Felipe González Roa.-
_ ¿Se comprende?
Solo pasaron algunas horas desde el anuncio de la apertura del I Diplomado de Comprensión del Sistema Político Venezolano para que dos amigas de uno de los coordinadores del evento le hicieran esa pregunta. No se pusieron de acuerdo, fue un impulso espontáneo de cada una de ellas.
Medio broma, medio en serio, esa traviesa interrogante podría parecer una simple anécdota si no se piensa detenidamente en la tragedia que refleja.
Durante décadas Venezuela fue considerada un ejemplo de estabilidad democrática, un país en el que prevalecía la institucionalidad y en el que se garantizaba la pacífica transición en el poder, incluso si esto significaba que el partido de gobierno debía entregarle el mando a la oposición triunfante. Y esto ocurría en momentos en los que la mayoría en la región sufrían aberrantes dictaduras que negaban la mínima condición de los seres humanos.
El Viernes Negro, El Caracazo, las intentonas golpistas, la defenestración de un presidente. El descontento, los escándalos de corrupción, las expectativas defraudadas. El sistema empezó a vacilar, sus cimientos comenzaron a ceder. Parecía imposible pero sucedió: la irresistible caída de la democracia venezolana.
La nación hoy ha extraviado su rumbo, sumergida en un profundo agujero del que parece no haber salida. Gravísimos problemas económicos, institucionales, sociales, morales, con un liderazgo que parece no conducir a algún sitio claro y ciudadanos cada vez más confundidos y asustados.
_ ¿Se comprende?
Pues, precisamente por eso iniciativas como la desarrollada por la Universidad Monteávila para ofrecer el I Diplomado de Comprensión del Sistema Político Venezolano son tan importantes hoy día. Para entender lo que ocurrió, lo que está ocurriendo, e incluso lo que ocurrirá, es necesario volver a repasar los conceptos e interesarse en profundizar el análisis, para lo cual es fundamental adquirir las ideas que permitan a cada uno pensar por sí mismo y darle un vistazo a la realidad.
Siempre será posible seguir culpando a la mala suerte, a las decisiones desacertadas de los unos, a la mala cabeza de los otros. No habrá impedimentos para que algunos consideren que se trata de un castigo del universo o que incluso es un suplicio que no merecemos. Pero nada de eso será suficiente sino se realiza un esfuerzo evidente para notar los errores cometidos y para buscar, de forma honesta y sincera, las respuestas.
El primer paso para resolver los problemas es precisamente reconocer su existencia e intentar entenderlos, luego tener la voluntad de solucionarlos, y después contar con las herramientas suficientes para lograrlo: la primera de ellas es el conocimiento.
“Este no es el final, no es ni siquiera el principio del final. Puede ser, más bien, el final del principio”, dijo una vez Churchill cuando las fuerzas aliadas propinaron en El Alamein las primeras derrotas a los nazis.
_ ¿Se comprende?
Sí. Es urgente y necesario comprenderlo.
*Felipe González Roa es director de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Monteávila