Alicia ílamo Bartolomé.-
Hay una sola palabra que lo abarca todo y de ella nacen todas. Esa es Dios y Dios es Amor. Las que siguen son de origen divino pero no son la deidad, son cualidades de Dios, de las cuales hizo donación al hombre para darle la plenitud de su felicidad.
La primera es la verdad. El hombre no es hombre sin ella. San Agustín, después de una angustiosa búsqueda durante toda su juventud por donde iba de error en error, exclamó más o menos con estas palabras: ¡Tarde te amé, oh belleza siempre antigua y siempre nueva, tarde te amé! Tú estabas dentro de mí yo te buscaba fuera y me perdía en las cosas del mundo… En su alma, como en la de cualquiera de nosotros, encontró la única verdad: Dios, Uno y Trino, Creador, Redentor y Santificador.
La fe no vive sin la verdad, la sigue y la venera. Fe es creer en la verdad, pero esa verdad que es Dios es una luz cegadora que el alma no puede ver directamente en esta vida por eso la fe es como un eclipse total de sol pero el plato de la luna no puede tapar absolutamente al sol, en su circunferencia se asoman los destellos, por eso intuimos (parafraseando a San Pablo) la sustancia de las cosas que se esperan, el argumento de lo que no se ve. Por la fe que es una luz negra, nosotros vencemos el desaliento, la desolación, las penas y nos afincamos en la esperanza que es el fruto de la fe. Si tenemos fe nunca seremos pesimistas.
La libertad es un don divino cuyas infinitas dimensiones nosotros ignoramos, la libertad es la primerísima cualidad de Dios y Él quiso dárnosla a los pobres hombres y ni siquiera  la entendemos en su plenitud. Hubiera podido hacernos como los otros seres de la creación felices cumpliendo un destino fijado por Él pero no… ¡nos hizo libres!. El niño aun antes de caminar busca su libertad, salirse de los límites aun gateando, desde que nació quiere ser libre.
Todos los pueblos del mundo buscan su libertad, cuando un pueblo renuncia a su libertad ya dejó de serlo. No hay nadie que no busque su libertad porque es un don divino, por eso cuando nos encontremos frente al mar, allá en el horizonte se juntan los dos azules ,sentimos esa sensación absoluta de libertad. Así, les recomiendo  a los tristes y apocados que vayan frente al mar y verán como le salen alas al espíritu. Vuela, vuela alto como el cóndor y te anegarás de libertad.
Tú que con todo los que nos está pasando en este mundo tan negativo a lo mejor estás desolado, aférrate a esta tres palabras que son la clave para tu felicidad.
*Alicia ílamo Bartolomé fue decana fundadora de la Universidad Monteávila