María Andrea Gavotti.-
En los últimos años Venezuela atraviesa una aguda crisis económica, caracterizada por una hiperinflación que podría superar el 13.000% en el 2018, según diferentes analistas, lo que propicia la búsqueda de nuevas oportunidades en otros países, tomando a veces cualquier vía de escape sin medir las consecuencias, lo que convierte a muchas personas, sobre todo jóvenes, en potenciales víctimas de trata y tráfico de personas, situación cada vez más denunciada y visible.
Este fin de semana fue desarticulada una red de tráfico de personas en Austria, gracias a la denuncia de una joven venezolana que viajó a ese país tras una buena oferta de empleo, condiciones excelentes de trabajo, legalización rápida y gastos cubiertos por el empleador.
Al llegar a Viena le fueron decomisados sus documentos personales, le prohibieron entablar contacto con su familia y la obligaron a prostituirse, además de no recibir nada de dinero a cambio de las actividades que realizaba, por lo cual dependía 100% de las personas que la tenían sometida.
De acuerdo con las declaraciones de la joven a la policía local, ella fue contactada en Venezuela, al igual que otras mujeres que fueron rescatadas de la organización criminal, connacionales y colombianas. La red era dirigida por una venezolana y la integraban cinco personas, según reportaron medios internacionales.
Ante esta situación, que cada vez se vuelve más común, la socióloga Ana Patricia Varela, egresada de la Universidad Católica Andrés Bello, señala: “Hay venezolanos que están desesperados por conseguir dinero o irse del país y esto se presta para que otras personas se aprovechen de nuestra situación y necesidad, para envolvernos con negocios ficticios y llevarnos a la explotación”.
De acuerdo con Naciones Unidas el “tráfico de personas” es la acción de captar, transportar, trasladar personas, recurriendo al fraude o engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad, con fines de explotación.
Las personas que operan detrás de estas redes tienden a ser muy persuasivas y captan fácilmente los intereses de los jóvenes que abordan. Según el Observatorio de Delito Organizado (ODO), en su informe del año 2018, realizado conjuntamente con la embajada del Reino Unido en Venezuela, “la crisis en materia de salud, alimentación y, en especial, la referente a la migración, es terreno fértil para la proliferación de todas las formas de esclavitud de venezolanos.
En el 2014 esta misma organización reportó 50.000 casos de esclavitud moderna en Venezuela, cifra que se elevó en el 2018 a 198.800 casos reportados, de los cuales 70% de las víctimas eran mujeres y 25% niños en edades comprendidas entre los 7 y 14 años.
La misma realidad denunciada en Austria, la vivió otra joven caraqueña, estudiante de la Universidad Católica Andrés Bello, en Dubái  La joven, bailarina profesional de tango, integrante de una academia de baile, aceptó una oferta de trabajo de la misma agencia donde se formó, para viajar a este emirato con un contrato de seis meses, según relató la hermana de la víctima.
El trabajo consistía en formar parte de espectáculos en un hotel de la conocida ciudad. “Obviamente era una oportunidad innegable, le ofrecían 500 dólares mensuales, más la estadía y comida y, sin pensarlo mucho, firmó el contrato, ya que con eso nos iba a ayudar a sobrevivir en Venezuela”, señaló la mujer, quien prefirió mantener su nombre en reserva, al igual que el de su hermana.
Al llegar a Dubái, el escenario fue otro, le quitaron sus documentos y la obligaron a realizar actividades en contra de su voluntad, en locales nocturnos. Estuvo encerrada casi tres meses, viviendo una pesadilla, hasta que logró escapar y contactar a otra venezolana que le dio alojo en su casa, desde ahí habló por primera vez con su familia.
“Ella no tenía papeles y le fue muy difícil salir del país, entre préstamos y otras cosas pudo llegar a Egipto y fue a partir de ahí que logró venir a Venezuela”, explica la joven, quien reconoce que su hermana transita un largo camino de recuperación emocional por todo lo vivido.
En el 2016, Venezuela estaba ubicada en el puesto 18 de 52 países con mayor población en condición de esclavos y el segundo de Suramérica, solo superado por Perú, según el índice Global de Esclavitud de la Fundación Walk Freedom.
Al parecer de la socióloga las autoridades nacionales no están realmente interesadas en abordar esta problemática, además le llama poderosamente la atención que las personas parecieran no estar informadas sobre la trata de personas y sus peligros, ya que “no es un tema muy conocido y gracias a la desinformación es que muchas caen en estas redes”, comentó Varela.
De acuerdo con el Observatorio de Delito Organizado, desde Venezuela están captando a jóvenes para ser explotados en otros países, especialmente con destino a Centroamérica, Asia y algunos países del antiguo bloque soviético, donde las redes de explotación y delito organizado están sumamente desarrolladas.
Curazao también es un destino para aquellos que se están valiendo de la vulnerabilidad social que vive Venezuela, según reseña la revista especializada Cuentas Claras, medio que publicó la entrevista de una joven zuliana, de 25 años, quien vive una historia de terror en esta isla del Caribe.
“Esto no es un secreto para nadie, la crisis lleva a buscar solución en otras partes. No es lo más fácil, pero es lo que hay”, dijo la joven, quien explicó que a ella le pagaron el boleto de avión desde Venezuela, le prestaron los dólares que las autoridades de migración exigen para entrar a la isla y la buscaron al aeropuerto. Sus gastos superaban los 1.300 florines, equivalente a 730 dólares, reseña el medio.
Le dijeron que en una semana pagaba la cuenta y quedaba libre para regresar a su casa cuando quisiera, con dinero para mantener a su familia. Lleva seis meses viviendo en condiciones deplorables, sin poder zafarse de la red que la obliga a trabajar de manera ilegal en bares, haciendo lo que no desea.
La experta hace un llamado de atención a los jóvenes, a los que considera más vulnerables, para que estén atentos a ofertas laborales demasiado increíbles y maravillosas, los invita a desconfiar y a asesorarse para evitar traumáticas experiencias.
*María Andrea Gavotti es estudiante de la Universidad Monteávila