María Eugenia Peña de Arias.-
En su primera entrevista luego de ser elegido presidente de Estados Unidos, Donald Trump dijo: “el hecho de que yo tenga tanto poder en términos de números con Facebook, Twitter, Instagram, etcétera, me ayudó a ganar todas estas elecciones en las que mis rivales gastaron mucho más dinero que yo”. Kara Alamo, quien trabajó en la administración de Obama en el Departamento del Tesoro y es profesora en la Universidad de Hoftra, recoge en un artículo publicado en CNN en español los datos de la empresa de redes sociales SocialFlow, según los cuales la campaña de Trump tuvo tres veces más exposición gratuita en las redes sociales que la de Clinton.
Twitter tiene 313 millones de usuarios activos en todo el mundo. Instagram ya alcanza 500 millones de usuarios. Facebook tiene 1150 millones. Las redes sociales resultan un espacio sumamente atractivo para quienes quieren persuadir de ideas, productos, candidatos, etc. Trump hablaba del poder en términos de números, un poder que no se limita a número de seguidores, sino que incluye número de mensajes publicados, comentados, reenviados, valorados…  Un poder que le permitió a Obama afinar en el perfil de los electores en sus dos campañas, o presionar al Congreso para la aprobación de sus políticas, como ocurrió en el 2011 con la campaña en Twitter por la elevación del techo del presupuesto del Gobierno Federal.
Vale la pena adentrarse en las características de ese poder. Si se entiende por poder la facultad o potencia para hacer algo, extendido al terreno de lo político sería la capacidad de conseguir los objetivos políticos propuestos. Como las plataformas 2.0 son medios de comunicación, esos objetivos que se pueden conseguir a través de ellas tienen que ver con su dimensión comunicativa: transmitir información masivamente, posicionar temas en la agenda pública, obtener visibilidad.
Parecería entonces que contar con un alto número de seguidores ya asegura ese poder, pero no es necesariamente así. Las mismas posibilidades que ofrecen estas plataformas se pueden convertir en las mayores desventajas si se utilizan equivocadamente. En las redes es mucho más difícil corregir un error comunicacional: no basta con borrar un mensaje específico. En el 2010, Kwak, Lee, Park y Moon publicaron un estudio en el que afirman que un tuit puede llegar a un promedio de mil usuarios, independientemente del número de seguidores de la cuenta que lo generó. Una vez retuiteado, un mensaje puede ser nuevamente transmitido hasta cuatro veces instantáneamente. Luego del clic de publicar poco se puede controlar la exposición.
Y si las redes sociales son espacios de poder, también son espacios de contrapoder, como lo demuestra el #Trumpscoming, el reto viral de moda que sigue aumentando la popularidad del presidente electo norteamericano, en este caso con publicidad negativa. ¿Visible? Sí ¿Positivo? Veamos qué hacen los estrategas de Trump al respecto.
* María Eugenia Peña de Arias es decana de la Facultad de Comunicación e Información de la UMA.