María Gabriela Esculpi.-
Fotografías: María G Esculpi
Javier Bertucci no es el único dedicado a brindar apoyo a través de su ahora popular sopa, la Iglesia Católica, desde el silencio de la prudencia y la humildad, atiende a los más necesitados en distintas parroquias caraqueñas, con la intención de mitigar el hambre cada vez más presente entre los caraqueños.
“Los recursos que el padre pide en cada misa son los que sustentan este sancocho que llevamos a cabo los días viernes”, aseveró Antonieta Diaz, voluntaria encargada de la preparación del llamado Sancocho solidario de la iglesia María Auxiliadora, en la parroquia La Candelaria.
La fiel acotó que anteriormente la ayuda que daban los fieles era mayor, donaciones como comida, dinero, ropa y juguetes; pero la situación ha hecho que las contribuciones sean cada vez más escasas, haciendo que solo puedan dar de comer una vez a la semana. Cada viernes 200 personas reciben un plato de comida.
Gran parte de la ayuda viene de la Asociación Caritas, alianza humanitaria perteneciente a la Iglesia Católica, que contribuye con las iglesias María Auxiliadora, Nuestra Señora de Las Mercedes y Santa Capilla, entre otras, para el buen servicio de la comunidad.
Usualmente en la gran cacerola se hace una sopa ya sea de verduras, como en el caso de la iglesia María Auxiliadora; en el caso de la basílica Santa Capilla es de pollo, elaborada gracias a la solidaridad de la comunidad, que dona huesos y, en el caso de la iglesia Nuestra Señora de Las Mercedes, se sirve algunas veces sopa, y otras comida solida como pasta, arroz, carne, pero igual dependen de las donaciones que se reciban en la semana. El apoyo de los fieles es fundamental.
“El sancocho solidario”, “La olla milagrosa” o “La olla de la misericordia” son los diversos nombres que recibe la gran cazuela de comida que hacen una vez a la semana en las diversas iglesias del centro de la ciudad.
En la iglesia María Auxiliadora lo hacen los viernes, en Nuestra Señora de Las Mercedes los sábados y en la Basílica Menor de Santa Capilla los martes.
El proceso de preparación se hace con dos días de antelación, donde un equipo hace el preparado de los implementos que serán utilizados y los alimentos que serán cocinados. El mayor número de personas que se benefician es en la Basílica, ya que comen de 200 a 300 personas, luego les secunda la iglesia Nuestra Señora de las Mercedes y el templo María Auxiliadora donde comen de 100 a 200 personas. No hay derecho a repetir para que sean más los beneficiados.
Desde tempranas horas de la mañana comienzan a formarse las colas a las entradas de las iglesias. Hombres, mujeres y niños llegan temprano para asegurar por lo menos un plato de comida al día. Las personas de la tercera edad son las que más predominan en la formación, aunque los niños corriendo y gritando también se hacen sentir. En la fila se mezclan desde el que tiene un techo donde dormir, pero no qué comer, hasta el que está en la indigencia, sin ningún tipo de amparo,
“Esta es la comida más segura que he tenido en la semana”, asegura uno de los beneficiados mientras espera que comienzan a repartir el almuerzo, que comienza con una oración y en ocasión es amenizado por alguno de los propios comensales”.
La mayoría de las iglesias llevan a cabo este servicio hace 2 años, debido a que ya no podían dar las bolsas de comida que antes ofrecían quincenalmente a las personas de escasos recursos que se acercaban al lugar.
“Cuando el jueves se ve que no hay mucho material por las donaciones, la parroquia asume todo lo que haga falta”, afirmó Islander Salandi, coordinador de logística del “Sancocho solidario” de la iglesia María Auxiliadora.
Normalmente estas asociaciones están conformadas por grupos de estudiantes, jóvenes voluntarios, vecinos de la comunidad que se reúnen y cada uno lleva a cabo una función para que haya una mejor organización a la hora de la preparación de la comida.
Sin embargo, muchas veces, esta labor es difícil de realizar para algunas iglesias, como es el caso de Nuestra Señora de Las Mercedes, debido a la recurrente falta de agua en el sector, que dificulta la labor de limpieza y preparación de los alimentos y la logística de la entrega de la comida, indicó el párroco Ramón Morillo.
“A veces no hemos podido atender a todos los que vienen, porque comúnmente comen 300 personas y, al haber solo 100 platos, deben lavarlos 2 veces, lo cual genera un gran gasto de agua. La semana pasada tuvimos que parar por el tema del agua, esta semana probablemente pase lo mismo, porque estamos a viernes y aún no hay indicios de que llegue”, se lamenta el sacerdote, quien agrega que cada día son más las personas que llegan a la iglesia en busca de ayuda, con niños pequeños, y que no pueden ser atendidas plenamente porque no sobran los recursos.
Además, la pastoral juvenil de la iglesia María Auxiliadora atiende los fines de semana a niños de escasos recursos, les dan comida, juguetes y llevan a cabo actividades recreativas para jugar con ellos.
Para el desarrollo de estas actividades es fundamental la colaboración de la comunidad, que se solidaricen con el que menos tiene y tienda la mano en momentos de crisis, como señaló monseñor Jesús Zárate, obispo auxiliar de Caracas, el miércoles santo, en Santa Teresa. “Es hora protagónica de la sociedad civil”.