Carla J. Mendoza. –
Desde el pasado mes de abril, cuando iniciaron las protestas en el país, la Organización de Estados Americanos (OEA) ha manifestado un profundo interés por ayudar a solventar la situación de crisis que existe en Venezuela. Sin embargo, aunque las declaraciones de algunos miembros de la organización han servido para generar presión internacional, también es cierto que las acciones logradas por la misma no han sido las que muchos venezolanos esperaban.
Esto se debe principalmente a que la 47ª Asamblea General de la OEA, que tuvo lugar en Cancún (México), concluyó sin lograr la creación de un “grupo de contacto” con la finalidad de contribuir al restablecimiento de las libertades democráticas, derechos humanos y asistencia humanitaria en Venezuela. El debate terminó también sin tomar ninguna decisión sobre una futura aplicación de la Carta Democrática, la cual se activa cuando se considera que un país sufre una alteración de su orden democrático.
Para que estos movimientos fueran efectivos era necesario un porcentaje de votos positivos de acuerdo con la cantidad de países que integran la organización, es decir 23 de 34, cosa que no se logró, puesto que se obtuvieron sólo 20.
A pesar de esto, el tema no ha sido totalmente desplazado, quedó abierto con la posibilidad de ser retomado en nuevas sesiones, ya que la tendencia de los votos fue favorable a que del seno de la organización se establecieran estrategias para ayudar a solventar la crisis, siendo mínimo el margen de diferencia entre los que votaron a favor, los que se abstuvieron y los que votaron en contra.
“La actuación de Luis Almagro en relación al caso de Venezuela ha sido sencillamente impecable. Sin embargo, él no pude controlar las acciones de los estados miembros ni sus respectivas políticas exteriores”, afirmó la internacionalista Claudia Uribe.
Cuando se analiza por qué no se llegó a los votos deseados, se nota que influyeron las alianzas estratégicas que existen entre países del área, los cuales a la hora de tomar su decisión ponderaron si respaldar o no una determinación de la OEA podría mermar o poner en riesgo los privilegios que obtienen a través de ciertas alianzas establecidas, como los beneficios petroleros que reciben algunas naciones caribeñas por parte del gobierno venezolano.
El “grupo de contacto” que promovieron México y Estados Unidos buscaba mediar una negociación entre el gobierno y la oposición venezolana, tomando en cuenta la crisis humanitaria en la que está sumergido el país, así como pedir al gobierno de Nicolás Maduro reconsiderar la convocatoria de la asamblea constituyente tal y como está planteada.
Esto no pudo llevarse a cabo debido a que el grupo de 14 países liderados por EEUU y México no pudieron aprobar una resolución sobre la situación en Venezuela, ya que, según información suministrada por la agencia EFE, cuatro pequeñas naciones (presuntamente Haití, Surinam, Granada y Trinidad y Tobago) le retiraron su apoyo a última hora. Este acontecimiento sorprendió a muchos miembros de la organización, ya que habían anunciado previamente que contaban con los 23 votos requeridos.
“Desafortunadamente, no se pudo llegar a una resolución contundente frente al caso venezolano, en virtud de que el sistema de mayorías que existe en la OEA terminó por disminuir la presión sobre el gobierno de Venezuela, producto de las alianzas que la administración Chávez hábilmente tejió con los países del Caricom”, apuntó Uribe.
 “El beneficio que estas islas obtuvieron en el ámbito petrolífero y gasífero se convirtió en una compra de voluntades que se traduce en votos durante las sesiones de los distintos foros de la organización”, agregó.
Aun así, fueron 20 los países que votaron a favor de dar luz verde al grupo de contacto, lo cual demuestra la pérdida de apoyo que experimenta Venezuela en la región, siendo el primer debate profundo y con posibles consecuencias en la OEA sobre Venezuela desde el estallido de 2014.
Por tal motivo las acciones de la organización no han cesado. Aunque la cancillería del país anunció su salida luego de convocarse las primeras reuniones para discutir sobre la crisis, dicha retirada no será efectiva hasta 2019, por lo que la OEA seguirá celebrando reuniones sobre la situación de Venezuela.
“Yo renunciaré a la secretaría general de la OEA cuando se realicen elecciones nacionales libres y transparentes, con observación internacional y sin inhabilitados, cuando se liberen a todos los presos políticos listados por el Foro Penal Venezolano y se amnistíe a los exiliados”, declaró Almagro en respuesta al presidente Maduro, quien exhortó que Venezuela regresaría al organismo continental una vez que dimitiera el ex canciller uruguayo.
Almagro sostuvo una conversación telefónica con el dirigente opositor Leopoldo López, quien recientemente recibió una medida de casa por cárcel dictada por el Tribunal Supremo de Justicia, en virtud de la cual informó que presentaría su tercer informe sobre Venezuela luego de la consulta popular que tuvo lugar el 16 de julio, la cual cerró con más de siete millones y medio de votos en contra del sostenimiento del régimen de Nicolás Maduro y la ejecución de la asamblea constituyente.
Uribe destacó que “la Organización de los Estados Americanos, es una organización intergubernamental que, si bien por tratarse de gobiernos tiene poder y alcance político, su accionar y sus grandes logros se circunscriben fundamentalmente al ámbito civil.”
“El debilitamiento político de la OEA se viene produciendo progresivamente desde el giro a la izquierda latinoamericano. Ahora que muchos de estos satélites han vuelto a tendencias más cercanas a la centro derecha o centro izquierda, puede ser que se revalorice el carácter político de la organización”, apuntó.
* Carla J. Mendoza es estudiante de Comunicación Social de la Universidad Monteávila.