Noel Franceschi.-
 El 25 celebramos el acontecimiento más importante de la historia para los cristianos. El nacimiento de Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre. Con su entrada en la historia de la humanidad comienza nuestro camino de salvación.
San Bernardo hablaba de tres venidas de Cristo: la primera cuando nació en Belén, la última cuando al fin de los tiempos venga a juzgar al mundo y la intermedia la que quiere hacer en el alma de cada hombre para reinar en su corazón.
Preparémonos para que en estas navidades Cristo pueda reinar en nuestros corazones.
Estimado lector quiero compartir contigo un cuento que leí hace años y nos habla de una pesadilla de la Virgen. Personalmente pienso que la Virgen, siendo tan perfecta y tan querida de Dios, jamás tuvo pesadillas, pero en los cuentos todo es posible. Pongamos atención a lo que cuenta la Virgen:
“José, anoche tuve un sueño muy extraño, como una pesadilla. La verdad es que no lo entiendo. Se trataba de una fiesta de cumpleaños de nuestro Hijo.
La familia se había estado preparando por semanas decorando su casa. Se apresuraban de tienda en tienda comprando toda clase de regalos. Parece que toda la ciudad estaba en lo mismo pues todas las tiendas estaban abarrotadas. Pero algo me extrañó mucho: ninguno de los regalos era para nuestro Hijo.
Envolvieron los regalos en papeles lindísimos y les pusieron cintas y lazos muy bellos. Entonces los pusieron bajo un árbol dentro de su casa. También decoraron el árbol; las ramas estaban llenas de bolas de colores y ornamentos brillantes. Había una figura en el tope del árbol. Parecía un angelito. Estaba precioso.
Por fin, el día del cumpleaños de nuestro Hijo llegó. Todos reían y parecían estar muy felices con los regalos que daban y recibían. Pero fíjate José, no le dieron nada a nuestro Hijo. Yo creo que ni siquiera lo conocían. En ningún momento mencionaron su nombre.
¿No te parece raro, José, que la gente pase tanto trabajo para celebrar el cumpleaños de alguien que ni siquiera conocen? Me parecía que Jesús se habría sentido como un intruso si hubiera asistido a su propia fiesta de cumpleaños.
Todo estaba precioso, José y todo el mundo estaba tan feliz, pero todo se quedó en las apariencias, en el gusto de los regalos. Me daban ganas de llorar al ver que la gran mayoría de las familias no conocía a Jesús. ¡Qué tristeza tan grande para Jesús – no ser invitado a Su propia fiesta!
Estoy tan contenta de que todo era una pesadilla, José. ¡Qué terrible si ese sueño fuera realidad!”
Lamentablemente en muchas familias este sueño es una realidad. Muchos hacen grandes fiestas pero no toman en cuenta a Jesús.
Ojalá que tú y yo sí nos tomemos en serio regalarle algo a Jesús en estas navidades. Cada uno debe pensar y decidir cuál va a ser su regalo a Jesús. Pudiera ser por ejemplo, una buena confesión para que Jesús pueda reinar en tu alma; dar algo de tus regalos o tu comida a los más necesitados; visitar a un pariente o amigo al que tienes olvidado; hacer esfuerzos para perdonar y conseguir que en tu vecindario, barrio o condominio se establezcan lazos de paz, armonía y perdón. Son solo algunas sugerencias, pidámosle luces a Jesús para que nos haga ver qué regalo quiere que le demos en estas navidades.
*Noel Franceschi es el capellán de la Universidad Monteí vila