M Carreño / G Suárez.-
La paz es un estado pleno a nivel personal y social producto de un equilibrio interior que se proyecta en el accionar cotidiano, brindando tranquilidad a sí mismo y a los demás; por lo tanto, la paz no es un antídoto que se aplica desde lo externo, sino que al igual como sucede con el cariño, no se impone, se transmite permitiendo proyectar una sensación de felicidad a los demás.
En este sentido, es primordial que desde el hogar se fomente una cultura de paz que permita desarrollar actitudes en el individuo desde temprana edad, que lo conduzcan hacia una convivencia armónica de tolerancia, igualdad, respeto, solidaridad, empatía, inclusión, justicia, compasión, caridad, comprensión, entre otros.Â
De este modo, ir construyendo una cultura de paz para que adultos y niños puedan apropiarse de los valores fundamentales en su accionar cotidiano.
En la actualidad se tiende a proyectar un clima que empaña la paz y pretende arrebatar la tranquilidad entre los seres humanos, por ejemplo: el uso inadecuado de la tecnología, redes sociales, medios de comunicación, entre otros… conllevan a una visión negativa y aparentemente desoladora de la paz; las estadísticas en algunos casos manipulan la información para atemorizar a la sociedad, entre otros aspectos y poco se educa para aprender a sobrellevar cualquier circunstancia adversa que se nos presente.
Asimismo, todos cohabitamos en una casa común que es el mundo, por ello, las omisiones y /o acciones repercuten en sí mismo, en la familia y en la sociedad, ya sea positiva o negativamente; de ahí radica la importancia de una educación inclusiva desde el punto de vista humano, que continúe fortaleciendo los pilares para consolidar una cultura de paz como eje trasversal en el proceso de enseñanza aprendizaje.
En este sentido, una de las funciones de la educación para una cultura de paz, es formar al ser humano en virtudes para una convivencia inclusiva, justa y respetuosa; brindando herramientas que faciliten el autoconocimiento y discernir objetivamente las circunstancias adversas que se pudieran presentar. Â Por lo cual, la pedagogía práctica, individualizada, colectiva y afectiva conducen a formar a la familia, al estudiante y a la comunidad con conciencia de compromiso social; a la luz de los valores ciudadanos y la sana convivencia, comprendiendo que lo diverso es la norma; considerando las diferencias humanas como algo natural, positivo, necesario y complementario para el desarrollo armónico de la persona y su entorno, procurando la implementación de una cultura de paz.
Considerando lo anterior, se proponen una serie de acciones que pueden contribuir al proceso educativo para fomentar una cultura de paz:
- Promover y modelar el ejercicio de las virtudes humanas, por ejemplo: caridad, agradecimiento, empatía, respeto, tolerancia, responsabilidad, honradez, compasión, justicia, entre otras.
- Propiciar un clima acogedor, armónico y democrático que genere una experiencia enriquecedora durante el proceso de enseñanza- aprendizaje.
- Aplicar estrategias vivenciales de la vida cotidiana que estimulen la reflexión personal, familiar y colectiva mediante el pensamiento lógico, frente a la incertidumbre mundial.
- Mantener una comunicación asertiva entre el educador, estudiante y representantes para conocer de manera empática sentimientos, necesidades e intereses.
- Construir y apoyar la toma de decisiones favorables por consenso, para que todos sean escuchados y comprendidos; procurando disminuir las desigualdades e injusticias.
- Incentivar la participación personal y colectiva de forma ética para la solución de conflictos personales, familiares, grupales, entre otros.
- Propiciar la autorreflexión en el docente, la familia y el estudiante para que se responsabilicen de sus acciones, entre otros.
  En consecuencia, es importante ser proactivos y positivos en el cometido educativo, pensando proyectivamente en la generación de relevo, mediante un rol preponderante en la sociedad; en este sentido, debe propiciarse de forma eficaz involucrando a la familia, escuela y comunidad para la consolidación de una cultura de paz universal.