Péndulo | La fí­sica del vací­o (2)

Ana Carolina De Jesús-

El vací­o no es materia ni tampoco forma, porque son atributos de la sustancia. Foto: Wattpad

Para descubrir qué piensan Aristóteles y Descartes sobre el vací­o, hemos conocido de dónde parten: de la percepción y de la materia. Ahora es el turno de conocer cómo enfrenta Aristóteles a la noción del vací­o.

Aristóteles define al vací­o como un no lugar: “el vací­o no existe, ni como inseparable ni como separable” (Fí­sica, 214a15). ¿Cómo llegó a esta conclusión? El entendimiento separa la materia indiferenciada de la forma (materia indiferenciada es aquella producto de la percepción, la materia diferenciada o asignada pertenece al objeto). De la forma, la especie, es lo que puede separar el entendimiento, lo que contiene la definición y habla sobre qué es la sustancia.

El autor divide la sustancia en tres: dos sensibles (eterna y corruptible) y la inmóvil. A la vez, tiene cuatro causas: material, formal, eficiente y final. Pero Aristóteles va introduciendo más conceptos de la actividad intelectual.

De la sustancia puede predicarse una serie de atributos, conocidas como categorí­as. Categorí­as que solo yacen en las sustancias, no hay manera de separarlas ni existen independientemente de ella. La forma es la actualidad de la materia, vista como potencia. Acto y potencia son dualidades en el ser. Los cambios o alteraciones son explicados mediante estos términos, “puesto que el ser es doble, todo cambia desde el ser en potencia hacia el ser en acto” (Metafí­sica, 1069b15).

Tratemos al vací­o como lugar.  Con el concepto de lugar, del cual en la Fí­sica, Aristóteles señala que no puede predicarse como un cuerpo ni es un inteligible, es decir, ni es materia ni tampoco es forma porque son atributos de la sustancia; lo llama, entonces, un lí­mite de un objeto y su relación con respecto a otro.

Cuando él habla que el vací­o es un lugar donde no hay nada, quiere decirnos que el lugar solo pueden ocuparlo los cuerpos. Si es una relación de un objeto con respecto a otro, donde está A, no puede haber B, porque romperí­an sus propios lí­mites. Solo de las sustancias pueden hablarse con atributos (de cantidad, 4 patas; de cualidad, marrón, etc.). Pero el vací­o no es una sustancia, no puede predicarse algo de ella más que decir que es nada. Y la nada, no existe. De la nada, nada deviene. Solo de las sustancias pueden separarse materia y forma, dar con su definición.

Del vací­o, no puede hacerse esto. Por eso no es separable. Ni tampoco es inseparable porque no tiene realidad ontológica, en el que cada objeto es particular e inseparable. Y tampoco es el vací­o la causa del movimiento como aseguraban los pitagóricos.

*Ana Carolina De Jesús es profesora de la Universidad Monteávila

 

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