Economí­a para la gente | Lo visible vs. lo invisible (XII)

Rafael J. ívila D.-

La inflación resta valor a la moneda. Foto: photopin (license)

En el artí­culo anterior luego de haber culminado la revisión de las consecuencias causadas por las formas en que el gobierno trata de resolver la inflación -un corregir errores con errores-, lo que podemos llamar efectos colaterales de la inflación, y que no son muy evidentes, y luego de hacer reflexiones en cuanto al tema inflacionario, comenzamos a plantear las que podrí­an ser algunas soluciones al tema. En esta oportunidad continuaremos planteando otras.

Ya comentamos sobre amarrar las manos al gobierno ví­a cláusulas legales, sobre la responsabilidad que se requiere del estamento polí­tico, sobre medidas o reglas monetarias como el patrón oro, competencia de monedas, y dolarización.

Continuemos revisando lo que podrí­an ser algunas soluciones a la inflación, trabajando sus causas, y así­ evitar sus muy nefastas consecuencias. Recordemos que para resolver el problema inflacionario los gobiernos acuden a controles de precios, con el argumento que si la inflación es el alza de los precios entonces la solución es sencilla: controla el precio. Y ya hemos reflexionado en artí­culos anteriores que esa terapia no sólo no resuelve el problema de fondo, sino que además empeora la situación con terribles consecuencias.

Hemos hecho un diagnóstico en muchas aristas del problema, y espero haber logrado transmitir la idea de lo importante que serí­a para nuestras sociedades el control de la inflación.

Lo primero es recordar el origen del problema y enfocar al responsable: el gobierno. Entonces, si la raí­z de todos los problemas enunciados a lo largo de esta serie de artí­culos está en la inflación, y esta sólo la puede generar el gobierno, pareciera que lo que hay que hacer es evitar la inflación, forzando a que el gobierno no la genere.

Otras medidas que controlarí­an la inflación, pero que requieren a un parlamento alineado a los intereses del pueblo, son:

Instaurar una caja de conversión. Consiste en un mecanismo a través del cual el Banco Central fija el tipo de cambio con respecto a una moneda que se entiende como más “dura”, y no podrí­a emitir más moneda doméstica si no cuenta con el respaldo en la moneda foránea, según la relación de cambio fijada entre las dos monedas. La masa monetaria serí­a equivalente a las reservas internacionales.

Indirectamente es una “dolarización”, si la moneda doméstica se ata al dólar estadounidense, teniendo el mismo rasgo de que se sufrirí­a la inflación que origine la Reserva Federal norteamericana, asumiendo que serí­a mucho más baja que la doméstica. Una crí­tica que se le puede hacer a la “caja” frente a dolarizar, para algunos una caracterí­stica positiva y para otros negativa, es que siempre quedará a la discreción del polí­tico, retroceder y con una reforma constitucional o legal deshacer la “caja”.

Tanto la dolarización como la caja de conversión requieren de presupuestos fiscales equilibrados y de un entorno económico, reglas de juego, que incentiven la inversión de nacionales y extranjeros en el paí­s.

NGDP Targeting: consiste en que el Banco Central fija una meta para el nivel del Producto Interno Bruto (PIB), que tratará de alcanzar con polí­tica monetaria expansiva o restrictiva. El concepto fue propuesto originalmente por James Meade (1978) y James Tobin (1980). A raí­z de la crisis financiera de 2008, fue retomado y popularizado el interés en esta regla por la escuela del Market Monetarism. Aplicación: el Banco Central establece una tasa de crecimiento del PIB o target del nivel del PIB nominal para el paí­s de la moneda, durante un perí­odo determinado, sin ajustar por variaciones en el nivel de precios. La polí­tica monetaria se hace expansiva o restrictiva según sea necesario para alcanzar el objetivo. Entonces, primero debe pronosticarse el valor de la meta (modelación econométrica o crear un mercado de futuros), para que esta sirva como punto de referencia, e indique la dirección y la magnitud del cambio en la polí­tica requerida, de modo que el resultado coincida con el objetivo trazado. Los promotores de esta regla sostienen que es preferible colocar como target un nivel para el PIB nominal, en lugar de para su tasa de crecimiento, pues así­ se evitan las recesiones en términos nominales, y se suavizan las recesiones en términos reales.

Recordemos que el PIB es la sumatoria del valor de mercado de los bienes y servicios finales, producidos en una región determinada y durante un tiempo determinado. Esta regla parte del principio de que el dinero no es neutral a corto plazo, es decir, que con la inflación se puede estimular el aparato productivo, producir bienes y servicios, generar ingresos y crear empleos. Entonces, la regla consiste en que el Banco Central inflará (polí­tica monetaria expansiva) o desinflará (polí­tica monetaria restrictiva) la moneda, tanto como haga falta para alcanzar la meta o target trazada en cuanto al nivel del PIB del paí­s. Una polí­tica monetaria expansiva implica que, con sus herramientas a disposición, el Banco Central inyecta bolí­vares en el sistema; y una polí­tica monetaria restrictiva implica que, con sus herramientas a disposición, el Banco Central retira o extrae bolí­vares del sistema.

Entender la economí­a polí­tica de la inflación y de los controles, identificar ganadores y perdedores, nos permite entender por qué es difí­cil cambiar el statu quo.

Bueno amigos, dejémoslo en este punto por los momentos. En el próximo artí­culo continuaremos planteando las que podrí­an ser algunas soluciones al problema inflacionario, como por ejemplo, instaurar y ceñirse a otra regla monetaria.

* Rafael J. ívila D. es decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Monteávila.

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