Javier Milei y el milagro libertario

Juan Ernesto Bonadies.-

Argentina eligió a un nuevo presidente. Javier Milei es el primer libertario de la historia que gobernará un paí­s, lo cual hace de esto un hecho histórico. También será el primer economista en presidir Argentina.

El candidato del partido La Libertad Avanza venció (con el 55,71% de votos) a Sergio Massa, candidato de Unión por la Patria (con 44,29% de votos), quien también llevaba un año siendo el ministro de Economí­a.

Milei ha sido ampliamente tachado por sus detractores de ser de «extrema derecha», pero a lo largo de su campaña y tras ser elegido presidente -en sus primeras horas- ha demostrado ser más conciliador y tener capacidad para moderarse.

Se alió con la coalición opositora de Juntos por el Cambio (a la cual él mismo habí­a criticado ampliamente) para derrotar al fin al kirchnerismo, el verdadero enemigo.

En su primer discurso luego de los resultados dio evidencia de esa capacidad para conciliar: «A todos los dirigentes polí­ticos, todos aquellos que quieran sumarse a la nueva Argentina serán bienvenidos. No importa de dónde vengan, no importa qué hayan hecho antes, no importa qué diferencias tengamos. Estoy seguro que es más importante lo que nos une que lo que nos separa».

Hace la invitación a quienes piensan distinto, pero no admite que se atente contra su proyecto liberal, en busca de materializar las propuestas por las que fue votado, propuestas que -según él- llevarán a Argentina a ser el paí­s más próspero del mundo si se mantienen sus polí­ticas por varias décadas.

La base filosófica de su ideal la resume Milei con la definición de «liberalismo» que propone el economista Alberto Benegas Lynch: «El liberalismo es el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo, basado en el principio de no agresión y en defensa del derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad».

Encontramos así­ un trasfondo humanista en un ideal que hasta ahora no habí­a tenido amplia cabida en una Latinoamérica acostumbrada al Estado paternalista, ese que busca abarcar y controlar todo, y cuyo desastre económico es producto de la inflación generada al gastar más de lo que ingresa.

Milei plantea reducir el Estado a sus funciones esenciales, creando las condiciones para que las personas desarrollen sus proyectos de vida libremente. Algunas veces lo ha ejemplificado con una analogí­a de pesca: el Estado ya no te dará el pescado, sino que te enseñará a pescar.

Así­, uno de los logros de Milei ha sido poner en evidencia los costes escondidos de aquello que se presenta como «gratis». Cuando el Estado regala algo, alguien más tuvo que haber pagado por ello. A partir de esa redistribución es que se empiezan a generar los desequilibrios que distorsionan la economí­a.

Cabe aquí­ citar a Fréderic Bastiat, economista francés del siglo XIX muy admirado y citado por Milei. En su ensayo sobre el Estado escribí­a: «El Estado puede tomar y no dar. Esto se observa y se explica por la naturaleza porosa y absorbente de sus manos, que retienen siempre una parte y algunas veces la totalidad de lo que ellas tocan. Pero lo que no se ha visto jamás ni jamás se verá e incluso no se puede concebir es que el Estado dé al público más de lo que le ha tomado».

Definitivamente Milei es de los pocos polí­ticos con un ideal filosófico bien establecido, difusor de las ideas de la escuela austriaca de economí­a. Aquellos que dicen que no tiene ideas es porque no lo han escuchado. Pero también hay quienes lo han escuchado mal, descontextualizándolo para ampliar la aversión hacia él.

En ese sentido, el oficialismo aprovechó para realizar una campaña del miedo, difundiendo falacias sobre Javier Milei y buscando que los problemas del paí­s pasen a un segundo plano al momento de elegir.

Esta estrategia fue notoria en el debate presidencial entre Javier Milei y Sergio Massa. Este último logró manejar el debate usando las reglas a su favor para aprovecharse del uso del tiempo. Tuvo a Milei atado a su correa y cayendo en sus trampas retóricas para no rendir cuentas de su gestión como ministro de Economí­a, orientando así­ el debate hacia el miedo a Milei.

Massa también pedí­a a la gente «googlear» cada afirmación que hací­a. Luego se hizo viral que en Google habí­a un anuncio patrocinado por su partido para posicionar una página web llena de videos descontextualizando a Milei.

Aun así­, la campaña del miedo fue un arma de doble filo. Se notó que los demagogos del oficialismo usaban el dinero de los argentinos para promover su narrativa. Para muchas personas esas estrategias fueron despreciables, parte de un juego sucio que demostró deshonra y deshonestidad.

Franco Pisso, profesor argentino de oratoria y comunicación, reseñó a detalle las estrategias de persuasión y comunicación polí­tica que se usaron en campaña contra Javier Milei.

A pesar de ello se impuso la rabia al miedo. Argentina hoy es un paí­s en crisis y no era lógico que el ministro de Economí­a responsable de exacerbar la inflación sea electo presidente ¿no? Era mejor darle el beneficio de la duda a un candidato disruptivo pero diferente.

Desde Venezuela vemos con esperanza este cambio. De ahora en adelante tendremos en Argentina un aliado para nuestra causa. Será un paí­s más que ejercerá presión internacional para nuestra redemocratización.

Se espera que en la presidencia de Milei haya una crí­tica férrea a los autoritarismos del mundo. Aun así­, muchos ven en él signos autoritarios, como cuando dice que le den 35 años para hacer de Argentina el paí­s más próspero del mundo.

Es pertinente hacer otra observación sobre Milei: puede parecer un ejemplo de populismo de derechas y personalismo polí­tico, y ciertamente lo es, pero a medias.

Su personalismo está más representado en la figura del león que en cualquier otra cosa. Los coros y consignas de su campaña no eran en torno a su figura y su nombre, se dirigí­an más al canto de «Â¡Viva la libertad carajo!» y «Â¡La casta tiene miedo!».

Nada más habí­a una canción de rock pesado que Milei cantó varias veces, una parodia de un tema llamado “Panic Show” de la banda La Renga, que en su letra versa «soy el rey de un mundo perdido».

Sin duda Milei ha logrado extender un ideal. Quedará por verse si consolidará también una idolatrí­a hacia su figura. Mientras tanto, se le desea a Argentina el mejor de los futuros.

En cuatro años se verán los resultados de esta nueva presidencia. Si son buenos, inspirará al resto de la región y Latinoamérica dará el vuelco polí­tico más importante del siglo.

Hoy en Venezuela muchos liberales celebran, confiando en que está latente la posibilidad de una transición polí­tica y esperando que se den las condiciones para que Marí­a Corina Machado sea la siguiente dirigente con un proyecto liberal en presidir un paí­s de Latinoamérica.

*Juan Bonadies es estudiante de la Universidad Monteávila

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