Alicia ílamo Bartolomé.-
Me han restituido cables y conexiones, por lo tanto, estoy conectada, después de muchos meses, a canales de TV criollos y extranjeros. He vuelto a ver béisbol, aunque me costó conseguirlo, a pesar de que ya en octubre se está jugando la post-temporada de las Grandes Ligas del norte. Pero todos los canales estadounidenses de ESPN y también venezolanos, los encontraba absolutamente dedicados a la pasión mundial: el fútbol. Mañana, tarde y noche transmitiendo partidos de balompié a todo lo largo y ancho del planeta y anunciando el campeonato mundial en Qatar que se inaugura el próximo 20 de noviembre; de esta fecha destacan los días, horas, minutos y segundos que faltan. Asfixiante. Ya el fútbol se me salía por las orejas hasta que encontré el remanso del béisbol.
Y no es que no me gusta el fútbol. Seguramente yo estaré también pendiente de Qatar, pero es que el mercantilismo que se palpa en tantas contiendas locales, continentales y mundiales, da un poco de asco. Veo dañada la trascendencia del deporte como manifestación cultural. Empañada su historia que nace en las olimpiadas de Grecia como actividad propiciatoria de salud, paz y armonía entre los pueblos. Por supuesto, no sólo el fútbol está mercantilizado, también el béisbol y otros, pero de forma más regional, sin esa globalización apabullante y apasionada del gol.
La humanidad de hoy está enferma de angustia y de fastidio. Busca en espectáculos populares como el deporte y los conciertos de cantantes y grupos musicales de moda, una suerte de paliativo a sus quebrantos. En la Venezuela de hoy, con todas sus dificultades y carencias, se llenan estos shows cuyas entradas son a precios astronómicos. Uno se asombra. No pagaría eso ni por Pavarotti y Caruso cantando juntos. Y hay gente que tiene billetes para costearse el gusto. Supongo que son los enchufados al régimen cuyos bolsillos están pletóricos.
La humanidad necesita otro norte, pero está sorda y ciega. No capta la llamada perenne y urgente de Dios: Mira hacia mí, óyeme y acabaré con todos tus problemas. No, mira a otro lado. Busca por caminos errados de esoterismos y religiones exóticas el mundo espiritual que necesita. El hombre es novelero. No encontrará fuera de sí lo que tiene muy arraigado en el alma por la religión dentro de la cual nació y fue bautizado. Tendría que decir con san Agustín en sus Confesiones:
¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! y tú estabas dentro de mí y yo afuera, y así por de fuera te buscaba; y, deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, pero yo no estaba contigo. Reteníanme lejos de ti aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no existirían. Me llamaste y clamaste, y quebraste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume, y lo aspiré, y ahora te anhelo; gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti; me tocaste, y deseo con ansia la paz que procede de ti.
Y a todas estas, yo empecé hablando de béisbol y ahora ando por las alturas de san Agustín. La saqué de jonrón. Volé la cerca y la bola se fue fuera del parque después de que estaba en tres y dos. Me daban la base con la cuarta bola, me poncbaba o conectaba algo y me salió lo máximo. Porque ahora puedo continuar y teminar este artículo con garbo. He sacado de una reflexión deportiva una reflexión espiritual.
El béisbol es como la vida. Parado en el home, esperas las oportunidades que te lanza ésta para avanzar a una instancia. Puede que fracases con el tercer strike, un fly o una roleta. No importa, tendrás otro turno al bate. O la pegas de hit y logras una o más bases. Como en la vida, el que sigas conquistando puestos no depende ya sólo de ti sino de quienes te irán ayudando. El hombre es gregario, solo, difícilmente llegará a alguna parte, tiene que ser impulsado por otros. Dependemos del tú y del ellos. Acepta esta condición. Somos parte del equipo de los hijos de Dios.
En octubre se definen los campeones en las Grandes Ligas de Béisbol de los Estados Unidos. La post-temporada se sucede con sus campeonatos de división y play-offs hasta llegar a la Serie Mundial entre el ganador de la Liga Nacional y el de la Liga Americana. Es muy rimbombante llamala Serie Mujndial, es más bien una Serie Regional, sus participantes son gringos con una mayoritaria representación de jugadores de los países caribeños. Esta Serie se juega en estos días, finalizando octubre y empezando noviembre. Podríamos llamarla también la Serie del Halloween.
En Venezuela, también en estos días, acaba de comenzar el Campeonato de Béisbol Profesional. Ocho equipos locales luchan por ganar la corona que llevará a uno de ellos a la Serie del Caribe. Así que hay béisbol para rato. Suerte de pausa u oasis ante el tsunami universal que se nos viene encima desde Qatar el 20 de noviembre.
*Alicia ílamo Bartolomé es decana fundadora de la Universidad Monteávila
Cómo siempre … Genial!!!!
Mi querida Alicia…