Otra guerra en la galaxia de la gran pantalla

Christian Hauer.-

Rogue One no iguala a la trilogí­a original pero es suficientemente entretenida. Foto: starwars.com

Star Wars en una reconocida franquicia que se ganó la atención de la audiencia con su trilogia original, pero luego dividió a sus fans con las precuelas y ahora continua haciendo lo mismo con sus nuevas entregas.

En diciembre del 2016 llegó a la pantalla su última propuesta, Rogue One: A Star Wars Story, la cual es una especie de precuela/spinoff que toma lugar entre los episodios III y IV y relata la historia de cómo los rebeldes obtuvieron los planos de la llamada Estrella de la muerte.

La historia sigue a Jyn Erso (Felicity Jones) en la busqueda de su padre, y a Cassian Andor (Diego Luna) junto a K-2SO (Alan Tudyk) y otros interesantes personajes, quienes se unen a los rebeldes y toman parte en una misión para detener al imperio.

Lo primero que como espectador podrán notar de esta cinta es que no se encontrarán con el famoso opening crawl presente en todas las demás pelí­culas de Star Wars. Para mucha gente esto puede ser unan gran decepción o un insulto a la franquicia, pero en este caso perfectamente se puede decir que es una idea inteligente. Como fue dicho antes este film ocurre entre dos episodios de Star Wars, por ende no necesita un texto de 2 minutos explicando que sucedió antes para establecer el background de la historia.

Esta pelí­cula fue dirigida por Gareth Edwards, quien logró crear un cambio interesante en cuanto a la cinematografí­a comúnmente usada en la franquicia. En vez de ver todo a través de un lente épico, esta pelí­cula se centra mas en crear un sentido de escala y usar proporciones mas realistas, las cuales son mas adecuadas para el tipo de historia que se esta contando y los personajes, no siendo elegidos proféticos o jedis.

Esto en realidad, aunque sea algo nuevo en estas cintas, no lo es para este director, siendo bastante común en sus pelí­culas previas, especificamente en Godzilla (2014) y Monsters (2010). El enfoque más cercano y personal que se utiliza logra crear una mayor inmersión y a su vez tensión en la segunda mitad del filme.

Las escenas de acción son excelentes. Están filmadas apropiadamente, sin ningún tipo de shaky cam o quick cuts, y la escala tan realista logra representar la amenaza que en realidad son las naves y los AT-AT para cualquier persona normal. La inclusión de Donnie Yen como uno de los personajes secundarios facilitó el desarrollo de algunas coreografí­as de peleas.

Los efectos por computadora están muy bien logrados, incluso se puede decir que son unos de los mejores del 2016. Esto en parte se debe a la pequeña escala de esta pelí­cula, en comparación con las trilogias principales, y a su enorme presupuesto. Pero hay un gran problema: aunque la tecnologí­a ha avanzado exageradamente rápido en los últimos años, tanto que a veces es casi imposible saber si algo es práctico, aún no se ha podido superar el llamado “uncanny valley” cuando se trata de personas. El problema principal que estas tuvieron fue la manera en la que los filmaron, usando planos medios y primeros planos, los cuales requieren una enorme cantidad de detalle para lograr que se vean convincentes, en especial si las escenas duran el suficiente tiempo como para observar bien la imagen, y usando efectos que, aunque superiores a cualquier otra recreación de una persona en CGI que este critico haya visto, no son lo suficientemente precisos como para dejar de ser una distracción.

El problema principal de la pelí­cula se encuentra en los personajes y la historia. La primera mitad de la cinta no pareciera saber qué quiere hacer con sus personajes, llevándolos de lugar en lugar, como si el objetivo fuese mostrarle a la audiencia nuevas locaciones, pero sin tener en realidad un punto. Aquí­ es donde más se hacen notar los múltiples reshoots que se llevaron a cabo. En la segunda mitad es cuando la cinta realmente empieza a brillar, pero he aquí­ la palabra clave: “empieza”.

La cinta jamás alcanza su máximo potencial, y ese problema viene dado por los personajes y por la falta de riesgos que tomaron. La mayor parte de las cosas que suceden en el clí­max de la pelí­cula son predecibles y además de eso se repiten múltiples clichés que simplemente no encajan con el tono que el fime estableció para si mismo.

En cuanto a los personajes, esta es el área mas débil de la pelí­cula. Jyn Erso como protagonista pareciera existir solamente para satisfacer las expectativas sobre la “mujer poderosa”. No es que esta moda de protagonistas tenga algún problema, sino que solo esas caracterí­sticas de ser mujer y ser fuerte no son suficientes como para llevar una pelí­cula en sus hombros, y a fin de cuentas termina siendo tan solo un personaje bidimensional. No es una buena idea tener a una protagonista que no se enfrenta a ningún tipo de decisión o conflicto interno, sino que es arrastrada alrededor de toda la historia, experimentando las emociones del camino.

La perfecta manera de describir todos los personajes en la pelí­cula es la misma que a Jyn: bidimensionales. Todos tienen caracterí­sticas que te dejan saber suficiente de su personalidad para poder servir con su propósito en la historia. No son malos personajes para su propósito, pero debido a su falta de caracterización y desarrollo tampoco se les permite ser buenos.

El soundtrack fue compuesto por Michael Giacchino y con el corto plazo que le fue otorgado se puede decir que hizo un buen trabajo. Definitivamente tiene un sonido similar al de las anteriores cintas, pero es más delicado y menos imponente que los ya mencionados. No es tan memorable como sus predecesores, pero su sonido mas calmado es apreciado. La canción que más encapsula esta pelí­cula es Jyn Erso & Hope Suite.

En general la pelí­cula es suficientemente entretenida, logra sacar algunas buenas risas, y tiene la que pudiera ser considerada una de las mejores escenas de Darth Vader en la gran pantalla. No llegara a ser una obra maestra, y se espera que no termine convirtiéndose en un estándar de calidad para esta franquicia, pero aun con todos los problemas que tiene, comparándola con la mayorí­a de los filmes de hoy dí­a, es capaz de justificar una salida al cine.

* Christian Hauer es estudiante de Comunicación Social de la Universidad Monteávila.                          

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