Carlos Lanz.-
¿Quién no ha sentido dolor alguna vez? ¿Recuerdas esa ocasión en que cortando una cebolla te cortaste el dedo? ¿O aquella vez que te pisaste el dedo con la puerta del carro?
El dolor es una experiencia desagradable relacionada con daño corporal, ya esté presente o potencial, con varios componentes sensoriales, emocionales, cognitivos que dependen de la personalidad, genética y la biografía de las personas que lo padecen. Desde la década de los noventas, y de modo creciente, se ha reconocido en el mundo científico y en la opinión pública que el dolor es un problema de salud notable por su incidencia en el bienestar de las personas y por los gastos que genera en la sociedad. Una de cada cinco personas en el mundo padece dolor crónico y una de cada diez padecerá dolor crónico cada año. ¿Y qué es el dolor crónico? Imagínese el desocupado lector que tuviera el dolor que tiene hoy por cortar una cebolla en partes importantes de su cuerpo, en la espalda, las piernas, un brazo, o la cabeza todos los días del año. Y que ese dolor, por su cotidianidad, haga que no pueda dormir, ni comer bien, ni alimentarse; y que por estar en dolor empieza a ver que nada vale la pena en la vida. Eso es tener un dolor crónico.
¿Pero acaso no aprendimos que el dolor es una señal de algo que no está funcionando bien en nuestro cuerpo y que si vamos al médico, o tomamos una pastilla, desaparece el dolor? El problema aquí es que la causa que produjo el dolor desapareció, o fue tratada adecuadamente, pero el dolor se convirtió en una enfermedad por sí misma. Algunos pacientes han sufrido un traumatismo en un brazo y luego el brazo se pone frío y duele todo el tiempo, meses después que el golpe sucedió. Hay personas que tienen dolores generalizados en todo su cuerpo, que no saben cómo aliviar, y que probablemente serán operados y después de ser intervenidos seguirán adoloridos continuamente. Ya hay nombre para esta situación y es fibromialgia. Y hay diabéticos que a pesar de tener sus niveles de azúcar controlados empiezan a tener ardor en las piernas día y noche. Todos estas personas padecen de dolor crónico: es una enfermedad que tiene su propios tratamientos y hay médico que nos dedicamos a tratarlo.
Este año la IASP ha convocado un año global contra el dolor en las articulaciones, para sensibilizar a la comunidad internacional sobre la prevalencia del dolor articular y sus modos de tratamiento. 40 millones de personas sufren de dolor en las rodillas y en la espalda. La lumbalgia representa la primera causa de inasistencia al trabajo en los países que llevan estadísticas de sus problemas de salud.
Hay distintos modos de tratar el dolor. Algunos implican intervenir mediante punciones en distintas partes del cuerpo. Guiado por ecografía o radiografías dinámicas se puede bloquear el círculo vicioso que se produce cuando el sistema nervioso se queda “reverberando” por un dolor crónico. Es como resetear la computadora para que los medicamentos hagan su efecto.
También hay que tratar los aspectos psicológicos del dolor, tal como la depresión y la ansiedad, por lo que hay que atender a estos pacientes con mucha consideración y sensibilidad, haciéndoles saber que es una situación crónica que hay que enfrentar siempre para lograr su atenuación y alcanzar un mejoramiento de su calidad de vida, que usualmente está muy deteriorada.
El tratamiento del dolor tiene sus riesgos. En Estados Unidos, dada la sensibilización de la opinión pública acerca del dolor crónico, ha habido una prescripción exagerada en los últimos años de potentes analgésicos derivados de la morfina, llamados opioides; medicamentos muy útiles y muy potentes para el alivio del dolor, pero que deben ser recetados por breves períodos y considerando el potencial adictivo del paciente y sus allegados.
Espero que cuando nos cortemos cocinando nos acordemos de los muchos que tienen dolor todos los días y los ayudemos a conseguir alivio.
* Carlos Lanz es profesor de la Universidad Monteávila.