Rodolfo Bolívar.-
Muertos en la historia. La historia del mundo, de la humanidad, llena de altibajos y de sufrimientos, sinsabores e injusticias, éxitos y descubrimientos increíbles, vivida en el hombre, para el hombre y desde el hombre, la realidad misma, que se presenta ante todas las culturas ante todo el orbe como una humanidad plena de diversas creencias religiosas, cultos y corrientes filosóficas.
En ese devenir del tiempo se hace historia siendo la protagonista de la misma, que junto al crecimiento de los pueblos en busca de, como diría Aristóteles, la felicidad, va dejando relegadas de los propios sistemas políticos, sociales y económicos establecidos en la puja histórica a víctimas inocentes, mismas que van quedando abandonadas, dejadas de lado por los autoproclamados triunfadores de la escena material, del capitalismo extremo y del materialismo histórico a los que corresponde muchas veces escribir los textos o fragmentos de la historia ganadora, de quien muestra los trofeos de los diversos totalitarismos.
Del despojo solo se ven los ropajes, materialmente estos grupos de poder exhiben las glorias terrenas: dinero, poder, consumismo; para muchos de esos triunfadores solo la muerte es el fin de la historia, el hambre y la miseria es consecuencia necesaria en un mundo multipolar, generando sufrimiento de los que no tienen el control sobre ese poder y esa práctica política y económica en el devenir histórico, desde ellos hacemos teología; una teología con opción preferencial por el débil.
Son los excluidos y oprimidos por los diversos poderes deshumanizadores que idolatran lo material casi a exclusividad, los que merecen nuestra primaria atención evangélica, mas no la única, para el encuentro con la divinidad desde el dolor, allí donde Dios llora quizás hay un tipo de victimas que claman al cielo y deben ser escuchados y se deja ver el rostro divino.
No quiero decir con lo antes expuesto que no se puede avanzar en la fe desde las riquezas y el poder, seguramente en hombres de alta probidad moral y condición humana se puede hacer un alcance del reino de Dios ejecutándose en la tierra, pero es desde el que grita en soledad donde Jesús se hizo cargo de una historia que deshumanizada elevaba sus suplicas al todopoderoso por un futuro mejor, por mantener la esperanza de lo prometido o por tan siquiera poder comer cada día, no sufrir o sufrir lo menos, no llorar o llorar en compañía, grandes situaciones en el mundo se han politizado en los últimos tiempos y siempre ha sido así, el hombre busca sistematizar sus relaciones para poder comprender mejor lo que no está a su alcance, lo que lo sobrepasa.
Desde la fe cristiana creemos que Cristo nos redime de todo el pecado del mundo, es la puerta a la redención misma, la nuestra es una fe personal, desde el amor y la esperanza. Pero cabe la duda, ¿cómo pensar en mi historia personal como un camino o proceso de salvación de mi alma? ¿Es posible que por asistir a un culto religioso y concebirme en plena comunión al aceptar la eucaristía aun sin entenderla, pueda yo salvarme? Y a todas estas, ¿salvarme de qué? ¿Cómo veo reflejado a Cristo desde la solidaridad? Ese ser elocuente en la acción, el mismo Dios mencionado en la carta de San Pablo dirigida a los corintios: El “Dios todo en todos” (1Cor 15,25).
Rodolfo Bolívar Profesor es Director de la Facultad de Administración de la Universidad Monteávila @rodolfo_bolivar_