Alicia ílamo Bartolomé.-
Parece un poco fiambre, porque el Australia Open 2022, primer Grand Slam del año para el tenis profesional, se llevó a cabo hace un par de semanas, ¿pero hay algo fiambre para el 20 veces campeón de estos torneos, Rafael Nadal, buscar en éste el 21 y superar a todos más?
Llegó a Australia con todos los pronósticos en contra, hasta los del mismo. Fue para medir su recuperación después de 6 meses de inactividad por la operación de un pie, jugó un torneo menor y se presentó en Melbourne.
En cambio no pudo llegar el primero del mundo y campeón allí en 2021, Novak Djokovic, gran rival de Rafa. Mejor dicho, llegó pero no pudo entrar, no cumplía con las exigencias sanitarias del país en previsión del COVID-19. Arrogante como es, se diría: “Estoy por encima de esos requisitos, soy el Nº1 del mundo, campeón aquí el año pasado ¿quién me va cerrar el paso?” No digo que se expresara con estas palabras, pero me lo imagino.
Resultado: retenido en el aeropuerto y luego deportado. Admiro a Djokovic como deportista, me gustan los campeones, pero rechazo su personalidad altanera.
La ausencia de Novak del campeonato, hay que reconocerlo, fue un tropiezo menos para el mallorquín, que debe haber sentido alivio de no tener que enfrentarlo. Esto también es suposición mía, porque los verdaderos campeones, natos y por preparación, aman los retos, no buscan coronas de florecitas, sino unas muy sólidas ganadas con mucho sudor y esfuerzo, pero sobre todo con voluntad. Es el caso de Nadal.
Observemos el físico de Rafael Nadal en la cancha: alto, esbelto y fornido, extraordinaria musculatura sin rastros de grasa. Una vez le preguntaron a Roger Federer si usaría esas franelas sin mangas que suele llevar Nadal en partidos donde la temperatura es alta y el suizo contestó con gracia: “No, porque no tengo los brazos de Rafa”. Pocos tienen esos bíceps perfectos. Lo comparo al David de Miguel íngel.
El español transpira mucho a lo largo de la justa; me imagino que perderá un par de litros. Sus movimientos son armoniosos, a veces parece que interpretara un ballet. El pie afincado en la punta, flexión de la rodilla derecha -o izquierda, depende- y el brazo en alto o a nivel de cintura, con su invalorable mano zurda domina el tiro de la raqueta y la bola cae justo donde sus ojos de fiera han determinado. No siempre saldrá esta perfección, el error acosa y hace perder puntos. Es lo normal. Rafa hace un leve gesto de disgusto. Se reclama a sí mismo y queda en paz.
Jamás le he visto romper rabiosamente contra el suelo una costosa raqueta, ni quejarse de los jueces o las condiciones de la cancha. Cuando pierde un juego y lo entrevistan, habla de que se desempeñó mal, a lo mejor no se sentía bien o su rival jugó un gran partido. Es Rafael Nadal el caballero del tenis.
¿Pero quién hizo a este fenómeno? Dios, por supuesto, a través de sus padres; en segundo lugar, su tío Tony Nadal, su entrenador, quien no sólo le enseñó toda la técnica del tenis y el cuidado del cuerpo, sino también todo en el orden psíquico, espiritual y social. Le enseñó la humildad. Esta virtud es garantía de todas demás.
¿Y detrás de este perfil yo hablo de una fiera? Pues sí, el monstruo se despierta como en las películas de hombres lobos. Hace un par de semanas lo vimos en Melbourne. Con una diferencia de 15 horas entre esa ciudad y Caracas -en general aquí es hoy cuando allá es mañana-, no me levanté a las 5 am para ver la final entre Rafael Nadal y el gran ruso Daniil Medvedev, Nº2 del mundo; fuerte pero flaquito, lejos su físico del de Nadal, le faltan años para alcanzarlo. El tiene 25 años, Rafa diez más. Pero me levanté a las 7 am, mi hora normal.
Rafael Nadal había perdido los dos primeros sets, si perdía el tercero se le iba el campeonato. Me senté en mi sillón frente la TV y dije: ”Rafa, ya estoy aquí para darte ánimos”. No sé cuántas veces envié a mi íngel de la Guarda a Melbourne para asistir al del mallorquín. Se desató la fiera, se comió la cancha, pero no al flaco. En 5 sets se llevó el torneo.
*Alicia ílamo Bartolomé es decana fundadora de la Universidad Monteávila
Maravilloso relato, mi querida profesora Alicia. También vimos Lucho y yo, el torneo desde Lima. ¡Qué tal torneo de infarto! ¡Extraordinario! Grandes competidores los dos. D. Medvedev también llegará a ser campeón, es un gran tenista y vaya 10 años menor que Nadal. Eh allà lo extraordinario, las apuestas seguro la mayorÃa iban para Daniil.
Besos, mi profe querida ¡Dios me la bendiga y cuide muchisÃsimo!
Silvia.
Alicia! Comparto contigo el elevado concepto que nos merece Nadal.
Nadie como tú, sabiéndote su seguidora y admiradora para describir esa Fiera!
Un deleite leerte , crece mi admiración y respeto…
Esperando con ilusión verte pronto.
Te saludo,
Marisol Michelena