Yanuacelis Aure.-
El pasado 16 de abril se celebró en Turquía un referéndum en el que los turcos debían elegir entre mantener un sistema parlamentario o adoptar uno presidencialista, eliminando así el cargo de primer ministro. La iniciativa fue impulsada por el presidente Recep Tayyip Erdogan, quien entre el 2003 y el 2014 fungió como premier.
El triunfo, por una diferencia mínima, fue para el Sí. Con este resultado el presidente adquirió amplísimos poderes para, por ejemplo, dictar leyes por decreto, disolver el parlamento y nombrar directamente a ministros y jueces, sin necesidad de la confirmación del legislativo.
El mandatorio turco aseguró que con estos poderes se le dará a Turquía un gobierno estable, fuerte y decisivo, y lo ayudarán en la lucha contra el terrorismo. El presidente ya había asumido varios de estos poderes después de que se decretó el estado de emergencia tras el fallido golpe de Estado de julio del año pasado.
La oposición al gobierno de Erdogan denunció que estos cambios pueden terminar con la democracia turca, pues acusan al mandatario de autoritario. Cabe destacar que, tras el alzamiento contra el gobierno, muchas personas fueron detenidas, se estancó el crecimiento de la economía turca y se diluyó la esperanza de formar parte de le Unión Europea.
“La Turquía de Erdogan es un país ferozmente nacionalista, conservador y actualmente asediado por múltiples problemas», indicó en el Mark Lowen en un artículo publicado por la BBC.
No todo es negativo para el país pues con este gobierno la clase media ha crecido considerablemente y se han construidos nuevas escuelas, hospitales, entre otras infraestructuras, pero el problema radica en que la población se encuentra polarizada entre los que buscan una Turquía más secular y aquellos sectores islámicos conservadores, que se sintieron olvidados. Bajo la gestión de Erdogan la situación ha cambiado para estos últimos, debido a que el mandatario en el 2013 acabó con la prohibición de vestir velo islámico en las instituciones públicas y más recientemente impuso mayores restricciones para la venta de alcohol y la práctica de abortos.
La polarización se puede evidenciar en los resultados del referendo. El presidente turco incluso llegó a tildar a los partidarios del No de “terroristas” y “traidores”. Los opositores, por su parte, afirmaron que el mandatario reactivó un conflicto, que se libra desde 1980, al acabar con el cese al fuego con el movimiento independentista kurdo, PKK; con el fin de ganar el voto de los nacionalistas turcos. Esto ha golpeado a todo el país, debido al aumento de la inseguridad como consecuencia de los atentados, especialmente en el sureste de Turquía, donde hay toques de queda, operaciones militares y una guerra urbana que ha dejado 2.000 muertos en los últimos dos años.
Esto también afectó la economía turca, pues Turquía pasó de ser el sexto país más visitado del mundo en 2014, con 42 millones de visitantes, a recibir nada más 25 millones de personas el año pasado. Esto ha causado la contracción desde el 2008, reflejada en la devaluación de la moneda y un desempleo que supera el 12%.
Relaciones con Alemania y Holanda
Los problemas de Turquía con Alemania y Holanda comenzaron porque muchos de los ministros turcos insistieron en viajar a estas naciones para realizar campañas para el proceso electoral, pues se estima que en estos dos países europeos se encuentran las comunidades turcas más numerosas. En el extranjero viven 5,5 millones de turcos, la mayoría residentes en Europa occidental.
Uno de los editores del servicio turco de la BBC, Emmer Temmel, afirmó que “Europa es un importante campo de batalla porque un porcentaje significativo de votantes en esos países puede jugar un papel definitorio en una carrera tan reñida como esta». El periodista, explicó que el partido del gobierno ganó las últimas elecciones celebradas el 7 de junio de 2015 en países como Alemania, Francia, Bélgica y Holanda, donde obtuvo un alto margen de diferencia. «Hay solo dos países europeos en los que AKP (el partido de Erdogan) no pudo ganar: Reino Unido y Suiza», señaló.
Sin embargo, en Holanda no se pudo realizar el mitin político pues se le impidió aterrizar al avión del ministro de Exteriores turco Mevlut Cavusoglu. También se impidió la entrada de la ministra de Asuntos Familiares, Sayan Kaya, quien no logró llegar al consulado turco y fue conducida por la policía holandesa hasta la frontera con Alemania.
Sobre estos hechos el mandatario turco manifestó que «no hay duda de que Holanda pagará cara su actitud grosera. Llamo a las organizaciones internacionales en Europa y en otros lugares a imponer sanciones sobre Holanda”.
El alcalde de Róterdam, Ahmed Aboutaleb, advirtió que no permitiría a la ministra acceder a la residencia del cónsul turco en Róterdam. Luego agregó que «no hay ningún holandés, inglés o turco que vaya a entrar a este vecindario sin el permiso de las autoridades”. El gobierno holandés alegó que habían prohibido el acto en Róterdam por razones de seguridad, debido a las tensiones que había en el país a pocos días de las elecciones.
Como respuesta las autoridades turcas han anunciado el cierre de la embajada holandesa en Ankara y del consulado holandés en Estambul, así como las residencias del cónsul general y del encargado de negocios por motivos de seguridad.
Por el contrario, el primer ministro holandés Mark Rutte aseguró que  «no vamos a ceder a los chantajes”. Agregó que «entiendo que ellos estén enfadados pero realmente creemos que hemos tomado una buena decisión sobre esto».
Ankara tildó a Holanda de fascista y nazi, pero Amsterdam no fue el único blanco de sus críticas, ya que la canciller íngela Merkel fue acusada de apoyar el terrorismo y luego el presidente turco agregó que «Alemania se ha salido del camino de la democracia. Sus prácticas actuales no tienen nada que ver con la democracia y son incluso comparables con las del régimen nazi.»
Holanda y Alemania no son las únicas naciones europeas que no quisieron actos políticos turcos en su territorio, pues a estas se sumaron Suecia, Suiza, Bélgica, Dinamarca y Austria.
* Yanuacelis Aure es estudiante de Comunicación Social de la Universidad Monteávila.