Ana Carolina De Jesús.-
Hemos estado estudiando la idea de la teofanía desde Escoto Erígena. En el último artículo mencionamos al Hijo como instrumento, intermediario y residente de las causas primeras. Y si esto es así, surgen algunas inquietudes.
La primera: estas voluntades divinas ¿son eternas? Dios es el único eterno. Estas causas o prototipos fueron creadas por Dios, de ahí su cualidad de naturaleza creada. Una vez siendo generadas y atribuidas al Hijo, que es uno junto al Padre, son coeternas. No se trata de quién vino primero: el Verbo o las causas primeras. Sin el Hijo, sin este verbo, no habría acción, no existiría la creación. El prólogo de San Juan recalca que todo se hizo por ella. Por ende, es el Hijo quien impulsa la creación por medio del Espíritu Santo, quién toma estas causas dentro del Verbo y las transforma en géneros y especies. De aquí extraemos otra cualidad de las causas primeras: la naturaleza que crea.
La segunda inquietud que surge es la siguiente: la multiplicidad de las causas primeras, ¿involucra la multiplicidad de Dios? Â Para la cristiandad, El Padre y el Hijo son una sola esencia. No lo genera. El Hijo contiene la multiplicidad de las causas primeras y de éstas brota el mundo. La expansión en Escoto ocurre en los efectos, no en el Verbo. Dios no es menos Dios al crearse en las causas y cuando éstas se esparcen en el mundo. El historiador Weinberg defiende a Escoto: la multiplicidad de las causas primordiales está en los efectos, en esas teofanías, únicamente para el aprecio de nuestra mente.
La tercera inquietud: si las criaturas provienen de estas causas primordiales y si éstas provienen de Dios, estaríamos ante una idea panteísta. Ninguno de los historiadores niega o afirma esta postura porque en algunas frases de la obra De divisiones Naturae, pareciera orientarse a esto; no obstante, la totalidad del texto se mantiene bajo el esquema cristiano Creador-criatura.
Finalmente, la cuarta y última inquietud: las causas son semejantes a las ideas ejemplares de Platón. Sí y no. Sí lo son por cuanto el mismo Escoto Erígena las describe de la siguiente manera: “las causas primordiales, que los sabios divinos llaman principios de las cosas, son: la bondad en sí misma, la esencia en sí misma, la vida en sí misma” (“Pheriphyseon. Sobre la división de la naturaleza”, 35).
Pero a diferencia de Platón y de la imperfección del mundo, para Escoto Erígena, el mundo es la teofanía de Dios. Si es teofanía, si proviene de Él, no es imperfecta. Creación involucra transformación para nosotros, pero no para Dios; por tanto, las causas no son inmóviles. Dios mismo en su forma incognoscible es la causa y contenido de la creación. De aquella naturaleza que es creada y no crea habla de su teofanía. No crea porque ahí, precisamente, se revela. “Para Dios, crear es revelarse”(Étienne Gilson, la filosofía en la Edad Media, 199).
*Ana Carolina De Jesús es profesora de la Universidad Monteávila.