Alicia ílamo Bartolomé.-
Menos mal que Santa Teresa dice que la paciencia todo lo alcanza, porque es justamente ésta la que se agota, como se le agotó a Cicerón aquel 8 de noviembre del año 63 antes de Cristo e inició, en el Senado romano, su primera Catilinaria con su famosa frase: Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra? Â (¿Hasta cuando abusarás, Catilina, de nuestra paciencia?).
Cicerón dio a conocer la conjura que preparaba el abusador de la paciencia para quedarse con el poder absoluto. Descubierta a tiempo ésta, los conspiradores pusieron pies en polvorosa y salieran de Roma. El año siguiente fueron derrotados en la batalla de Pistoya. Una vez más quedó patente la fuerza de la palabra.
Habla, pueblo, grita, que te oigan en todos los confines de la patria y más allá, mucho más allá. Los pueblos que hablan coronan su camino, con esta inspiradora frase casi termina su novela Los Ribera Mario Briceño Iragorry.
En la Venezuela de hoy los que nos oponemos a la ignominia de un régimen ilegítimo y la destrucción del país no tenemos más armas que la palabra y la calle; ésta, para los que tienen edad, fuerza, salud y pueden enfrentarse con valor y audacia a la represión impía y salvaje de los que no tienen la razón, pero sí las armas; la palabra, para los que no podemos acompañar a esos valientes, por exceso de edad y enfermedad. La palabra oral y la palabra escrita, que debe caer con la constancia del agua que corroe la roca, en todos los medios de comunicación y sitios de reunión. Vamos a martillar con ese quousque tándem…? hasta la saciedad.
Ya no aguantamos más. ¿Hasta cuándo todos ustedes: el podrido, nombre piadoso, el compadre, la irreversible voz de títere, pelo de estopa, mente perdida, el ladrido y demás secuaces van a abusar de nuestra paciencia? Se creen todopoderosos en la embriaguez del poder y del dinero malhabido. Se olvidaron de sus pies, como los de la estatua de aquel sueño de Nabucodonosor, de oro, plata, hierro, pero en las extremidades éste mezclado con barro. Lo interpretó Daniel: ni el hierro pudo con la fragilidad del material barato y todo se derrumbó como se derrumbaría el imperio babilónico.
No hoy esplendor ni poderío que resista lo deleznable de sus bases y son así las que sustentan, hasta hoy, el gobierno ilegitimo de este país: mucha exhibición de fuerza contra el pueblo en protesta, gases tóxicos, armas de fuego, tanquetas, las llamadas ballenas que hacen del agua un arma arrasadora, pero todo este hierro mortal está enlodado de odio, intolerancia, resentimiento social, destrucción de la economía, corrupción, narcotráfico, robo, asesinatos, injusticia… No resistirá el ímpetu de un pueblo decidido, valiente y tenaz que lleva en alto el estandarte de la libertad y la razón.
Los nabucodonosorcitos de por acá pueden irse despidiendo. Alcanzan ya su batalla de Pistoya. Se irán con las arcas llenas, pero alma y corazón vacíos, más el rechazo unánime de la historia que hoy exclama: quousque tandem abutere, Nicolina, patientia nostra?
* Alicia ílamo Bartolomé es decana fundadora de la Facultad de Ciencias de la Comunicación e Información de la Universidad Monteávila.
* Rubén Sevilla Brand es estudiante de Comunicación Social de la Universidad Monteávila.