Carlos García Soto.-
Para el venezolano de hoy elegir a los gobernadores y a los alcaldes puede parecer una práctica democrática rutinaria. Pero hasta hace poco menos de 30 años no lo era. Sólo será a partir de 1989 que los venezolanos elegimos a los titulares del poder ejecutivo a nivel estadal y municipal.
¿Cómo era el sistema de elección de gobernadores y alcaldes anterior a 1989?
En efecto, hasta ese año los gobernadores eran designados por el presidente de la República. La figura del alcalde no existía, y las pocas competencias ejecutivos que se reconocían a nivel municipal estaban asignadas a los concejos municipales. Es decir, y por sorprendente que parezca hoy, los gobernadores eran funcionarios de libre nombramiento y remoción del presidente de la República (artículo 22 de la Constitución de 1961) y los alcaldes no existían como figura en nuestro sistema político-constitucional.
Un instrumento para oxigenar el sistema político
Las elecciones de gobernadores y alcaldes fueron producto, entre otras causas, de la corriente en la opinión pública que exigía mecanismos para dar oxígeno al sistema político venezolano. Para un sector de la opinión pública se había agotado el sistema político fundamentado en el bipartidismo de AD y Copei. Y, ciertamente, el ambiente político, social y económico del país se encontraba en tensión: ese mismo 1989 ocurre el Caracazo, luego en 1992 se registran dos intentos de golpe de Estado, y en 1993 se realiza el enjuiciamiento del presidente Pérez.
Por ello, para 1989, cuando había ocurrido el Caracazo parecía absolutamente necesario implementar un mecanismo para “oxigenar” el sistema político venezolano, como se había venido exigiendo por varios dirigentes políticos, académicos, intelectuales y demás expresiones de la sociedad civil desde hacía algunos años, particularmente durante la década de los ochenta. Y tal mecanismo fue permitir que los propios ciudadanos eligieran a sus gobernadores y alcaldes.
La decisión de permitir la elección de gobernadores y alcaldes sería un proceso político que implicaría convencer a dirigentes políticos nacionales de la necesidad de tales elecciones. En ese proceso destacaría, entre otros, Ramón J. Velásquez, que a través de la Copre impulsaría la necesidad de proceder a estos comicios.
La primera elección de los gobernadores se realizaría conforme a lo previsto en la Ley de Elección y Remoción de Gobernadores de 1988, reformada en 1989.
Por supuesto, la elección de los gobernadores debía implicar la transferencia de un conjunto de poderes que dieran sustento político y administrativo a su labor. Para ello, se publicaría la Ley Orgánica de Descentralización, delimitación y transferencia de competencias del Poder Público, como un instrumento para afianzar el proceso de descentralización, la cual entraría en vigencia justo un día antes (1° de enero de 1990) del día en el que tomarían posesión los nuevos gobernadores (2 de enero de 1990).
La elección de los alcaldes se realizaría conforme a lo previsto en la Ley Orgánica de Régimen Municipal de 1989, la cual distinguió el ejercicio del Poder Legislativo entre el Concejo Municipal y el ejercicio del Poder Ejecutivo en la nueva figura del alcalde.
La celebración de las primeras elecciones de gobernadores y alcaldes el 1989
Con una abstención del 54,9 de los electores, las primeras elecciones de gobernadores y alcaldes se celebrarían el 3 de diciembre de 1989. Todas las autoridades electas ejercerían su mandato por tres años, aunque el gobernador del Distrito Federal seguiría siendo un cargo de designación presidencial.
De los 20 gobernadores electos, 11 correspondieron a AD, 7 a Copei, 1 a la Causa R y 1 al MAS.
De los 269 Alcaldes electos, 149 correspondieron a AD, 99 a Copei, 11 al MAS y 10 a otras fuerzas políticas.
Los resultados políticos de las elecciones
Se ha dicho, con razón, que la elección directa, por el pueblo, de gobernadores y alcaldes, sería uno de los sucesos políticos más importantes del siglo XX venezolano. En efecto, la elección de los gobernadores y lcaldes implicaría varios efectos políticos.
En primer lugar, Â el crecimiento de los liderazgos regionales y locales, que luego se harían nacionales. De hecho, para la elección presidencial de 1993, acudirían como candidatos a la presidencia varios mandatarios regionales como Claudio Fermín, Oswaldo ílvarez Paz y Andrés Velásquez. En 1998, se enfrentaría por la presidencia de la República al candidato Hugo Chávez otro líder que había sido gobernador: Henrique Salas Romer.
En segundo lugar, las elecciones de 1989 permitieron que surgieran liderazgos políticos distintos a los del bipartidismo tradicional entre AD y Copei. Por ejemplo, en el estado Bolívar sería electo Andrés Velásquez, de Causa R, mientras que en el estado Aragua ganaría Carlos Tablante, del MAS.
En tercer lugar, este proceso implicaría la descentralización del poder político interno de los partidos, cuyos dirigentes nacionales tendrían que ceder poder a los liderazgos regionales en los partidos.
En cuarto lugar, desde el punto de vista de la repartición del poder estatal, la elección de gobernadores supuso la asignación de competencias a los gobernaciones que antes ejercía el Poder Nacional, a través del proceso de descentralización que se operó con la promulgación de la Ley Orgánica de Descentralización, delimitación y transferencia de competencias del Poder Público. Hasta la fecha, el ámbito de las competencias de los Estados de la Federación era mínimo.
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Tal es, muy resumido, el origen histórico de la elección de gobernadores y alcaldes, hace 28 años, y que este año deben volver a celebrarse, por mandato constitucional, una vez más, como un instrumento para la participación democrática de todos los venezolanos.
* Carlos García Soto es profesor de la Universidad Monteávila.