Mercedes González de Augello.-
Hace una semana escuché en un programa de radio, la noticia de que el famoso rapero norteamericano Kanye West escribiría un libro de filosofía que se titularía Break  Simulation, y que iría adelantando sus pensamientos a través de su cuenta en la red social Twitter, en la que tiene más de 28 millones de seguidores.
Me causó asombro y un poco de curiosidad este entusiasmo de West por la sabiduría, ya que su personalidad pública es más bien polémica y escandalosa, lo que no simpatiza mucho con la reflexión y profundidad propia del pensamiento filosófico.
Pero lo cierto es que la filosofía no es un campo reservado a los grandes pensadores, más bien está en todos los hombres ese interés por conocer las cosas en sus aspectos más esenciales y preguntarse por las grandes inquietudes de su existencia.
Justamente, es la sabiduría popular y la expresión a través del arte –músicos, poetas y dramaturgos han dado grandes aproximaciones del tema- una de las mejores formas de acercarnos al pensamiento filosófico y de descubrir verdades esenciales. Lo importante, es que desde la perspectiva que vaya a ser abordada, se respete con un riguroso apego a la esencia, a la verdad de las cosas y a la naturaleza del hombre, sino es algo vacío y desvirtuado.
Viendo los tweets del cantante se puede ver una forma muy ligera de entender esas inquietudes tan humanas como la búsqueda de la felicidad, la necesidad del encuentro con el otro a través del amor o la amistad, la importancia del éxito, el dolor, la muerte, en definitiva descubrir el por qué de nuestra existencia.
Lo que está detrás de los pensamientos publicados en pocos caracteres, es esa idea de que la vida es una sola y hay que aprovecharla, por lo que se debe buscar la máxima satisfacción en todo, sin una verdadera reflexión del sentido último de nuestro paso por este mundo o reduciendo nuestra existencia a la complacencia inmediata de instintos y deseos.
La realidad es que la filosofía está para mucho más que eso y el sentido de la vida trasciende sobremanera al placer y a la inmediatez del presente y el ahora. Muchas veces la felicidad de alcanzar las metas que nos hemos trazado, implica mucho esfuerzo e incluso momentos de sufrimiento, pero el fin alcanzado nos regocija de una manera completa y absoluta, más allá del entusiasmo del gozo pasajero.
Por ejemplo, los largos días de estudio, los desvelos y las fiestas sin ir, se ven recompensados cuando obtienes el anhelado título universitario que te propusiste; el primer día de la madre en el que tu pequeño te da un beso y un regalo hecho con sus manitos inunda de felicidad tu corazón y gratifica los días de preocupaciones y el cansancio natural de la maternidad, una vejez en la compañía de la persona amada, repone todos los momentos difíciles en un matrimonio; incluso un par de kilos menos en la balanza son motivo de regocijo y dan ánimo para seguir una dieta saludable.
Y así, cada momento de felicidad absoluta, demuestra que el verdadero sentido de la vida no es lo inmediato, lo que te complace por un breve instante, pero que luego se esfuma, sino aquello que va a quedar para siempre en tu vida y que te trascenderá a ti mismo en la entrega y donación de tu ser.
No caigamos en la corriente actual de vestirnos con una filosofía de vida hecha a la medida de nuestros gustos, necesidades y caprichos, no compremos ideas vacías de reflexión y profundidad, que complacen porque invitan al facilismo, pero que dejan grandes lagunas en el camino de la existencia que debemos construir.
*Mercedes González de Augello es Decana de la Facultad de Ciencias de la Comunicación e Información de la Universidad Monteávila.