Miguel Teixeira.-
Creada en el 2004, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba) se fundó bajo las ideologías de los gobiernos de Venezuela y Cuba como contrapropuesta al entonces funcional Alca (írea de Libre Comercio de las Américas) que seguía los lineamientos de la economía estadounidense.
Esta alianza tiene como objetivo, en palabras del consultor y analista internacional Sergio Rodríguez, “crear un modelo alternativo de relaciones internacionales que se basara sobre principios distintos a los tradicionales sobre los cuales se estructuraban los modelos de alianzas internacionales. Más que la competencia, la cooperación; más que la hegemonía, la equidad”. Pero también existen opiniones, como la del profesor internacionalista Félix Arellano, que contrastan y consideran al Alba como una organización fundamentalmente ideológica.
Más allá de las consideraciones sobre el enfoque de la alianza, existen hechos que han movido el piso de esta organización. Uno de ellos es la decadencia de la economía venezolana. Caracas, desde el inicio de esta convención, ha sido su principal motor económico. “En medida de que los recursos de Venezuela se han ido deteriorando la organización se ha ido disminuyendo”, señaló Arellano.
A consideración del internacionalista, el peso que se ha puesto sobre Venezuela en este aspecto es uno de los problemas fundamentales de la asociación ya que, según anotó, no se debe crear una organización dependiendo exclusivamente de un país. “Estados Unidos tiene la cuota más alta en la OEA y si Estados Unidos se retira de ella esta no deja de existir”, apuntó.
Debido a esta carencia de un sustento económico apropiado el estado de la alianza se ha visto afectado negativamente. “La situación del Alba la veo bastante debilitada. La situación de Venezuela ha influido poderosamente, no solamente en el Alba si no que en general, en la dinamización y en los mecanismos de integración regional”, agregó Rodríguez.
La situación económica ha venido acompañada por una serie de eventos políticos que han desentonado con los valores del Alba, como la elección del presidente Mauricio Macri, en Argentina, y la suspensión temporal de Dilma Rousseff, en Brasil, países que en principio simpatizaban con el proyecto.
Rodríguez calificó estos hechos como “crisis política” y expuso que estos también han contribuido para que el proceso de dinamismo en la región se haya sido ralentizado y el Alba, por consiguiente, quede afectada. “Yo creo que ha habido una madurez en la ciudadanía latinoamericana. Yo creo que el discurso ideológico ha sido un muy falso discurso si existe un discurso radical y una práctica contradictoria como la de Nicaragua, que firma leyes en contra de los Estados Unidos y al mismo tiempo tiene un tratado de libre comercio con este país”, añadió Arellano.
Con respecto al futuro de la alianza, tomando en cuenta estos hechos, Arellano aseveró que si se ha de mantener el Alba en funcionamiento se deben plantear objetivos realistas. De lo contrario, según anotó, tendría que ser cerrada, lo que llevaría a los fundadores a enfocarse en otras organizaciones, como Unasur, Aladi o Celac.
 “Yo no creo que la situaciones de los países sean eternas, hay muchos países que han pasado por situaciones de crisis y no necesariamente esto significa que se van a disolver los mecanismos de integración. Yo creo que existe un proceso de debilitamiento que va a obligar a los países del Alba a establecer nuevos parámetros, nuevos objetivos, ya que todo debe irse adaptando a las nuevas condiciones que se van presentando. Evidentemente los jefes de Estado de los países que participan en el Alba tendrán que hacer una evaluación de cómo ha marchado y cómo marcha en las condiciones actuales de manera que se establezcan los comportamientos que seguramente tendrán que ser distintos”, aseveró Rodríguez.
* Miguel Teixeira es estudiante de Comunicación Social.