Desde donde estén comprométanse con la verdad

Mercedes González de Augello.-

Hemos iniciado un periodo lectivo más, ya alumnos y profesores hemos avanzado en nuestros quehaceres académicos y la Universidad Monteávila sigue su camino de formación de profesionales integrales, dotados de las herramientas necesarias para incidir positivamente en la sociedad. PLUMA, también reinicia sus actividades y nosotros continuamos con nuestra columna; en esta oportunidad quisiera compartir con todos el discurso de grado ofrecido en el pasado acto de grado de los egresados de comunicación social:

Mis queridos alumnos, finalmente llegó el dí­a, ese dí­a que en más de una oportunidad les dije que visualizaran para que fortalecieran la voluntad y pudieran levantarse temprano un dí­a más, leer, estudiar, grabar, escribir, editar; volver a estudiar, a levantarse temprano y acostarse tarde, ir a la pasantí­a, a Servicio Comunitario y sacar adelante el Proyecto Final de Carrera.

Sí­, cinco años de esfuerzos que hoy se ven recompensados, pero también, cinco años viviendo y formando parte de esta comunidad de personas y saberes, en la que han adquirido conocimientos profesionales y han crecido en sus virtudes intelectuales, pero sobre todo han gozado de una formación  humanista que entiende a la persona como protagonista de la vida social, la cultura y la ciencia.

En la ley de universidades se estipula que “la Universidad es fundamentalmente una comunidad de intereses espirituales que reúne a profesores y estudiantes en la tarea de buscar la verdad y afianzar los valores trascendentales del hombre”. Esta búsqueda de la verdad se hace radicalmente importante en un discurso dirigido a comunicadores sociales. Los medios de comunicación social desempeñan un papel fundamental en la vida de las personas y de la sociedad y prácticamente no hay un ámbito de relación humana en el que no participen, especialmente en la denominada sociedad del conocimiento, abanderada por las nuevas tecnologí­as de la comunicación e información.

Esta función mediadora debe contribuir y respetar el deseo natural del hombre de buscar la verdad, orientarse a la construcción del bien y alcanzar la plenitud de la belleza. El comunicador social debe tener siempre como fin último de su labor, el servicio a la persona y su dignidad y el fortalecimiento de una sociedad coherente, informada a través de una representación fiel de la realidad y por unos medios que estén al servicio de un mundo más justo y solidario.

La Universidad Monteávila tiene por misión ser una institución de educación superior inspirada en el humanismo cristiano y la búsqueda de la verdad. Por medio de la docencia, la investigación y la extensión, fomenta la integración de saberes desde una perspectiva humaní­stica sólida y estimula el desarrollo de las potencialidades de las personas, siempre en un clima de excelencia académica, a través de un trabajo esforzado y riguroso, para servir positivamente a la sociedad.

Este ha sido el propósito que nos hemos trazado con cada uno de ustedes, acompañarlos en este camino hacia su plenitud, porque como dijo Ryszard Kapuscinski “para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos seres humanos, las malas personas no pueden ser buenos periodistas”.

Ejercer una comunicación apegada a la verdad en un mundo relativista y en el que las Fake News (noticias falsas) se propagan por su lógica manipuladora, no es tarea fácil, y en más de una oportunidad les surgirán interrogantes que no podrán dejar a un lado y deberán responder y tomar decisiones. Para estos momentos les dejo una reflexión del Santo Padre Francisco en su mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales de este año: “Para discernir la verdad es preciso distinguir lo que favorece la comunión y promueve el bien, y lo que, por el contrario, tiende a aislar, dividir y contraponer. Por sus frutos podemos distinguir la verdad de los enunciados: si suscitan polémica, fomentan divisiones, infunden resignación; o si, por el contrario, llevan a la reflexión consciente y madura, al diálogo constructivo, a una laboriosidad provechosa”.

Confí­en en lo que son, en la formación que han recibido, en su herencia iberoamericana. Muchos continuarán en este paí­s con tantas dificultades, que reclama su í­mpetu juvenil y su fortaleza de espí­ritu, para denunciar la maldad y construir el bien. Otros se irán con el alma llena de identidad venezolana a abrirse a la cultura que los reciba, para entregar lo mejor de los que somos.

Hoy reciben el tí­tulo de una profesión desde la que pueden impulsar tareas maravillosas para la construcción de una sociedad más justa y comprometida con el bien. Apasiónense con un periodismo ético, honesto y responsable; con una publicidad creativa, que rompa estereotipos y que respete la dignidad del hombre; con contenidos audiovisuales retadores, que expongan la belleza de la existencia humana y reconforten el espí­ritu, a veces tan golpeado por una realidad difí­cil. En definitiva, en el lugar donde estén y en el ejercicio profesional que ejerzan, comprométanse con la verdad, esa verdad que nos hará libres y en la que encontraremos la felicidad.

En la alegrí­a del acto que hoy nos reúne, quisiera compartir un acontecimiento que este año ha sido motivo de gran regocijo para la comunidad de la Universidad Monteávila, la adquisición definitiva del terreno donde se desarrollará el campus propio, un hecho, que a pesar de la oscura incertidumbre por la que camina nuestro paí­s, es muestra del compromiso y confianza de la Monteávila en el futuro de Venezuela. Desde ahí­, construiremos un medio fí­sico adaptado a nuestros planes de formación, para continuar incidiendo positivamente en las personas, en el paí­s y en el mundo.

No puedo dejar de agradecer a los alumnos y a sus familias por haber confiado en la Universidad Monteávila para su formación, esperamos haber sido buenos amigos en este camino de su vida y que los aciertos hayan superado las equivocaciones. Felicidades muchachos, alcanzaron la meta; felicidades padres y familiares, parte de este logro también es de ustedes y felicidades a los profesores que hoy podemos ver el fruto de un trabajo esforzado y comprometido con el futuro.

Finalmente, recurro a las palabras de un Santo, el Papa Juan Pablo II: “Que no falten comunicadores valientes y testigos auténticos de la verdad que, fieles al mandato de Cristo y apasionados por el mensaje de la fe, se hagan intérpretes de las actuales exigencias culturales, comprometiéndose a vivir esta época de la comunicación no como tiempo de alienación y extraví­o, sino como tiempo oportuno para la búsqueda de la verdad y el desarrollo de la comunión entre las personas y los pueblos.”

*Mercedes González de Augello es profesora de la Universidad Monteávila

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