Alicia ílamo Bartolomé.-
A mí me gustan muchos los refranes, en eso soy seguidora del difunto ex presidente Luis Herrera Campins, que los aplicaba oportunamente y con gracia. Era una característica de su personalidad jovial. El refrán refleja una sabiduría y hasta una filosofía popular. En el refranero venezolano hay verdaderas joyas.
Un día, un compatriota y yo, que coincidimos en París en unos cursos de francés en la Alianza Francesa, nos divertimos de lo lindo cuando la profesora del curso de conversación nos pidió que tradujéramos al francés dichos venezolanos. Nos fuimos por los refranes y aquello fue apoteósico…  para nosotros, porque los compañeros, usuarios de diferentes idiomas, igual que mi paisano y yo, apenas si balbuceaban el francés. Por supuesto, se quedaron bastante en la luna y lo mismo la profesora. Porque un refrán tiene sentido en su propia lengua y en su ambiente. Por buena que fuera nuestra traducción –y claro está que aquellas no lo eran-, ¿qué podría decirle a esos estudiantes de polifacética extranjería algo como por ejemplo yo no creo en pajaritos preñados, dicho así je ne crois pas de petit oiseaux pregnant? O bien: morrocoy no sube palo o cachicamo diciéndole a morrocoy conchudo. ¿Cómo traducir esto y que tenga un sentido en francés? Pero donde nos coronamos de gloria de tanto reír nosotros mismos fue cuando saltamos con lo siguiente: dancé mois set toupie sur l’ugne pour voir s’il ne bouge pas! Que en buen criollo es ¡báileme ese trompo en l’uña a ver si taratatea! Risueños recuerdos de un ayer lejano, en la segunda mitad del siglo pasado.
Pero vamos al presente. Cuando reaccionan iracundos e insultantes unos individuos por una carta -que no conocemos- del Sumo Pontífice a través de su secretario de Estado, bien les cabe este refrán: el que se pandea es porque está matao. O este otro: el que se pica es porque ají come. Se da siempre la contradicción de que solo la verdad hiere tanto cuando debería ser al revés: indignarse ante la falsedad. Pero claro, son tan falsos que vivirían furiosos contra ellos mismos, ¡y están tan tranquilos! Por eso lo veraz les hace roncha.
Cuando veo las idas y venidas en torno a una mesa de diálogo se me vienen a la mente otros refranes. Pero hago un paréntesis: en este caso no creo posible un diálogo, porque este no se da sino entre seres de la misma especie y aquí hay una especie humana frente a la otra que no sé qué nombre darle, pero humana no es. El Salmo 84 dice:… la misericordia y la fidelidad se encuentran, / la justicia y la paz se besan… (v. 11), pero no encuentro en ninguna parte que se diga: la verdad y la mentira se encuentra, se besan o se abrazan. Para mí, ni siquiera se hablan. ¡Y son ellas las que han pretendido este famoso y fracasado diálogo!
Yo creo que a la MUD la han dejado en esa mesa de diálogo compuesta y sin novio, pero nosotros, toda la oposición venezolana, no nos vamos a desanimar. Tomemos impulso, coraje y a otra cosa mariposa. Nadie nos va a dejar -¡no faltaba más!- con los crespos hechos.
* Alicia ílamo Bartolomé es decana fundadora de la Facultad de Ciencias de la Comunicación y la Información de la UMA.