El laborismo británico enfrenta una crisis histórica

Carla J. Mendoza.-

El laborismo británico ha visto reducir su respaldo popular. Foto: photopin (license)

En los últimos años los acontecimientos que rodean al Partido Laborista británico no son especialmente favorables. Entre conflictos internos, deserción de diputados y pérdida de popularidad, el laborismo actualmente se encuentra a la deriva.

El Partido Laborista es una institución polí­tica centenaria, que data de 1906. Su formación, organización y ascenso estuvo í­ntimamente unida a la evolución del movimiento obrero inglés del siglo XIX. En Gran Bretaña, durante el siglo XVIII, se dieron un conjunto de circunstancias particulares como el crecimiento poblacional, la abundancia de mano de obra y toda una serie de perfeccionamientos técnicos y mecánicos que originaron el fenómeno de la revolución industrial.

Esto hizo que desde 1802 naciera una corriente revolucionaria que buscaba modificar la legislación con el fin de satisfacer las demandas de los obreros, que comenzaban a sentir la opresión del nuevo orden de cosas provocado por el maquinismo. Luego de muchos intentos y movimientos fallidos, la consolidación del partido representó el triunfo de la clase obrera. Este fue uno de los movimientos socialistas más poderosos del mundo, llegando por primera vez al poder en 1924, de la mano de Ramsay MacDonald.

A lo  largo del siglo XX volvieron a ocupar el número 10 de Downing Street entre 1929 y 1935, otra vez con MacDonald; entre 1945 y 1951, con Clement Attlee; entre 1964 y 1970 y entre 1974 y 1976, con Harold Wilson; en 1976, con James Callaghan; entre 1997 y el 2007 con Tony Blair; y entre el 2007 y el 2010 con Gordon Brown.

Actualmente Jeremy Corbyn se alza como lí­der del laborismo, el cual se encuentra luchando con muchas corrientes en su contra. Fue elegido formalmente en septiembre del 2015, pero las polí­ticas que ha mantenido durante su gestión han causado descontento y división entre los miembros del partido, trayendo como consecuencia la dimisión de algunos de ellos. Hoy dí­a el partido se divide entre los que apoyan o no la dirección de Corbyn.

El mayor fallo de Corbyn y el laborismo es la falta de congruencia en sus discursos y la inestabilidad de sus estrategias polí­ticas. Han prometido sumarse a la ola del anti-establishment, han alegado trabajar para recuperar el voto obrero perdido, pero no se ha visto que tomen medidas para cumplir dichas promesas. La posición del Partido Laborista frente a la crisis de inmigración y el Brexit fue cuestionada por gran parte de los ciudadanos británicos.

Jeremy Corbyn intenta mantener el liderazgo en el laborismo. Foto: photopin (license)

Si bien nacieron con inspiración marxista, ya a comienzos del siglo XX el Partido Laborista renunció a los ideales revolucionarios y se abrazó a la socialdemocracia. Después de casi dos décadas de ser vapuleados por los conservadores en las urnas, con Blair el laborismo giró hacia posiciones de centro y se acercó a las tesis de la llamada tercera ví­a.

Hoy su pensamiento se fundamenta en una economí­a mixta en la que se busque compensación con la justicia social, aunque desde que Corbyn asumió el liderazgo se han desempolvado ciertas prédicas propias anteriores a Blair.

El resultado de la última votación de Copeland replantea serias interrogantes sobre el futuro del Partido Laborista en Inglaterra. Las fallas en el discurso de Corbyn ha acarreado la pérdida de muchos votos, las encuestas van en picada, nada apunta a favor. El partido puede implosionar por falta de apoyo e identidad. 

Anteriormente el laborismo, pese a sus aciertos o errores, contaba con el respaldo o aprobación de la clase obrera, ya que era el único partido que velaba por sus intereses. El nacimiento, a finales del siglo XX, del UKIP (United Kingdom Independence Party, en inglés,  Partido de la Independencia del Reino Unido, en español) ha cambiado este hecho, dando otro golpe a la popularidad del laborismo.

El UKIP es un partido británico de derecha populista, militante del euroescepticismo y defensor del abandono por parte del Reino Unido de la Unión Europea. He aquí­ el nuevo conflicto del siglo XXI, al cual el Partido Laborista no ha querido mirar a los ojos: el euroescepticismo es cada dí­a más grande en Europa.

Las guerras, el terrorismo, las debacles económicas y la xenofobia están a la orden del dí­a. Ha renacido un miedo global que logra que los nacionalismos sean cada vez más importantes en la mente de los ciudadanos alrededor del mundo. El laborismo y muchos otros partidos aún no han aceptado esto como una radical realidad. La izquierda ha perdido popularidad a nivel mundial, lo que ha dado pie al auge de la ultraderecha.

Para prevalecer en el tiempo el Partido Laborista necesita realizar un cambio en su liderazgo, así­ como reafirmar sus ideales y estrategias polí­ticas, adaptándolas al contexto global que existe en la actualidad. Hoy más que nunca el laborismo necesita reconsiderar sus posturas o, de lo contrario, arriesgarse a la desintegración.

* Carla J. Mendoza es estudiante de Comunicación Social de la Universidad Monteávila.

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