Mommy: devastadora y extraordinaria

Tomás Rivero D.-

Mommy es un filme que se debe ver y analizar. La cantidad de detalles, mensajes y reflexiones que nos deja la pelí­cula son para recordar
Mommy ganó el premio del jurado en el Festival de Cannes

Sufrimiento, amor, cariño, lucha y devastación, la vasta cantidad de sentimientos que nos suele transmitir el director canadiense Xavier Dolan, quien lo volvió a lograr con su último filme, Mommy. Con tan sólo 27 años de edad, Dolan ha tenido la oportunidad de ofrecerle al público cinco largometrajes, entre los que están Yo maté a mi madre (J’ai tué ma mí¨re, 2009), Tom at the Farm (Tom í  la ferme, 2013), Laurence Anyways (2012) y Heartbeats (Les amours imaginaires, 2010), todos seleccionados para ser proyectados en los festivales de Cannes y con por lo menos un premio recibido.

Esta vez nos cuenta la historia de Diane, una mujer viuda de 40 años que le tiene un amor incondicional a su hijo Steve, quien padece de déficit de atención con hiperactividad.

Más allá de hacer una crí­tica formal, hay que entender que Mommy es una pelí­cula que se debe ver y analizar. La cantidad de detalles, mensajes y reflexiones que nos deja esta cinta son para recordar.

Este filme tiene más de un año de haberse realizado pero no son muchas las personas que lo conocen debido a que su popularidad se obtuvo principalmente en las pocas salas de cine donde fue proyectada, en las que tuvo la suerte de obtener $12.8 millones de recaudación (con solo un presupuesto de $4.9 millones), tomando en cuenta que el filme pertenece a un género de drama familiar que no suele ser comercial.

Mommy ganó premio del jurado en Festival de Cannes
Mommy es un filme que se debe ver y analizar

Las actuaciones, especialmente la de Steve, el hijo de Die, interpretado por Antoine-Olivier Pilon, son únicas.

Steve (Antoine-Olivier Pilon), quien es uno de los personajes centrales, es un papel sumamente complejo de interpretar, ya que es un adolescente con serios trastornos que lo hacen ser violento, peligroso y muy difí­cil de tratar.

La mamá, Die, encarnada por Anne Dorval (quien ha participado en cuatro de los cinco filmes de Dolan), hace un papel increí­ble personificando a una mujer luchadora, cariñosa y feliz, haciendo de esta unas de las mejores actuaciones vistas en una pelí­cula del género. Se puede notar el esfuerzo y la dificultad que le pone a cada escena, considerando que muchas de ellas van en torno a discusiones, peleas y gritos que recibe del hijo. Cuando un actor da todo por un filme, y se siente, es capaz de imprimirle un valor mucho más grande de lo que las personas pueden apreciar al momento de ver una pelí­cula por primera vez.

Ambas caracterizaciones se conectan a la perfección: por un lado tenemos a la madre que trata de lidiar con la condición de su hijo, y del otro a Steve siendo Steve, sin la noción de la enfermedad que padece, que desde un principio se aclara que es totalmente incurable. Los dos hacen todo lo posible para convivir en un ambiente que a primera vista es muy difí­cil. Discusiones, peleas y situaciones de ira toman lugar y generan, de forma magistral, un gran impacto a nivel emocional.

Suzanne Clément, quien ha participado en tres pelí­culas de Dolan, interpreta a Kyla, un personaje que es preferible no detallar tanto ya que asume un rol clave en la trama y en todo lo referente a la relación entre Die y Steve, pero que al igual que los demás le agrega un toque especial a la cinta.

Cada escena y cada lí­nea del dialogo se hace notar que están perfectamente pensadas, dejándonos con un buen sabor a pesar de su tonalidad agraviante, violenta y dura que lleva la pelí­cula durante casi todo el desarrollo de la trama.

Más allá de los aspectos técnicos, este es un filme que se debe ver, analizar y apreciar. Cada uno de sus mensajes sobre el valor de la familia, el amor que debe tener una madre a sus hijos y el de un hijo a su madre, el empeño y la lucha por mejorar, son ideas clave de un filme que nos deja un profundo mensaje de enseñanza y amor.

Cada escena y cada lí­nea del dialogo se hace notar que están perfectamente pensadas
Cada escena de la pelí­cula está perfectamente pensada

Cada pelí­cula tiene ese elemento que lo hace esencial, que sin él no tendrí­a la misma calidad: en Mommy son sus actuaciones, la fotografí­a y la música. Cada uno de ellos están enlazados a la perfección, pudiendo escucharse temas como Wonderwall de Oasis, Vivo Per Lei de Andrea Bocelli, On Ne Change Pas de Céline Dion, Born To die de Lana Del Rey, entre muchos otros, que le agregan una tonalidad totalmente original a la cinta.

La pelí­cula está rodada en un formato cuadrado de 1:1, alejados de los habituales 4:3 y 16:9, haciendo que la proyección del filme de una sensación de como si la pelí­cula estuviese prácticamente en vertical, elemento que la hace única e inigualable. Esto juega un papel importante al momento de representar los sentimientos de los personajes, ya que en la mayor parte de la cinta se toma un tono mayoritariamente triste debido a la situación, y el usar un formato tan pequeño hace un interesante simbolismo de una prisión.

Dolan claramente querí­a hacer un filme con una calidad superior a las de sus antecesores, pero agregándole aspectos diferentes y menos narcisista como han sido en sus anteriores entregas, añadiéndole de esta forma elementos que van en torno al amor, la amistad, el coraje y el sentido de lucha, cada uno de ellos logrados a la perfección. Mommy es un filme extraordinario, con giros inesperados y con un final que nos deja algo con qué reflexionar.

* Tomás Rivero D. es estudiante de Comunicación Social.

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