Historia y libertad | Defender la República

Carlos Balladares Castillo.-

El futuro de la república dependerá de sus ciudadanos. Foto: Cristina Paz

Una vez más Venezuela ha retornado a momentos de gran tensión (¿acaso hemos dejado de estar en tensión desde 1989?), de medidas radicales por parte del régimen chavista y de la reacción de los que nos oponemos a este. Muchos pueden pensar que es una historia repetida, el tradicional “dos pasos adelante un paso atrás” en la construcción del proyecto totalitario que salió a la luz pública con las intentonas golpistas de 1992 y que llegó al poder en 1999. Hemos pasado casi dos décadas en esto y son legión los que han perdido las esperanzas, decidiéndose por el exilio (no todos afuera dejan de apoyar la lucha) o el “incilio” (quedarse en el paí­s pero evitando el tema polí­tico por medio la indiferencia o la ceguera voluntaria, encerrándose en una “burbuja”). Pero también están los que han comprendido que la condición republicana exige entender que no es cuestión de una marcha, una protesta, una «batalla decisiva»; sino del ejercicio diario de la ciudadaní­a. Hacer de la polí­tica el pan nuestro de cada dí­a. Es gracias a esas personas que el autoritarismo no ha avanzado más de lo que se ha propuesto y que hoy podemos observar como su estructura de poder muestra claras fisuras y la comunidad internacional ha reaccionado como nunca lo habí­a hecho.

El jueves 6 de abril fui a la marcha convocada por la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), la alianza opositora al régimen chavista que logró el 6 de diciembre de 2015 la mayorí­a calificada de diputados del poder legislativo gracias al apoyo de casi 8 millones de electores venezolanos. La convocatoria tuvo como fin el apoyo a la solicitud de remoción de los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia por las decisiones que tomaron el miércoles 28 de marzo pasado al retirarle a la Asamblea Nacional todas sus funciones (e incluso la inmunidad parlamentaria) y dárselas al presidente de la República por medio de las sentencias 155 y 156 (hecho que vení­a haciendo desde el mismo momento del triunfo electoral de la oposición al inventarse la excusa del “desacato”). La diferencia en este caso fue la reacción de uno de los apoyos del régimen: la fiscal general, la cual calificó la medida de manera correcta: “una ruptura del orden constitucional”, y el rechazo de la comunidad internacional, en especial del Mercosur y 20 paí­ses “de peso” de la OEA.

En dicha marcha, aunque he visto mayores, las personas que colmaban el Distribuidor Altamira de la Autopista Francisco Fajardo nos dirigimos a la Defensorí­a del Pueblo. Fui testigo que se llenaron todos los canales en ambos sentidos desde el CCCT hasta el Recreo, lugar donde nos impidieron seguir ejerciendo una fuerte represión. En ella me conseguí­ con muchos jóvenes, incluyendo alumnos y exalumnos, hecho que me llenó de alegrí­a al comprobar que todas sus palabras de crí­tica a la situación actual de Venezuela animaban de manera coherente su comportamiento público.

Hace dos semanas la situación era tan distinta: el desprestigio de la MUD por su papel en el “diálogo” con el gobierno era alto y ahora la gente habla con admiración de sus dirigentes, en especial de los diputados que han estado en primera lí­nea en las marchas que se han realizado. Sé que los pesimistas de siempre dirán que viene la Semana Santa y todo se enfriará. No lo sé, solo tengo la certeza que un 19 de abril de 1810 todo cambió en Venezuela y era Jueves Santo. Pero si en unos dí­as las cosas no parecen cambiar no pensemos que los autoritarios han dado más pasos de los que han retrocedido, más bien que en esa radical carrera están más cerca de tropezar y caer definitivamente. Al final, en realidad todo dependerá no tanto de sus pasos sino de los que nosotros demos a favor de la República.

* Carlos Balladares Castillo es profesor de la Universidad Monteávila.

* Cristina Paz es estudiante de Comunicación Social de la Universidad Monteávila.

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