Fernando Vizcaya Carrillo.-
Hemos visto la influencia de los clásicos para llegar a tener puntos de trabajo intelectual claros, desde donde construir con acierto algunos planes curriculares, siempre respetando la dignidad de la persona y tomando en cuenta, la diversidad, que es propia del ser humano. Lo propio de ese ser es la diversidad, la pluralidad. Pero no basta ese punto de vista. Desde otra perspectiva, el hombre, es un ser que puede diferenciar medios de fines, pues tiene estos claramente definidos antes realizar una acción que supone mucho más que moverse físicamente y que incluso puede cambiar los fines y por lo tanto escoger los medios y no solo esto, puede crear o construirlos y plantearse fines que expliquen o logren nuevos niveles de comprensión y dominio del entorno.
Por otra parte, al enfrentarnos a la continuidad de esa racionalidad o por lo menos de esa acción racional en cuanto que se produce un flujo de significados —razones— por las que se actúa y obra, nos lleva a pensar que existe una transmisión de costumbres, de formas de ver y de pensar, de interpretar la realidad que está en su entorno. Esa realidad no sólo es la naturaleza, también la constituye seres semejantes en racionalidad. La transmisión no se realiza nunca de un ser racional a un ser no racional, sino de un hombre a otro hombre.
La supuesta comunicación entre el hombre y los animales no suele pasar de estímulos y respuestas a esos estímulos o reconocimiento sensorial. Los diferentes estudios realizados en este campo se pueden clasificar en conducta inducidas por acciones y reacciones a esos estímulos de una forma unidireccional, es decir, siempre se producen “fuera” del individuo. Desde Pavlov hasta Skinner y sus seguidores, se ha comprobado este principio. Muchas de esas experiencias han sido aplicadas luego a sistemas educativos humanos. Esto último no suele pasar de ser un reduccionismo que implica, con frecuencia, lesionar la dignidad humana en lo que atañe a su libertad, al tratar de aplicarlo a la totalidad del hombre como ser más complejo que los animales y las plantas. Comenta Morín sobre los aspectos diversos de la concepción o criterios de experimentación, en la investigación en ciencias sociales:
”Las aptitudes cognitivas humanas solo pueden desarrollarse en el seno de una cultura que ha producido, conservado, transmitido un lenguaje, una lógica, un capital de saberes, de criterios de verdad” (Morín, E.;1988:27)
Estamos, por lo tanto, ante planteamientos serios para iniciar la investigación o la reflexión de las siguientes premisas: ¿el hombre es un ser autosuficiente que puede desarrollarse, crecer sin la participación de agentes externos a él? ¿Es el hombre una parte de un todo —que sería la comunidad— sin la cual no se puede desarrollar y llegar a ser hombre?
*Fernando Vizcaya Carrillo es profesor de la Universidad Monteávila