Yanuacelis Aure.-
Desde que Donald Trump comenzó a figurar como un candidato a la presidencia de los Estados Unidos su paso por el mundo de la política ha estado lleno de controversia. Una de las que se mantiene presente hasta el día de hoy es su relación con el gobierno ruso, la cual incluso ha costado la renuncia de importantes funcionarios de los Estados Unidos y salpica a su círculo de confianza, más cercano.
En una entrevista, realizada en la Casa Blanca al medio Christian Broadcasting Network, en julio de 2017, Trump afirmó que se llevaba “muy, muy bien” con su homólogo ruso, Vladimir Putin. Entre los argumentos que esgrimió el mandatario norteamericano se encuentra que tanto su país como Rusia son potencias nucleares y, por eso,“no tiene sentido que no tengamos algún tipo de relación”.
Al considerar estas declaraciones por parte del presidente, no es de extrañar que se opusiera firmemente a las sanciones contra Moscú. «Si te llevas bien con Rusia y si realmente nos están ayudando, ¿por qué mantener las sanciones si están haciendo cosas realmente buenas?», informó Trump al Journal, en alusión a la política antiterrorista y a otros objetivos comunes.
Por eso, al hacer un recuento por los hechos que han sido claves en el escándalo Rusia-E.E.U.U., el 9 de mayo de 2017 el presidente estadounidense despidió a James Comey, director del FBI conocido por haber dirigido las investigaciones sobre los polémicos emails de Clinton, los cuales pudieron haberle costado la presidencia. Comey se encontraba investigando toda la trama rusa en E.E.U.U.
“Necesito lealtad, espero lealtad”, le habría exigido el mandatario al exdirector del FBI en una de las reuniones que sostuvieron en persona, según reveló Comey el día 8 de junio de 2017. Además aseguró que recibió presión por parte del ejecutivo para acabar con la investigación contra Michael Flynn, asesor de seguridad nacional del presidente, que se vio obligado a dimitir cuando se descubrió que había mentido al vicepresidente Mike Pence sobre sus conexiones con el Kremlin.
Sin embargo, Flynn no es la única persona cercana a Trump que se ha visto salpicada por el asunto, ya que Paul Manafort, el antiguo jefe de campaña del magnate estadounidense, fue contratado por el empresario ruso Oleg Deripaska, hombre de la máxima confianza de Putin. El contrato, por 10 millones de dólares anuales, tenía como fin «influir en la política, los negocios y los medios de Estados Unidos» para beneficiar al Gobierno ruso.
El FBI no ha sido la única institución que se ha visto afectado por el escándalo ruso, ya que el fiscal general Jeff Sessions tuvo que inhibirse de investigar la trama rusa y sus conexiones con Washington, debido a que el funcionario ocultó al senado norteamericano que en pleno ciber ataque, sostuvo reunión con el embajador ruso Sergei Kislyak, lo cual generó diferentes reacciones por parte de demócratas y republicanos.
Sessions no fue el único en reunirse con el embajador ruso, pues un día después del despido de Comey, el ejecutivo recibió en el despacho oval a Kislyak y ministro de Exteriores, SergeyLavrov, a pesar de que esta reunión estaba pautada desde hace días, según lo declarado por la Casa Blanca.
Asimismo, el diario español El País informó el 10 de octubre del pasado año que los servicios de inteligencia estadounidense acusaron a Rusia de robar correos electrónicos del Partido Demócrata, que publicó Wikileaks, y de propagar informaciones en Internet con el objetivo de ayudar a Donald Trump a ganar los comicios, a pesar de que el jefe de Estado niega que su entorno haya estado coordinado con la interferencia rusa.
Lo contradictorio del asunto es que Google ha revelado que personas vinculadas con el gobierno ruso compraron anuncios por cuatro mil 700 dólares y que otras personas, con lazos rusos, gastaron 53 mil dólares en publicidad y Ben Parscale, responsable digital de la campaña de Trump, admitió que contaron con ayuda de Facebook, Google y Twitter para llevar a cabo su estrategia electoral en Internet.
Si ya generaba un gran recelo en el Senado las declaraciones del presidente sobre su homólogo ruso o las reuniones de hombres de su gabinete con diplomáticos rusos, lo que terminaría de empañar más la imagen del presidente sería el descubrimiento de las conexiones rusas con su familia, pues el hijo del presidente Donald Trump Jr. se vio con la abogada rusa Natalia Veselnitskaya.
Trump Jr. aseguró en una entrevista a CNN que «se le prometió información perjudicial sobre Hillary Clinton antes de acordar reunirse con una abogada rusa conectada con el Kremlin durante la campaña 2016». «Sus declaraciones fueron vagas, ambiguas y no tenían sentido, no proporcionó detalles ni información que las apoyaran, y rápidamente quedó claro que no tenía información significativa», agregó el hijo del magnate.
En la reunión también estuvo presente su cuñado Jared Kushner, quien también se entrevistó con otros ciudadanos de nacionalidad rusa, el embajador Kislyak y luego con Sergei Gorkov, el responsable del banco público de desarrollo Vnesheconombank.
«No tuve contactos impropios. No me coludí ni sé de nadie más en la campaña que lo haya hecho, con cualquier gobierno extranjero», negó el yerno y asesor de Trump en declaración enviada a comités de inteligencia del Senado y la Cámara de Representantes.
Eso sí, el esposo de la hija mayor de Trump aclaró que efectivamente buscó una «línea de contacto directo» con el presidente ruso, Vladimir Putin, pero dijo que se trataba de «un trabajo rutinario» para establecer contactos internacionales y que fue después de la elección, para ayudar al equipo de transición.
Recientemente el fiscal especial Robert Mueller citó a Steve Bannon, quien fuera estratega jefe del presidente, para que testifique ante un gran jurado en la investigación sobre posibles vínculos entre la campaña del gobernante y el Gobierno ruso.
Mueller emitió la citación tras la publicación de un nuevo libro en el que Bannon criticaba al presidente, porque califica de “una traición” la reunión que sostuvo su hijo con una abogada rusa fue “una traición”.
En las últimas semanas se cree que el fiscal especial puede solicitar una reunión en persona con el propio presidente. Habrá que esperar para ver hasta qué punto el entramado ruso puede complicar en verdad al magnate presidente.
*Mariana Yánez es estudiante de la Universidad Monteávila