítica, donde las empresas están cerrando y los trabajadores no contarán con ese empleo, con un dólar marcador para las mercancías cerca de los 10.000 bolívares. Entramos en la autopista de la hiperinflación, los niveles de escasez seguirán creciendo y la situación será muy dura”, puntualizó.
Aseguró que los trabajadores deben pensar en definir una estrategia en defensa del poder adquisitivo de su salario a través de una lucha para defender la libertad monetaria, que es la posibilidad de decidir la moneda en la que se recibe el ingreso, estipulada en el artículo 143 de la Ley Orgánica del Trabajo.
“Los trabajadores estamos en el peor de los mundos, cobramos en bolívares devaluados y pagamos los productos a dólar libre”, concluyó.
* Andrea Doval es estudiante de Comunicación Social de la UMA.