Mariana Di Yorio/ Alexandra Caraballo.-
Salario mínimo es el pago que recibe la mayoría de los maestros del país. Hasta el lunes pasado estaba calculado en 4.500 bolívares. Cantidad que no alcanzaba para cubrir ni siquiera un kilo de carne, que ya está estimado por encima de los cinco mil bolívares en los principales mercados y supermercados de la capital. Con el sueldo mínimo actual (18.000 Bs.) se comprarían solo tres kilos.
Ante esta situación la Unidad Democrática del Sector Educativo (UDSE) convocó para hoy jueves, un paro por 12 horas, en reclamo a mejores beneficios contractuales. El gremio de la educación ha sido uno de los más activos desde la reconversión monetaria, medida que afectó la tabulación salarial.
Los agremiados aseguran que les deben un rectroactivo de 40% desde el mes de septiembre y el incremento salarial de 60%, que correspondía a partir de enero.
“¿Cómo es posible que nosotros que nos encargamos de formar el futuro del país, somos su base, recibimos migajas por nuestro trabajo. Lo hacemos por vocación pero tenemos una familia que mantener. No por ser profesores nos dejan las cosas gratuitas cuando hacemos mercado o salimos con nuestra familia de paseo o por diligencias”, Rita Medina, docente de preescolar.
En la institución educativa donde trabaja Medina la escala salarial varía entre 4,500 y 8 mil bolívares, antes del reajuste de enero. “Con mi quincena hoy compro un cartón de huevo y solo me quedan 1000bs, ¿qué puedo comprar con eso que me sobra? El sueldo no llega a nada. Yo quiero ser una docente con un salario decente”, exclamó la profesional.
Una de las consecuencias directas que ha traído los bajos salarios en el sector educativo es que los maestros y profesores diversifiquen sus ingresos mensuales, se ven obligados a tener dos y tres trabajos en procura de obtener un ingreso más digno.
Este es el caso de Luisa García, profesora de un liceo público en Caracas, quien en las horas que no atiende a sus estudiantes cuida niños en su casa. Hasta las ocho de la noche se dedica a esta actividad. Por cada pequeño que atiende cobra cuatro mil bolívares, lo mismo que ganaba mensualmente hasta la semana pasada. “Me mantengo en el liceo solo por vocación”, dijo.
Yudith González, es profesora de Castellano, y en sus horas libres da clases dirigidas, de lunes a viernes, todas las tardes. Por cada alumno cobra 4.500 bolívares la hora. “Soy la hermana mayor de dos hermanos y trabajo para ayudar en mi hogar, no tengo hijos que mantener, con todo y eso no me alcanza para hacer un buen mercado”, afirma.
Otras de las consecuencias directas de esta situación es que muchos colegios han visto su plantilla de profesores afectada. Las renuncias son rutinarias y colocan en aprieto a la directiva. En algunos casos han tenido que recurrir a solicitar el apoyo de los padres y representantes para cubrir las vacantes o sobre cargar de trabajo a otros profesores.
En el liceo Indonesia, de Valle Arriba, las autoridades de esta institución indicaron que el año escolar inició con tan solo cinco profesores en bachillerato. Comentaron que, por ejemplo, el profesor de matemáticas en los actuales momentos cubre dos materias al mismo tiempo, aparte de su especialización, como química y física, para todo el bachillerato.
En el caso de Historia de Venezuela los alumnos del primer año no vieron esta materia en el primer lapso, ya que no contaban con un profesor. A partir de la próxima semana la mamá de un niño de primaría colaborará con la institución y la impartirá. “Antes pasaban las dos horas en el patio”.
Sin embargo, ante las adversidades los docentes reafirman su vocación de servicio y entrega al futuro, aseguran que se mantienen por amor a lo que hacen y, en la medida que puedan seguir, lo harán.
“Yo estoy muy orgullosa de mi trabajo y de todos los que trabajan conmigo, porque -a pesar de todas las dificultades- puedo ver como todos los alumnos del colegio tienen ganas de salir adelante, de querer estudiar, los profesores trabajan por vocación y lo hacen con cariño y los padres hacen lo que esté en sus manos por sacar a sus hijos adelante”, Â expresó Asiquel Marín, directora de una institución educativa.
Mariana Di Yorio es estudiante de la Universidad Monteávila
Alexandra Caraballo es estudiante de la Universidad Monteávila