Arturo J. Jáuregui Beyloune.-
En el siglo pasado se suscitaron una serie de eventos, primordialmente bélicos, que –para bien o para mal– le permitieron a Estados Unidos ganar una enorme influencia en la política internacional. Son varios los ámbitos en los que este país la ejerce, ab initio lo hacían mediante las armas, luego, de suyo, mediante la economía. En este ámbito nos ubicamos.
Uno de los principales instrumentos internacionales para presionar a una nación o naciones determinadas es la sanción económica. El objeto de sancionar a un país económicamente es forzarlo –sin poderío militar– a que cambie una postura determinada respecto una situación. Los que aplican la sanción pueden ser uno o varios países y organismos internacionales, y lo hacen con distintos propósitos: en la actualidad estos suelen ser motivados por violaciones a los derechos humanos.
Se puede considerar que –quizás no de manera tan atrevida– la injerencia estadounidense en la economía mundial es estratosférica. Por todo lo antes dicho en este artículo se comentará la efectividad de esta en lo que refiere a las sanciones de tipo económicas aplicada por los Estados Unidos a Cuba, Siria y Nicaragua.
Primero Cuba. Empezó en 1960 durante el mandato de John Kennedy. En aquel momento, si bien la Segunda Guerra Mundial había quedado atrás, el mundo estaba sumido en la Guerra Fría: era el comunismo –liderado por los soviéticos– y el capitalismo –encabezado por los estadounidenses– enfrentados en espera de quien caía primero. Todos sabemos quién lo hizo. No hemos de ahondar en este respecto.
Aquella sanción evolucionó a un bloqueo económico desde que Kennedy lo impuso hasta que Obama, hace unos meses, empezase a levantarlo considerablemente. Ahora, en el ínterin, se vivió mucho: inició con prohibiciones de exportación de cualquier producto a Cuba, salvo comida y medicamentos; luego se prohibió cualquier tipo de relación económica con algún cubano en los Estados Unidos y, por medio de la mencionada injerencia, en algunas islas del Caribe. En fin, variadas fueron las sanciones aplicadas.
¿Cuán efectivo fueron más de 50 años aplicando sanciones? La interrogante se responde a sí. Si el parámetro para la efectividad que el país en cuestión cambie su postura en una situación específica, las sanciones aplicados no cumplieron su cometido, o al menos no durante los primeros años de aplicación. Es ahora cuando se inicia el levantamiento de las sanciones, porque se han ido disipando las diferencias y, efectivamente, que el gobierno cubano empezó a cambiar su posición.
Es necesario aclarar que en el momento primero que se aplicaron no se hizo con el objetivo de que Cuba respetase –a pesar de que había irrespeto– los derechos humanos, primero porque no habían calado tanto en las naciones del mundo y, segundo, porque la lucha era contra el comunismo y, en consecuencia, contra la Unión Soviética. Nótese el trasfondo geopolítico que esto conlleva.
De este siglo trataremos dos casos. Hablemos del sirio: desde finales del siglo pasado el gobierno sirio ha estado a cargo de la familia al-Assad, primero por Hafez y luego –a partir del 2000– por su hijo Bashar. Desde el 2011 la nación siria está en guerra civil, alimentada por diferencias religiosas y étnicas iniciadas hace décadas. Desde la década de 1990 las relaciones entre Siria y los Estados Unidos han fluctuado: durante la presidencia de Bush padre muy bien, principalmente por la colaboración del gobierno de Siria en la Guerra del Golfo, en el transcurso de la de Clinton también; en el inicio de la administración de Bush hijo todo permanecía igual. El gobierno de Bashar al-Assad había informado de un potencial ataque a una base militar estadounidense en el Medio Oriente, lo que permitió frustrarlo. Desde ese momento hasta ahora las cosas han cambiado mucho: ha habido retiro de embajadores por ambos países, el último hecho por el gobierno de los Estados Unidos por considerar que era muy peligroso para su representante diplomático permanecer en Siria –ya había sufrido un par de ataques–.
En los que respecta a las sanciones, se aplicaron desde 2004. La causa dada por Washington es la ayuda que presuntamente proporciona el gobierno sirio a algunos de los grupos terroristas de la zona. Concretamente aquellas han sido prohibición de exportaciones del país norteamericano a Siria, considerando las dificultades derivadas de esta medida, y retención de activos en Estados Unidos. a funcionarios del gobierno del país árabe. Hubo un intento de aplicación de ciertas sanciones por parte del Consejo de Seguridad de la ONU pero Rusia y China lo vetaron. Nótese, una vez más, el trasfondo geopolítico del asunto.
A la hora de evaluar la efectividad de estas sanciones resulta difícil hacerlo. En esta hay que tomar en cuenta la guerra que tiene lugar en Siria. Naturalmente las guerras traen consigo la debacle económica de las naciones. Lo que sí se puede afirmar con mayor objetividad es que las sanciones aplicadas no ayudan al gobierno sirio en la situación actual, cosa que, de un modo u otro, pudiese dar cabida a la salida de este. No se puede olvidar que en el 2011 Barack Obama sugirió al presidente sirio abandonar el cargo.
Restan por comentar las sanciones hechas a Nicaragua. Daniel Ortega es el actual presidente de la nación centroamericana, ha ocupado la primera magistratura de Nicaragua durante tres períodos, de los cuales dos han sido consecutivos. Ortega planea lanzarse a las elecciones presidenciales del próximo 6 de noviembre. Sépase que el principal partido opositor a su gobierno ha sido anulado por el poder judicial y legislativo de Nicaragua.
El pasado 21 de septiembre la cámara baja del congreso estadounidense aprobó un proyecto de ley en el cual se prohibiría al gobierno de Obama hacer préstamos al gobierno nicaragí¼ense salvo que estuviesen vinculados con productos de necesidades humanas básicas. Para que ese proyecto de ley (Ley para el Condicionamiento de Inversiones en Nicaragua) entre en vigencia se necesita la aprobación del Senado y del presidente de Estados Unidos. El objetivo de esta ley es forzar a Managua a hacer elecciones libres y justas. Ortega no demoró en denunciar las medidas injerencistas violadoras del Derecho Internacional buscadas por el gobierno estadounidense.
La evaluación de dichas medidas no se puede llevar a cabo todavía. Ciertamente el proyecto de ley mencionado generó molestias y dificultades a Nicaragua, cuya economía es de las de menor crecimiento del continente en los últimos años. Eso más esta posible sanción causan aún mayor debilidad a la economía del país centroamericano. No obstante, tenemos que esperar el desarrollo de los hechos.
* Arturo J. Jáuregui Beyloune es estudiante de Derecho de la UMA.