Relatos domésticos | ¿Tienes punto?

Francy Figueroa Domí­nguez.-

Tanto papel que no compra nada termina por desesperar. Foto: Cortesí­a
Tanto papel que no compra nada termina por desesperar. Foto: Cortesí­a

Esta pregunta es común para el comprador venezolano de estos tiempos. Me parece un fenómeno impresionante la cantidad de puntos de venta para el uso de tarjetas de débito y crédito que hay en cuanto insólito o pequeño negocio existe. Desde el que vende hamburguesas, pasando por el mercadito de los viernes en la calle, el puesto que oferta jeans en El Cementerio o una gran cadena de supermercados.

Y si la respuesta es no, que el negocio no cuenta con el famoso aparatico, el consumidor se pone en un aprieto grandí­simo. ¿Y ahora? ¿Y dónde puedo sacar efectivo? Hacer o no hacer la interminable cola del cajero automático, he ahí­ el dilema.

Demasiados negocios en el paí­s se han visto obligados a dotar sus tiendas de esta tecnologí­a para poder subsistir. El gobierno venezolano ha dilatado por meses la decisión de lanzar billetes de mayor denominación, y bastante se ha especulado en las redes sociales sobre el rostro que aparecerí­a en el nuevo cono monetario.

En esta época en la que predomina lo visual y lo gráfico, hace poco vi un tuit que rezaba algo así­: “me mandaron a hacer un trabajo en la escuela sobre los billetes en circulación. Es más barato pegar el billete que mandarlo a imprimir”.

Cuánta verdad en una sola frase. Mi mamá dice que echar los billetes a la basura es casi un pecado, pero tanto papel que no compra nada termina por desesperarte, colmando cada rincón de la casa, mesita de noche y/o recipiente medianamente hondo que llega a colapsar en pocos dí­as. La economí­a se reduce al plástico.

Si hablamos de colapso tenemos que hablar del colapso de la fibra óptica nacional. Nuestra tecnologí­a es insuficiente para sostener la enorme cantidad de transacciones simultáneas, lo que provoca que el punto “se cuelgue” o se quede sin señal. Y eso que nos decí­an que con el Satélite Simón Bolí­var y su prócer vecino, el Miranda, í­bamos a ser pioneros en Telemedicina. Bueno, no.

El negocio del futuro (del presente, mejor dicho) ante la estrepitosa caí­da de las ventas en todos los rubros son los avances de efectivo. Las tiendas y abastos cobran comisiones que van desde el 5% hasta el 21% en el caso de tarjetas de crédito solo por proveernos de los tan ansiados billetes, y tratan de salvar lo impresentable que es un bono de alimentación que supera al salario y que tampoco alcanza para comprar lo mí­nimo.

La apuesta sigue abierta… ¿Quién será el rostro de los nuevos billetes? Lo sabremos en un próximo capí­tulo.

* Francy Figueroa Domí­nguez es la secretaria de la Facultad de Ciencias de la Comunicación e Información de la UMA.

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