Andrea Fermín Facendo-.
El 19 de octubre de 2015 el liberal Justin Trudeau ganó las elecciones generales de Canadá tras derrotar al entonces primer ministro, el conservador Stephen Harper. Su partido alcanzó la mayoría absoluta en la Cámara de los Comunes con casi el 40% de los votos, logrando 180 de los 338 curules en el parlamento, frente a los 99 del Partido Conservador y los 44 de los socialdemócratas (Nuevo Partido Democrático).
Su primer acto como primer ministro, la designación de su gabinete, despertó la atención de los medios de comunicación. Cuando la prensa le preguntó por qué había decidido armar un círculo de colaboradores con tanta diversidad respondió: “porque estamos en el 2015”. Ya antes había resaltado su intención de formar un gobierno que se pareciera a su país, donde confluyen diferentes culturas y lo representara como tal.
Justin Trudeau, el 23° primer ministro en la historia de Canadá, es un maestro de escuela y el hijo de uno de los políticos más importantes de la historia moderna del país: Pierre Trudeau.
En los últimos meses el primer ministro canadiense se ha convertido en un referente político a nivel internacional, especialmente en momentos que Estados Unidos, de la mano del presidente Donald Trump, parece preferir asumir posiciones de mayor aislamiento.
Expertos han afirmado que realmente existe un cambio en la política actual y la imagen que se tiene de los líderes hoy en día. El primer ministro de Canadá ha empleado en sus discursos términos muy precisos: justicia, cuidado medioambiental, democracia, derechos humanos. Incluso se atrevió a evocar alguno de ellos en su visita oficial a China hace algunas semanas, pero los chinos no lo aplaudieron por eso, sino por sus sonrisas y propuestas de negocios.
Justin Trudeau llegó al poder con una visión diametralmente opuesta de Canadá y su lugar en el mundo. Ha adoptado el internacionalismo y el regreso a los tiempos dorados en los que Canadá lideraba las labores de paz y la construcción de consensos.
La visión internacional de Trudeau es una extensión de su programa nacional: protección medioambiental, políticas migratorias justas, inclusión social y económica, liberalización progresiva del comercio, derechos humanos, derechos de los indígenas, y derechos de los jóvenes y mujeres.
En materia económica aseguró que subirá los impuestos a los más ricos y que aumentaría el gasto en construcción y mejoras de infraestructuras verdes para equilibrar la economía local.
Aunque Trudeau en su campaña y en sus primeras medidas dejó ver que Asia, y en particular China e India, serían sus principales prioridades, ahora está priorizando inmediatamente la recuperación de relaciones deterioradas con México y Estados Unidos, renovar el compromiso de Canadá con el NAFTA y acercarse más a la Alianza del Pacífico.
“Canadá está de regreso”, dijo el primer ministro en varias reuniones internacionales, como para mostrar la impronta que quiere darle a la política exterior canadiense respecto de la de su predecesor, Stephen Harper.
Mientras que el presidente norteamericano Donald Trump se preocupa por expedir leyes para impedir la entrada de migrantes de países de medio oriente a Estados Unidos y promueve la construcción del muro en la frontera con México, el primer ministro canadiense anunció su apoyo a los refugiados y dio su aval para que al menos 20.000 entren este año.
Acogió a miles de refugiados sirios e incluyó a su país en la lucha contra el cambio climático. América Latina también está presente en los planes del primer ministro. A partir de diciembre los mexicanos ya no tendrán que tramitar visa para viajar a Canadá.
Durante el reciente viaje de Trudeau a Cuba, Argentina y Perú, quedó patente la buena relación que busca establecer con los dirigentes de esos países. A los altos cargos del gobierno, los líderes empresariales y la prensa (incluso de otros países) les gustó lo que vieron y oyeron.
Canadá cumple un papel primordial en varias economías latinoamericanas. Es, por supuesto, socio clave de México en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés)
«Con un comercio bilateral de US$20.000 millones al año, México es el tercer socio comercial de Canadá y Canadá es el tercero de México también», señalaba hace poco Juan Paullier, corresponsal de BBC Mundo en México.
Canadá también juega un papel sustancial en la economía cubana, el primer destino de Trudeau en su actual gira latinoamericana.
El presidente estadounidense criticó durante su campaña al acercamiento entre Washington y La Habana que propició Barack Obama. Ahora la esperanza de un desmantelamiento definitivo del embargo estadounidense a la isla parece haberse disipado en la era de Trump.
Canadá en cambio cumple décadas de fuerte presencia económica en Cuba. El intercambio comercial bilateral llegó a US$1.000 millones en 2015, de acuerdo con la BBC de Londres. La firma canadiense Sherritt ha invertido en importantes proyectos mineros de níquel en la isla. Con cerca de una tercera parte del total de turistas en la isla, los canadienses son el primer mercado para esa crucial industria cubana.
Perú y Argentina son grandes receptores de la inversión minera canadiense. Canadá se ha convertido en uno de los grandes gestores de megaproyectos mineros en la región. Cerca de 57% de las empresas mineras del mundo están representadas en la Bolsa de Toronto.
Según un informe del Grupo de Trabajo sobre Minería y Derechos Humanos en América Latina, más del 50% de la inversión minera en América Latina viene de Canadá.
En 2012 empresas canadienses tenían 1.526 proyectos mineros en América Latina, según la misma entidad. Tanto el presidente argentino Mauricio Macri como su contraparte peruano Pedro Pablo Kuczynski han manifestado su intención de cortejar mayor inversión extranjera.
Según el diario Clarín, la visita de Justin Trudeau a Argentina comenzó “a revelar el rol que empezará a jugar Canadá tras el arribo a la Casa Blanca de la controvertida figura de Donald Trump”. Sin el demócrata Barack Obama, Mauricio Macri buscará en el primer ministro canadiense otro espejo, sin cortar la agenda que se inició con Washington en diciembre pasado.
Robert Fry, embajador de Canadá en Argentina, aseveró que esta visita le permitirá a Canadá estrechar las relaciones entre ambos países después que se encontrara en su punto más bajo hace 4 años. Esto sucedió en la VI Cumbre de las América en Cartagena, Colombia, en 2012, cuando el gobierno conservador de Stephen Harper votó contra una resolución pro-Argentina con respecto a su vieja disputa con Inglaterra sobre la soberanía de las Islas Malvinas.
A diferencia de Donald Trump, Trudeau se ha visto ante el mundo como un líder carismático y pacificador. A pesar de que no ha entrado en conflicto con el mandatario estadounidense por sus medidas anti migratorias y ha expresado que no está en su deber hacerlo cambiar de parecer, sí ha mediado en temas como el tratado de libre comercio firmado entre Estados Unidos, Canadá y México.
* Andrea Fermín Facendo es estudiante de Comunicación Social de la Universidad Monteávila.