Simy Rodríguez Levy.-
El tenis es un deporte elegante, refinado, limpio y con distinción. Así son los tenistas y así es el público que lo sigue.
La práctica de esta disciplina exige una apropiada situación económica. Algunos expertos sostienen que ronda cerca de los 150.000 dólares al año para que un tenista profesional pueda viajar y desenvolverse medianamente bien.
El solo hecho de tener una raqueta constituye una pequeña gran inversión, y más en nuestro país que sufre una inflación diaria con niveles exorbitantes. Para poder llevar a cabo la carrera tenística se tienen que subir no solo un par de escalones sino un calvario completo.
Los viajes van incorporados para aquellos que practican el deporte blanco. Un tenista, aparte de contar con un gran poder disciplinario que abarca lo mental y lo físico, Â también debe poder viajar. No hay mucho tiempo de descanso, ya que el jugador debe estar en constante movimiento para participar en los diferentes torneos que se realizan en el mundo y así poder acumular puntos para el ranking.
Los viajes integran el día a día de un tenista. Esa parte debe estar completamente resuelta para poder concentrarse en lo que se debe enfocar, que es el juego. Lamentablemente la falta de divisas en Venezuela y la poca ayuda del gobierno han arrancado de raíz algunas carreras que estaban a punto de florecer.
Uno de los casos particulares ha sido Aymet Uzcateguí, quien contribuyó en el ascenso de Venezuela al Grupo I de la Zona Americana en la Copa Federación. Ella no ha podido viajar porque el gobierno no le aprueba las divisas que necesita, lo que estanca su desarrollo deportivo.
Uno de los puntos céntricos que dificulta el fogueo en nuestro país es la falta de academias especializadas en un nivel de alto rendimiento tenístico. La mayoría de los lugares en los que se practica este deporte se enfocan más en entretenimiento y vida social, no en cuanto a una preparación recta que debe contar un tenista. Son pocos los sitios que realmente forjan una formación disciplinaria en los futuros profesionales, entre los que destacan Federación Venezolana de Tenis, la Academia de Naguanagua en Valencia, y la Asociación del estado Carabobo.
En los últimos años la popularidad en la práctica de este deporte ha crecido, lo que ha colapsado los pocos lugares públicos que hay para jugar.
Rubén Romero, quien tiene más de 20 años como coach en este deporte, consideró una lástima que David Souto, el tenista número uno del circuito del país, haya colgado la raqueta desde tan temprano, forzado principalmente por razones económicas.
Afirmó que Souto era “de los que mejores se perfilaba en el circuito, con potencia y una derecha maravillosa”.
Romero recordó los tiempos de jugador activo de Nicolás Pereira, quien, según apuntó, ha sido la mayor representación de “perfección” dentro del tenis venezolano, ya que gracias a su disciplina, fuerza y potencia logró ser número 1 juvenil y situarse en el lugar 74 en el ranking ATP.
Romero consideró que lo que no llevó más alto a Pereira fue su “inconsistencia”. Recordó que alternaba victorias frente a top-ten, como Boris Becker, con derrotas ante jugadores que se situaban por debajo del puesto 150 del ranking.
En Venezuela existe mucho talento en las escuelas de tenis junior, entre quienes destacan Francisco Lamas, Dimitri Badra, Luna Delgado, entre otros. Esta última es quien mayor potencial exhibe, y aunque solo tiene 14 años su trabajo constante le ha permitido contar ya con un patrocinante.
* Simy Rodríguez Levy es estudiante de Comunicación Social.