Ainara Guevara B.-
Lo que comenzó como asistencia voluntaria y servicio público a través de redes sociales a niños con cáncer por parte de Lisbeth Añez, activista social, es ahora Fundación Mamá Lis, una organización cuyo objetivo principal se mantiene en diferentes hospitales de Caracas. A su vez, también ayuda a jóvenes heridos o detenidos en manifestaciones, para así mantener viva la causa que tiene la también conocida Mamá Lis con Venezuela y su libertad. Â
“Ya van 40 niños asistidos, sin contar los que han fallecido, que son varios; por ejemplo, en el Hospital Militar van 15 niños. Es ahí y en el Hospital Razetti donde más ayudamos”, afirmó Añez, activista por los derechos humanos de Venezuela y ex presa política.
Tras salir de El Helicoide en 2017, comenzó a ayudar a niños y jóvenes enfermos de cáncer y ahora, en 2019, decidió consolidar la fundación para continuar y expandir su labor, luego de crear un grupo de whatsapp de voluntarios.
-¿Cómo es el proceso de ayuda de la fundación?
Por las redes. Uso Twitter y ahora también bastante Instagram. Allí publicamos lo que hacemos. Primero, pido ayuda cuando son casos puntuales, como por ejemplo, un niño que requiere una radioterapia. Hago la campaña en las redes detallando la ayuda y cuánto cuesta el tratamiento y, posteriormente, se recogen los fondos. La gente me llama y me escribe a diario. Mucha gente de afuera que quiere enviar ayuda nos usa como puente. También tengo un GoFundMe donde publico las campañas.
-¿Cómo se obtienen los medicamentos?
Donaciones. Claro, muchos los compramos. Por lo menos ahora, que hay mucha crisis de vancomicina y meropenem tengo a gente en el grupo de Whatsapp, personas de farmacias que manejan ese tipo de medicamento, que me ayudan. Con los fondos que tenemos recogidos, compramos.
-¿Cómo los distribuyen?   Â
Hay donaciones  que entregamos directamente a los médicos en los hospitales. Cuando me llegan insumos como gasas y adhesivos se hace un kit a cada niño de un hospital. Cuando son cosas ya individuales de un tratamiento, las entrego directamente al paciente. En el caso del J.M. de los Ríos voy cada dos semanas y el doctor me indica qué necesitan. De las donaciones que me llegan de afuera, yo les aparto las cosas que les hacen falta. Son los únicos a los que actualmente les estoy entregando medicinas.
-¿La ayuda también llega al interior del país?
He tenido casos, pero puntuales. Hay un muchacho del estado Lara al que apoyamos si le hace falta dinero para un estudio. O a veces, gente que me escribe de afuera me pide las medicinas y se las envío si las tengo, o alguien las busca para luego llevárselas.
El objetivo de nosotros es, principalmente, niños con cáncer en Caracas. Esa es la misión ahora, pero el objetivo general es poder ayudar en todas partes, crecer y poder abarcar más, porque la capacidad actual no lo permite.
-Hasta ahora, ¿cuál es la cantidad de personas ayudadas por la fundación?
En estos días sacamos el promedio, ya van 40 niños asistidos, sin contar los que han fallecido, casos que son constantes, por lo menos en el Hospital Militar ya son 15 niños. Es ahí y en el Hospital Razetti donde más ayudamos.
–¿Se puede atender adecuadamente a los niños con cáncer en Caracas?
Es complicado. Este año se empezó a poner la situación más crítica. Las medicinas puntuales se las piden, ya que supuestamente se las dan en el Seguro Social. Algunas otras las da el mismo hospital. Pero ahora no hay ni siquiera solución fisiológica y un niño para un ciclo de quimioterapia necesita 48 frascos de solución fisiológica, ya que el tratamiento dura 12 días y en cada uno se requieren cuatro frascos. Es decir, cuatro cajas de 12 ampollas para cada niño.
– ¿Cómo seleccionan qué caso atender primero?
Es bien difícil decidir a quién vas darle lo que necesita. Con el tema de la solución fisiológica trato de entregar de manera equitativa. Pero cuando se trata de una medicina, y dos o tres niños la necesitan, es complicado. En esos casos opto por entregarlo a quien lo pidió primero. O, en el caso de que le falte a uno de ellos solo una medicina para iniciar el tratamiento, le doy prioridad para que comience. Sin embargo, es muy duro.
–¿Qué diferencia a la Fundación Mamá Lis de las ya existentes?
Hay una gran diferencia. Y no la digo yo, la dicen los mismos papás. Yo no visito el hospital, llego, entrego y me voy. Yo hablo con los papás, me involucro con ellos, los busco, los llamo, los llevo, los traigo, busco la medicina. Las fundaciones te dicen “ven a buscarla en tal lugar”, algunas a veces hacen el envío. Yo no. Yo las compro.
Los niños me mandan notas de voz, me llaman. Hay un contacto permanente, una interacción muy cercana, que muy pocas fundaciones hacen.
-Si alguien está interesado en apoyar o sumarse a la fundación, ¿cómo puede hacerlo?
También por las redes. El registro de la fundación está en el Registro Civil, estamos esperando a que salga para poder firmar. Cuando esté listo, voy a empezar a sacar información con un número de teléfono, correo electrónico, página web, pendones, etc., y empezar a difundirla. Pero igual me escriben a diario interesados en ayudar.
–¿Cómo cree que su fundación aporta a la reconstrucción de Venezuela?
Demostrándoles a los demás que sí se pueden hacer las cosas, que se debe tener voluntad. Que “Los buenos somos más”, ese es mi lema. Que sí se puede, que es cuestión de querer. La gente a veces me dice “no tengo ni para mí”, y yo les contesto que Dios me ha demostrado que cuando uno hace las cosas con fe, todo se te multiplica. Lo veo con las donaciones que me han hecho, cada vez llegan más y son más significativas.
Fotografías: Ainara Guevara
*Ainara Guevara es estudiante de la Universidad Monteávila