Relatos domésticos | Frutos de la temporada

Francy Figueroa Domí­nguez.-

fresas
En Latinoamérica los mercados populares se llenan de frutas. Foto: Cortesí­a Nathaly Bastos

En mis viajes por Argentina, Ecuador y Perú fui testigo de cómo los mercados populares se llenaban de hermosos frutos de la temporada. Bondades que podrí­an ser imperceptibles para un turista pero no para los ciudadanos de estos paí­ses.

Era evidente con sólo recorrer los pasillos de los mercados, que los usuarios ya habí­an adaptado sus hábitos de consumo a estas épocas con el fin de aprovechar los mejores precios y los rubros más frescos.

Fue una maravilla recorrer las ferias y deleitarme con kiwis, cerezas, fresas (en el argot sureño, frutillas) y bananas, aunque fueran importadas de Ecuador. Encontré fascinante que estos paí­ses, y seguramente muchos otros, adaptaran su menú a las frutas y verduras de la temporada.

En medio de la profunda crisis que vive Venezuela he intentado copiar esta práctica. Y es que las amas de casa estamos haciendo lo mejor que podemos con lo poco que se consigue en la tienda, y podrí­a apostar que aunque es un deleite atiborrarse de mangos hasta la inconsciencia, seguramente no nos habí­amos detenido a pensar que en temporada es ideal aprovechar esta baja en los precios.

Nuestra economí­a es insólita. Especulativa y restringida, llena de controles que no controlan, donde los precios sufren una locura frenética que nos impide planificar más allá de la quincena. Sin embargo, los precios de las frutas y verduras siguen la lógica del libre mercado, no se rigen por Dólar Today, dólar implí­cito ni dólar Cúcuta, A.K.A. “el innombrable”; sino que se mueven por la oferta y la demanda. Como debe ser.

Esta es la explicación corta para entender que la guayaba o la fresa hayan costado este año 300 bolí­vares por kilo, en un momento donde el billete de más alta denominación –Bs.100 – está cada vez más cerca de no poder pagar un viaje en autobús al trabajo.

Ahora espero con ansias que el árbol de aguacate de la casa materna nos indique que ya está listo para la cosecha, disfruto comiendo mangos en marzo, y suspiro cuando llega la temporada de fresas, que sólo en Los Andes se consiguen casi todo el año.

Strudel de piña, mermeladas de mango, tortas rellenas de higos o cascos de guayaba son sólo algunas de las recetas que han dado un giro en las manos de los chef venezolanos. Ni hablar de las delicias hechas con auyama, maí­z, berenjena y calabací­n, que no son otra cosa que una muestra de la creatividad venezolana por no dejarse vencer.

Porque no se puede desaprovechar ni un segundo esta bendición de tierra fértil, de vivir en el trópico, de seguirle apostando al optimismo.

* Francy Figueroa Domí­nguez es la secretaria de la Facultad de Ciencias de la Comunicación e Información de la UMA

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