Mariana Yánez.-Â
Corea del Norte, su presidente, sus amenazas e impropios han dado mucho de qué hablar en los últimos años, pues la temática belicista ha sido casi constante desde que Kim Jong Un, tercero de la única dinastía comunista del mundo y actual líder norcoreano, asumió el poder después de la muerte de su padre, Kim Jong Il, acontecida en el 2011.
Para su vecino del sur, las amenazas constantes de Corea del Norte no son nada nuevo, ambos estados que solían conformar uno solo, han estado en guerra desde 1950, cuando el Norte atacó sorpresivamente el Sur, y nunca se firmó la paz luego de la guerra, solo un acuerdo de alto al fuego. Desde entonces, el Norte mira con recelo al Sur y viceversa desde la zona desmilitarizada, frontera entre ambas Coreas.
Para Estados Unidos mantener la paz en la región es de fundamental importancia, pues aparte de ser aliado incondicional de Corea del Sur también lo es de Japón, que de igual manera ha sido víctima de la enemistad de Corea del Norte.
Japón, que no posee un ejército propio desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, ha cambiado algunas partes de su Constitución para poder responder ante una posible amenaza de Corea del Norte, amenazando así el tratado de rendición incondicional que se firmó con Estados Unidos en 1945. Cabe destacar que en ambas Coreas existe un marcado sentimiento anti japonés, lo que complica las relaciones en el Lejano Oriente.
Ahora bien, Corea del Norte es, en la gran mayoría de los casos, pura amenaza verbal, normalmente con el objetivo de condicionar los diálogos y negociaciones con su vecino del Sur y con Estados Unidos.
El estado norcoreano afirma poseer armas nucleares, así como también haberlas probado en diferentes ocasiones, sin embargo, sigue siendo un país extremadamente pobre en comparación con sus vecinos más cercanos, sumamente desigual, que vivió una hambruna atroz en la década de los noventa, la cual dejó secuelas en su población que perduran hasta hoy, dónde las violaciones de los derechos humanos están a la orden de día e incluso se rumorea la existencia de campos de concentración dónde se encierra y tortura a la disidencia.
A nivel de armamento, Corea del Norte tiene el cuarto ejército más grande del mundo, al que destina mayor parte de sus fondos económicos, cuenta con un millón 106 mil efectivos activos, tiene el uranio necesario para producir más de una bomba nuclear y se especula que también está en capacidad de producir armas químicas. Su rival más próximo, Corea del Sur, posee una fuerza militar de 55 mil 200 efectivos y el resto de la población masculina sana y en edad militar del país en reserva, pues el servicio militar es estrictamente obligatorio, su armamento es a simple vista más moderno y equipado que el del Norte, por los momentos no tiene armas nucleares.
Luego está Estados Unidos, la mayor potencia militar que existe en la actualidad, aliado del Sur y con la fuerza de fuego necesario para, como les gusta decir a los voceros norcoreanos, «borrar países del mapa».
Nunca hay que descartar la posibilidad de una guerra, pues la zona, pese a su calma aparente vive en una tensión constante, Rusia y China son países fronterizos con Corea del Norte y tradicionalmente han apoyado a la nación comunista. El Sur cuenta con el apoyo de Japón, Estados Unidos, y la mayoría de las democracias occidentales. Un conflicto nuclear es, por los momentos, muy improbable, aunque esté en boca de todos, sobre todo de la prensa.
Recientemente, el secretario de Estado de Estados Unidos, Rex Tillerson, expresó su voluntad de mantener relaciones diplomáticas con Corea del Norte y entablar un diálogo directo con Pyongyang, sin establecer condiciones previas. Mientras tanto, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, Lu Kang, expresó su voluntad de que “EEUU y Corea del Norte trabajen en la misma dirección tomando acciones para dialogar y ponerse en contacto”
China ha intentado últimamente distanciarse del régimen de Kim, e incluso apoyó Â las sanciones económicas impuestas al país peninsular. Rusia, por otro lado, se muestra en contra de un conflicto armado y tampoco apuesta por poner sus manos al fuego para ayudar a la nación asiática y a su gobierno.
Para el presidente de Corea del Sur, Moon Jae In y para el mandatario norteamericano Donald Trump, el tono de voz bajo y conciliador reciente del régimen de Kim Jong Un ha sido un respiro necesario en las relaciones de los tres países, e incluso intercambiaron muestras de acercamiento en las Olimpíadas de Invierno, recientemente celebradas, espacio deportivo en el que desfilaron bajo una misma bandera.
Son dos naciones que llevan más de medio siglo en guerra, directa o indirecta, nunca se puede estar del todo seguro con respecto a lo que podría suceder. Su primera guerra inició sorpresivamente, después de todo. Todo esto no quiere decir que las alarmas y el pánico deben estar en todo momento en su punto máximo, el conflicto suena cerca, pero se ve lejano.
*Mariana Yánez es estudiante de la Universidad Monteávila