Leer y correr | Biblioteca docente

Luisa Caruto.-

La Biblioteca UMA conserva invaluables joyas. Foto: Carolina Sánchez

Una parte de la bibliotecologí­a está en la orientación al usuario, tanto en el uso de los espacios del saber como en el hábito de la lectura, entre otros. Por eso es importante que el bibliotecario tenga vocación pedagógica como agregado para hacer de la promoción del servicio una práctica docente.

Las habilidades pedagógicas potencian la realización de actividades como difusión y mercadeo de los servicios bibliotecarios; concienciación  para la devolución de libros; inducción en el manejo de herramientas electrónicas; cursos especializados para el uso de repertorios y bases de datos; promoción del préstamo interbibliotecario; promoción del hábito de la lectura.

La Universidad Monteávila tiene un excelente recurso que permite adquirir la capacidad, erudición y habilidad al momento de realizar una docencia competente. Se trata del diplomado de Componente Docente, que es un valioso complemento para fomentar la biblioteca ya que uno de sus objetivos está en cultivar el dominio de los instrumentos intelectuales necesarios en el diseño programas de enseñanza.

Más allá de hacer publicidad a este programa de educación, se quiere hablar sobre algunos textos disponibles en la Biblioteca UMA que son apoyo en el desarrollo de cursos y especializaciones de la Facultad de Ciencias de la Educación.

Paideia: los ideales de la cultura griega, su autor es Werner Jaeger. Libro originalmente en alemán del año 1933, fue traducido en español en 1942. La paideia es el ideal que condujo a los griegos a la conciencia de sí­ mismos, en aras de generar una visión del hombre y de su educación. Jaeger lleva hacia Homero, Herótodo y Tucí­dides, la tragedia griega y Platón.

Filosofí­a de la enseñanza de John Passmore. Su primera edición en inglés es de 1980, su edición en español es de 1984. El autor presenta un panorama de la educación en el mundo, intenta discernir las posibles contribuciones de los filósofos a las teorí­as en torno a la enseñanza; trata de entender los problemas generados por el cultivo de la imaginación, el desarrollo de las habilidades en los alumnos y la transmisión de información en las escuelas.

El mundo de Sofí­a de Jostein Gaarder. Novela del año 1991 traducida a 54 idiomas, el autor hace una guí­a básica, completa y entretenida sobre la historia de la filosofí­a occidental. Se sabe que este libro es lectura inicial para estudiantes de Filosofí­a.

Anatomí­a del miedo de José Antonio Marina. Con primera edición del 2006, trata sobre el miedo y sus distintos orí­genes, los miedos normales y patológicos. Se investiga por qué unas personas son más miedosas que otras. Revisa las terapias más eficaces para luchar contra el temor. También pretende ser un tratado sobre la valentí­a.

Hay otros libros recomendados en el diplomado pero los anteriores se consideran didácticos. La cantidad de información recogida en ellos más las indicaciones de los distintos profesores generan algunas conclusiones sobre la docencia. No se pretende profundizar en este artí­culo sobre eso, sólo se quieren enunciar. Este es el aspecto filosófico del curso, queda pendiente el lado pragmático.

La cultura griega es el origen del conocimiento.

El manejo de las emociones buenas, por ejemplo la curiosidad, es una herramienta poderosa para la enseñanza.

El método socrático es el más idóneo para la práctica en el aula.

Poseer un sentido crí­tico ante las situaciones amplí­a los conocimientos y la toma de decisiones.

Gracias a la apertura informacional y a los avances de las tecnologí­as de información y comunicación (TICs) las bibliotecas han dejado de ser depósitos de libros para convertirse en servicios de selección de documentos accesibles desde múltiples lugares en tiempo real. Esta evolución ha dado cabida para que los bibliotecarios posean un papel de participación activa en el aprendizaje, la docencia y la investigación. Con el Componente Docente se presenta una relación cooperativa donde el bibliotecario obtiene herramientas para la enseñanza y los distintos cursos de especialización impartidos en la universidad, como diplomados y postgrados, tienen un apoyo en el suministro efectivo de información.

* Luisa Caruto fue coordinadora de la Biblioteca UMA.

* Carolina Sánchez es estudiante de Comunicación Social de la Universidad Monteávila.

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