Francisco Blanco.-
“El Hombre es un animal de realidades”, decía el Filósofo español Xavier Zubiri, significando que en las dimensiones de nuestras vidas, seguimos siendo los mismos. La realidad es una sola, pero las percepciones que tenemos de ella es la que obedece a nosotros mismos, a nuestra percepción y a la interacción que tengamos con los otros. Por ello, las “realidades” de Zubiri, se solapan unas con otras porque obedecen a todos nuestros quehaceres, mas sin embargo, nos mantenemos iguales.
De niño veía un programa de televisión terrible que se llamaba Manimal (https://www.youtube.com/watch?v=Ugb_TIpPoWA) un hombre se convertía en animal por alguna razón nefasta que no recuerdo, y pensaba que genial sería convertirse a animal y en qué animal me convertiría si pudiese hacerlo, poco sabía yo, que años más tarde… en mi juventud, en aquella clase de la universidad, el profesor me decía que de hecho, sí podía hacerlo.
Mi profesor de antropología era un tipo genial, recuerdo que la clase tenía dos partes, la primera donde comentábamos libremente lo que no entendíamos de la lectura de la semana y la segunda donde él hacía un esquema en la pizarra y, en la medida que iba explicando, iba borrando hasta que quedaba en blanco la pizarra y la mente de cada uno de nosotros por el sobrecargo de información. (Alumnos me han dicho que salen así de mis clases pero sé que mienten)
En una de esas clases, hablamos del concepto ese que cambió mi vida, una de mis palabras preferidas de la filosofía, eso que me hizo entender que mi deseo infantil de convertirme en animal era una cosa factible desde el fuerte mundo de la filosofía, esa palabra es deshumanización.
Aquel que se deshumaniza es aquel que pierde el norte de todo lo que puede ser norte. Es aquel que se tiende a su elección más que parcial sobre las cosas, aquel que no ve las cosas sino lo que él quiere ver de las cosas. El que no da nada a cambio, el que quita sin pedir, el que no saluda a nadie, el que no ve para arriba, el que no mira hacia los lados, el que se tiende a sí mismo, el que no se sabe vencer, el que le llama pan al vino y el que se cansa sin recorrer.
La deshumanización es otra de nuestras realidades, y el no abrirnos al otro, el no ser capaces de hacer ese ejercicio supremo de comprensión, de practicar como norma de vida la misericordia, de dejar de ofender. Si no hacemos el esfuerzo de ver al que no piensa como yo, de no creerme más que el otro porque tengo, si no somos capaces de eso es una victoria más en el juego de la deshumanización. Y si eso no nos quita el sueño, nos acostamos hoy… y nos despertaremos mañana como animales.
*Francisco J. Blanco es profesor de la Universidad Monteávila