Néstor Mariño.-
Son muchos los que ansían obtener algo de poder para demostrar lo que valen, sin embargo, pareciera que a lo largo de los años en vez de evolucionar se ha involucionado, en este sentido. El verdadero significado de la palabra “poder” se ha tergiversado. Según la Real Academia Española (RAE) la definición es: “Tener expedita la facultad o potencia de hacer algo, o tener facilidad, tiempo o lugar de hacer algo”. Hoy en día se cree que tener poder significa tener carta blanca para hacer lo que dé la gana.
En palabras de George Orwell, en el libro 1984: “El poder consiste en hacer pedazos el espíritu humano y darle la forma que elijamos.” Y resulta que esa es una concepción actual del significado que tiene la palabra poder, dejando entrever que aquellos que tienen el poder pueden hacer lo que quieran sin que se les pase factura y aquellos que no lo tienen están destinados a un eterno yugo.
De todo ello parecieran muy acertadas las palabras de un tal Simón Bolívar: “Nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo a un mismo ciudadano en el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo…”
Una sola persona es capaz de mucho si tiene poder, tanto bueno como malo, todo depende de cuánto tiempo esté en el poder. Aunque nos duela el recuerdo del holocausto judío, es un ejemplo clarísimo de lo expuesto anteriormente, y como el poder emborracha, sacando lo peor de cada uno si no se tiene cuidado con la dosis indicada.
En este apartado cabe la comparación con la conocidísima novela El extraño caso de Dr. Jekyll y Mr. Hyde, de R. L. Stevenson, aunque pueda parecer muy vaga la comparación y bastante lejana, podría argumentarse que hasta la persona más impensada, bondadosa y brillante puede convertirse en un monstruo. El poder es el detonante para casi todo el mundo.
Ahora bien, está la contra parte de todo lo anterior, Henrik Ibsen plantea en Un enemigo del pueblo una pregunta bastante interesante, “¿Y de qué te sirve la razón si no tienes poder?” Pues eso es algo complicado, pero no imposible. No es necesario tener poder para imponer la razón, simplemente hay que tener más paciencia que otra cosa.
Si alguno ha visto la película 12 Angry Men, puede entender que, a pesar de tener a todo el mundo en contra, no hay que ceder. Tener razón es mucho más importante que tener poder, porque partiendo desde el hecho de tener razón hay argumentos irrefutables que pueden ayudar a convencer a la gente de poder para lograr un cambio significativo.
De tener la razón puede derivar el tener poder, pero siempre y cuando la persona no se deje enceguecer. Hay un gran ejemplo de lucha donde hay razón y no hay poder, Mahatma Gandhi. Su lucha fue heroica y sin tratar de imponer nada logró un cambio en muchos. Una de sus frases célebres que más conmueven es: “Un error no se convierte en verdad por el hecho de que todo el mundo crea en él.”
En 1984, de Orwell, los que tienen el poder modifican la historia a placer y por conveniencia, pero a pesar de que hay muchas personas que siempre creen lo que les dicen, hay una minoría que sabe la verdad y que trata de luchar contra un poder que ya lleva mucho tiempo en las mismas personas, haciendo que la mayoría se acostumbre a estar mandada por los mismos.
Algo curioso e inteligentemente redactado por Orwell es el nombre de los ministerios, que jugando con ironía nombra a cada verdugo con el nombre de lo que mata. El ministerio de la verdad se encarga de eliminar la verdad y hacer que lo que ellos dicen sea la verdad absoluta, el ministerio de la abundancia es el que raciona las comidas, y así sigue.
Muchos estarán pensando en cómo está conectado todo lo anterior, la respuesta puede parecer sencilla, pero hay que tenerla presente siempre para no caer. Hay dos cuestiones fundamentales, hay que separar el tener razón de tener poder, una no incluye a la otra ni la excluye. Hay que saber tener razón sin imponérsela a nadie (poder).
Y es que el poder tras cierto tiempo cambia a las personas, las emborracha, así como el alcohol luego de consumirlo por un largo rato. Por lo tanto, hay que aprender a utilizar el poder cuando se tiene la razón sin pasarle a nadie por encima, y saber cuándo entregar el poder, porque puede haber alguien más que lo sepa aprovechar mejor que uno mismo.
Una última frase de 1984 para hacer reflexionar a quien tenga que hacerlo. “El poder no es un medio, sino un fin. Nadie instaura una dictadura para salvaguardar una revolución, sino que la revolución se hace para instaurar una dictadura.”
*Néstor Mariño es estudiante de la Universidad Monteávila
De las muchas frases que hay en «1984» que pueden ser aplicadas al caso Venezuela, la frase final del artÃculo parece la más apropiada para decirlo todo en muy pocas palabras. ¡Excelente!
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